Políticamente correcto

Autora: Ruth María Ortega García.

Versión 1

La princesa enjoyada maya se tambaleaba ebria caminando por el bosque. La Luna menguante de agosto brillaba en el cielo, produciendo un halo fantasmagórico a su alrededor. Las criaturas de la noche producían sonidos extraños.

Otro año más se había celebrado la fiesta de la creación del mundo. Nuevamente se habían celebrado los ritos pertinentes. De nuevo el alcohol y el incienso la habían dejado en un estado de enajenación mental transitorio que le impedía distinguir lo real de lo sobrenatural.

Había decidido alejarse un poco de la ciudad para tomar aire freco y despejarse.

De pronto, sintió que el Xibalbá o reino subterráneo de los muertos se abría ante ella.

Y es que no había observado las obras de mejora y ampliación que se estaban llevando a cabo en el cenote, resbalándose, y cayéndose dentro de él.

Por eso cuando dicen que los mayas eran gente pacífica y que los cuerpos hallados dentro de los cenotes estaban allí porque se habían resbalado por descuido, no mienten.

Versión 2

La princesa enjoyada maya se tambaleaba ebria caminando por el bosque. La Luna menguante de agosto brillaba en el cielo, produciendo un halo fantasmagórico a su alrededor. Las criaturas de la noche producían sonidos extraños.

Otro año más se había celebrado la fiesta de la creación del mundo porque la constelación de la Tortuga (o sea, nuestra Orión) había pasado sobre la intersección de la Vía Láctea con la Eclíptica. Nuevamente se habían celebrado los ritos pertinentes. De nuevo el alcohol y el incienso la habían dejado en un estado de enajenación mental transitorio que le impedía distinguir lo real de lo sobrenatural.

Había decidido alejarse un poco de la ciudad para tomar aire fresco y despejarse.

De pronto, el suelo se abrió y sintió que el Xibalbá, o reino subterráneo de los muertos, se abría ante ella.

Y es que no había observado las obras de mejora y ampliación que se estaban llevando a cabo en el cenote, resbalándose, y cayéndose dentro de él.

A la mañana siguiente, el rey maya lloraba amargamente la muerte de su querida hija, a la vez que preguntaba a sus sacerdotes y a sus astrónomos qué es lo que podía hacer para evitar que cayera más gente al interior del cenote.

Sugerencia del/de la narrador/a (según la persona que lo lea):

Poner una valla, y un cartel que diga con glifos bien grandes:

“Atención. Peligro: cenote en obras. Riesgo de caída y muerte instantánea.

Disculpen las molestias.

Ayuntamiento de Copán: juntos controlamos el Cosmos”.