El Arco Trajano ni es un arco triunfal, ni estuvo dedicado a la figura del famoso emperador Hispano. Fue la monumental puerta de acceso al espacio sagrado que circundaba a un gigantesco templo de culto imperial. También se le da el nombre de Arco de Santiago, menos popular que el otro. Hoy aparece ante nosotros incompleto pero lleno a pesar de todo de grandiosidad.
El arco, de medio punto y de una altura de 15 metros, era el vano central de una puerta de tres arcos, siendo los dos laterales, menores y rebajados. Toda su estructura estaba realizada en sillares de granito.
En él concluía el eje que segmentaba la ciudad de sur a norte, el Cardo Máximus, una de las calles principales en los tiempos de esplendor emeritense. Como curiosidad, podemos aún hoy ver en el suelo los goznes de las puertas que cerraban esta monumental puerta.
Cerca del Arco Trajano se encuentra el Parador de Mérida y en su área se han encontrado algunos bronces, restos de esculturas ornamentales e inscripciones que hacen suponer la existencia de otro foro, aparte del municipal, que tendría carácter de foro provincial de la Lusitania con su templo de culto imperial y sus edificios monumentales. El Arco de Trajano quedaría inserto en este conjunto, y como en otras ciudades romanas, el arco pudo desempeñar una función delimitadora entre estos espacios de distinto significado.