La esperanza en la sagrada escritura 1

La esperanza se manifiesta a lo largo del Antiguo Testamento como una de las características más esenciales de la piedad del pueblo de Dios.

En el Génesis se habla ya de la esperanza en la victoria de la Mujer sobre los poderes del mal (Gn 3, 15), la esperanza de un mundo nuevo después del diluvio (Gn 9, 1-17), etc.

Oseas anuncia que Israel se convertirá y que florecerá el amor antiguo (Os 2, 16-25). Isaías, en medio de las decepciones del reinado de Ezequiel, anuncia la esperanza del Mesías (Is 7,9-14). Jeremías, ultrajado y aprisionado, no podrá menos de decir: Dichoso el hombre que confía en Yahvé y cuya esperanza es Yahvé (Jr 17, 7). Cuando Babilonia se vuelve amenazadora, el profeta declara que el Señor reserva a su pueblo un porvenir lleno de esperanza (Jr 17, 7). Ezequiel devuelve a Israel, de parte de Dios, la esperanza perdida: Y sabréis que yo, Yahvé, digo y cumplo (Ez 37, 1-14).

Pero es en los Salmos donde se repite sin cesar la plena confianza en el Señor, origen de toda esperanza: Dios mío, confío en ti (Sal 25, 2; 28, 7; 31, 7); No dejes confundida mi esperanza (119, 116.) O también: Tú eres mi esperanza [...], tú eres para mí un refugio (71, 5; (61, 4); En tu palabra espero ((119, 81).