LA ESPERANZA EN LA SAGRADA ESCRITURA (4)

La Esperanza en la Sagrada Escritura (4)

El santo temor de Dios perfecciona la virtud de la esperanza. Por ella anhelamos vivamente alcanzar la posesión de Dios; el temor nos lleva a evitar la dolorosa pérdida de Dios. La confianza en Dios y su inquebrantable firmeza no son anuladas por el temor. El santo temor de Dios hunde sus raíces en la insegura y defectible cooperación del hombre a los designios divinos. Precisamente la consideración de las debilidades humanas nos ayuda a poner toda nuestra confianza en Dios y a buscar tenazmente el apoyo de su gracia: Con gusto, pues, me gloriaré en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo (2Co 12, 9).

La fe y el conocimiento de la verdad de la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, ha prometido antes de todos los siglos. Tt 1, 1-2

No tenemos aquí ciudad fija, sino que vamos en busca de la que está por venir. Hb 13, 14

Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las piden. Mt 7, 11

Mi única mira es [...] ir corriendo hasta la meta, para ganar el premio al que Dios llama desde lo alto por Jesucristo. Flp 3, 13-14

Cuando alguno pecare (no desespere), tenemos por abogado para con el Padre a Jesucristo justo, y El mismo es la víctima de propiciación por nuestros pecados. 1Jn 2, 1-2

En virtud de la fe tenemos cabida en esta gracia, en la cual permanecemos firmes, y nos gloriamos esperando la gloria de los hijos de Dios. Rm 5, 2

Nosotros no somos salvos sino en esperanza [...]. Si esperamos lo que no vemos todavía, lo aguardamos por medio de la paciencia. Rm 8, 24-25.