Artes Combinadas

Ficha de Cátedra N°1 - 2016

Disciplinariedad, Interdisciplinariedad, Multidisciplinariedad y Transdisciplinariedad

Desde las ciencias sociales diversos enfoques de lo discipilinar, interdisciplinar, multidisciplinar y transdisciplinar que dan lugar a definiciones también diferentes; tanto más si se efectúa la transposición al terreno de la producción del hecho artístico.

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Sobre la ética en el arte de acción. Bartolomé Ferrando

•Entiendo por ética un modo de obrar, una manera de actuar o de intervenir, que tiene su compensación en esa misma manera de obrar o de actuar.

•Toda ética se fundamenta en un saber, en un conocimiento, con el que la persona afianza la puesta en marcha de una actividad o de un modo de obrar determinado.

•Decir que una actividad es ética, implica, a mi parecer, que dicha actividad está en estrecha relación con el conocimiento y con el saber que uno tiene sobre el tema propio de la actividad. Pero además, será ética, cuando esté en relación con lo que uno realmente quiere o desea hacer.

•Por eso, para afirmar que una actividad es ética, al conocimiento y al saber, habrá que añadir la voluntad y el deseo de puesta en práctica de ese conocimiento y de ese saber.

•Y esa voluntad y deseo de puesta en práctica estará marcada por la relación con el otro; por la correlación con el otro, y de algún modo, por la aceptación y reciprocidad del otro. De otro que no es un individuo, sino más bien una generalidad de individuos. La ética y la estética, decía Rousseau, sólo pueden nacer en sociedad. (...) A pie de página el artículo completo en archivo .pdf

 

La ciudad-escenario: Itinerarios de la performance pública y la intervención urbana - Rodrigo Alonso

Desde que el ritmo urbano comenzó a dictar el compás del hombre moderno, las ciudades ocuparon un lugar central entre las problemáticas promotoras de la producción estética. El desarrollo de las vanguardias artísticas a comienzos del siglo pasado estuvo relacionado íntimamente con el surgimiento y desenvolvimiento de las metrópolis europeas. La obra de los jóvenes artistas del momento recoge esa influencia en referencias indirectas a su ritmo, organización y velocidad, y en alusiones explícitas a la vida ciudadana, su cultura, sus placeres y sus controversias sociales. Pero las ciudades ejercieron también otras atracciones sobre estos autores, ya que constituían el escenario privilegiado de la confrontación política en la que muchos de ellos se encontraban involucrados, y el ámbito que habitaba el “hombre nuevo” al que dirigían sus esfuerzos creativos. A pie de página archivo .pdf con el texto del artículo completo.

 Reactivando la esfera pública

Rodrigo Alonso

EN RETIRADA

Aún cuando en la década del sesenta se los atacó por considerárselos “elitistas”, los museos de arte fueron, desde sus inicios, espacios de democratización del patrimonio estético, lugares de la vida pública, de difusión de conocimientos comunes y de socialización de la cultura. Así fueron concebidos el Museo del Louvre en Paris y el Museo Británico de Londres –los primeros en abrir sus puertas– a finales del siglo dieciocho, pero también el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, y todos los organismos que el Estado argentino fue creando, a lo largo de la historia, con el fin de resguardar, conservar y promover la creación artística.

En los años recientes, las presiones económicas y políticas, sumadas a la creciente e irrefrenable mercantilización de las obras artísticas, han desdibujado aquella misión. La habitual lectura histórica y reflexiva sobre la que se sustentaban las colecciones fue dando paso a una política de exhibiciones cada vez más engarzada en el presente, determinando que los objetivos de los museos se acerquen peligrosamente a los del mercado del arte, y con ello, que su destino se balancee al ritmo de la producción artística contemporánea. El fenómeno tiene magnitud mundial y ha llevado a una reconsideración de las instituciones museísticas; no obstante, en los países donde éstas siguen dependiendo del Estado, su integración a la res pública continúa siendo un objetivo inalienable.

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 Sobre el arte en el mundo no –artístico

Tania Correa Bohórquez

En la historia del arte hay debates que se han mantenido a lo largo de los siglos: ¿qué es el arte? ¿Cuál es su función? ¿Debe tener una función? ¿Cuál es la relación del arte con el poder? En esta oportunidad haré algunos apuntes al debate sobre la relación entre el arte y el público, presentando algunas de las tendencias y posturas sobre este tema. Igualmente exploraré las posibilidades del arte como acción política con capacidad de interpelación y transformación. Algunas personas cuando piensan en arte piensan en algo lejano, asociado a galerías y museos, ajeno completamente al cotidiano vivir, por ende, espacio de especialistas y artistas aislados del resto del mundo, del no-arte. Otras posturas no establecen una división tan tajante y abogan por un espacio estético que inunda la cotidianidad, que puede ser político y en el que cualquier persona puede participar. Yo parto de considerar el arte como un proceso social que cambia dependiendo del contexto sociohistórico. En el contexto actual se han propiciado ‘prácticas artísticas’ que transforman la relación artista-público y en las que se pasa del papel de ‘espectador’ a una participación o interacción diferente.

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 TODO ARTE ES EXPERIENCIA SOCIAL

 PABLO HELGUERA

(…) La anomalía del territorio de lo artístico es que se redefine constantemente. El arte es aquello que siempre puede ser otra cosa, porque todo puede de repente llamarse arte. Hay un territorio de juego que valora cierto tipo de acciones para percibirlas dentro de un marco discursivo. No siempre fue así. En algún momento el arte fue algo que tenía que estar en un salón de exhibiciones. Tuvimos que inventar la noción del museo, que viene de la Revolución Francesa. Luego en el modernismo inventamos el cubo blanco, que básicamente es otro marco, un entorno en el cual entran varias cosas. Rueda de bicicleta (1913) de Marcel Duchamp es arte porque está dentro de ese cubo blanco, si la saca a la calle sólo es una rueda. Y luego llega un momento donde estamos prescindiendo inclusive del cubo blanco, que es el momento más fascinante: ahora. Ya sin el espacio físico, el marco que nos queda es básicamente discursivo: siempre y cuando esté ese discurso del arte algo podrá ser arte. Está el ejemplo del artista David Horvitz, quien ilustró varios artículos de Wikipedia sobre playas de California con fotos de dichos lugares insertándose a sí mismo, a lo lejos, en ellas. La foto en sí funciona como ilustración de la playa, pero a la vez es una intervención artística. En este caso, la percepción de esta obra como obra radicaba en la posibilidad de que alguien supiera que Horvitz, el artista, le había dado esa intención, pero de otra forma la obra pasaría desapercibida. Es arte porque se hace una cosa y algunas personas sabemos que es una obra y ya. Ese es el único contexto que necesitamos. Eso es lo que nos queda. Lo maravilloso de este momento es que el territorio de la discursividad es intangible y manipulable por cualquiera. No importa cuánto dinero tengas y qué tan poderoso seas: no tienes mayor control que otros sobre la fuerza de gravedad de la discursividad. (…) A pie de página archivo .pdf con el artículo completo.