Federico O'Reilly Togno
Por Silvia-Ruiz Acosta
Federico O'Reilly Togno
Por Silvia-Ruiz Acosta
Cuando se piensa en escribir una anécdota de Federico parecería muy fácil hacerlo, hay tantas de donde escoger. Sin embargo es precisamente eso lo que lo hace tan difícil. Conocí a Federico primeramente como profesor y al igual que todos sus estudiantes muchos conceptos se quedaron grabados para siempre en mi mente, gracias a la relación que hacía Fede con un cuento o un chiste, algunos de ellos ahora ya no serían políticamente correctos, pero a todos sus estudiantes jamás se nos van a olvidar.
Tuve la suerte de trabajar en el mismo Instituto por más de 35 años y así disfrutar de sus conocimientos, chistes e historias, y en particular de trabajar como su Secretaría Académica cuando él fue Director del Instituto. Fue entonces cuando se gestaron los proyectos académicos que después se concretaron, pero más importantes es que se consolido una gran amistad con Federico. Creo que mas allá de sus chistes y su buen humor y todo lo aprendido desde que fue mi maestro y todos esos años después, para mi la enseñanza más importante que me dejó Federico fue la fortaleza y entereza para afrontar su enfermedad, apoyado por su buen humor y en ocasiones humor negro, la manera en que enfrento estos años fue admirable y un ejemplo. Es muy difícil pensar en volver al Instituto y no ver a Federico llegar, o bajar de clases y pararse en la puerta de mi oficina para platicar, contar un chiste o un cuento o alguna vivencia reciente o a veces no tan reciente pero siempre interesante. Igual que en todos los que tuvimos la oportunidad de conocer a Federico, su recuerdo y enseñanzas siempre estarán conmigo.