La evaluación en el portafolio digital

El portfolio permite una evaluación continua y formativa, tanto al profesor como al alumno, pues éste reflexiona sobre su trabajo a partir de la revisión de sus producciones y de la información aportada por el profesor en el mismo, permitiendo la generación de nuevo conocimiento por parte del alumno.

En este sentido, ya no se trata de una evaluación cuantitativa que mide a los estudiantes en relación a unos patrones o estándares admisibles, sino que de lo que se trata es de realizar una evaluación formativa, que incluya principalmente los procesos en los que participa el alumno y que le muestre la forma en que puede mejorar esas capacidades, mediante la reflexión sobre cómo ha aprendido, es decir, mediante la metacognición.

El uso del portfolio como instrumento de evaluación proporciona la personalización del proceso ya que, como señala Klenowski (2005) - citado Martínez Segura (2009)[15] - el portfolio permite una evaluación "expansionista" puesto que incorpora múltiples fuentes de información del proceso y la toma constante de decisiones en torno a ella.

A esta evaluación formativa, también se le añade la posibilidad de la evaluación sumativa, pues como establece Martínez Segura (2009):

 ...el portafolios como evaluación sumativa nos va a proporcionar unos resultados al final del proceso

La evaluación implica dos ideas: selección del material y reflexión sobre el mismo.

Para poder seleccionar el material, Barberá y de Martín (2011) proponen múltiples actividades en el portfolio digital, que sirven al profesor y al alumno para evaluar: lesson plans, study lessons, reportajes, notas de campo, reflexiones. cartas, postales, video-clips, trabajos de investigación, evaluación por pares, supervisión de evaluaciones, imágenes, pósters, entrevistas, intervenciones en fórums, etc.

El portfolio digital supone, en cuanto a la evaluación, una herramienta importantísima, por cuanto posibilita la reflexión del alumno sobre su propio trabajo, de tal manera que promueva en el discente una metacognición de su forma de aprender y una autoevaluación de sus logros, además de un mayor compromiso y responsabilidad en torno a su proceso de aprendizaje.

En este proceso de evaluación se hace imprescindible contar con rúbricas, cheklist (lista de comprobación) y tutorías por parte del profesor que orienten la acción del discente en ese proceso. En este sentido es interesante la aportación de rúbricas para el portfolio digital que hacen Villalustre y del Moral[16] (2010).

Dado que estamos en un entorno virtual se hace preciso no sólo evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje en sí, sino también el entorno virtual en el que se desarrolla ese proceso.