#Quedate en casa

Hola a tod@s!,

Cómo seguimos en este tiempo tan especial???... confío en que, a pesar de las dificultades que estemos viviendo, no nos perdamos las grandes enseñanzas que la vida nos está ofreciendo. Hoy os presentamos una historia que nos puede ayudar a pensar en esto

"Esto sucedió cuando yo era más joven.

Estábamos en la terraza de mi amigo Paco, comentando qué habíamos hecho en vacaciones. Uno de nuestros colegas contó que había estado en el Atlas marroquí, junto a unos amigos, haciendo una ruta en bicicleta. Llevaban meses planeando esa ruta.

-¿Y qué tal?

-Pues al principio bien. Pero la segunda semana tuvimos un percance, porque a uno de los que íbamos se le rompió una tuerca de la bicicleta y no llevábamos repuestos.

-Vaya

-Así que llegamos a un pueblo en mitad del Atlas y preguntamos donde había una tienda de bicicletas, pero no había nada parecido a una tienda de bicicletas. La tienda más cercana estaba como a tres días de camino. Estábamos en mitad de la nada.

-¿Y que hicisteis?

-Imagínate el cabreo, todo lo que habíamos planificado al carajo.

-Ya.

-Insistimos a la gente, pero ya sabes como son. Nos decían que había que esperar, y que tuviésemos paciencia. No entendían que teníamos veinte días de vacaciones justos. Ellos estaban en plan: ” tranquilos, no pasa nada”.

-Ah.

-Total, que insistimos a uno para que fuese a la ciudad y nos trajese una tuerca. No fuimos nosotros porque teníamos que quedarnos con las bicicletas, evidentemente, y tampoco queríamos separarnos.

-Evidentemente. ¿Y dónde os quedasteis?

-En casas de gente del pueblo.

-¡Qué hospitalarios!

-Si, bueno, nos hacían de comer y eso. Pero no parecían darse mucha prisa con nada. Total, que pasa un día, y dos, y tres, y nosotros preguntando por el chico que había ido por la tuerca. Y nada. Era desesperante.

-Pues vaya!.

-Y la gente no paraba de venir a hablar con nosotros. Nos miraban como si no hubiesen visto nada parecido en la vida. De las aldeas de al lado venían a conocernos, y nos traían comida.

-Que amables!

-Si, muy amables, pero vaya contratiempo. Fíjate que hasta nos dio tiempo a que nos invitaran a una boda. ¡A una boda! Se casó alguien de los alrededores y fuimos los invitados de honor, y tuvimos que bailar y todo. Al principio pasábamos de ir, pero luego pensamos que como se iba a reunir mucha gente igual teníamos suerte y alguien nos podía ayudar con la tuerca. Es una tuerca muy complicada.

-¿Qué tal estuvo la boda?

-¿Qué boda?

-La boda a la que os invitaron

-Ah, la boda…. Bien, supongo. Yo qué se. La verdad es que no estábamos muy atentos. Estábamos preguntando a la gente qué clase de bicis tenían. Date cuenta que llevábamos casi una semana allí y todavía no había llegado la tuerca.

-Entiendo.

-Total, que al final vuelve el Hakim de las narices, el chico que había ido a por la tuerca.. ¡Y vuelve sin la tuerca! ¿Te lo puedes creer? ¡Después de una semana! Es que es flipante…. qué fuerte!.

-Bueno, esas bicicletas tan técnicas….

-Sí, lo que quieras. Nos pusimos hechos una furia. No te quiero ni contar. La verdad es que me da vergüenza las cosas que les dijimos. En fin, no sabían mucho español. O eso espero.

-¿Y que hicisteis?

-Pues vas a flipar. Cuando nos vieron así de cabreados hablaron entre ellos, y al día siguiente fueron a un pueblo más o menos cerca, donde había un herrero, y el tipo nos hizo la tuerca. Pam, pam…. ¡en media hora! ¡Nos costó dos dirhams! Y ya está. Perdimos casi una semana de ruta, pero por suerte pudimos acortar y llegar a la cascada de Ouzuoud el sábado, que era el plan.

-Ya.

Nos enseñó la foto. Una foto de tres chicos y sus bicicletas en la cascada de Ouzoud, no diferente a miles de fotos turísticas. Le preguntamos si tenía fotos de aquel pueblo, de aquella boda, pero no tenía. Y continuó hablando de kilómetros, desniveles, medias….

Cuando se fue nuestro colega, recuerdo que nos quedamos conversando en la terraza y nos reímos de esos expedicionarios de salón. De su ceguera. El destino les había propuesto una aventura y habían sido incapaces de reconocerla cuando estaba delante de sus narices, encarnada en esas personas que les ofrecían su casa y les invitaban a sus bodas. Habían sido ciegos y sordos a la amistad de esas gentes, su generosidad y su alegría, como obcecados príncipes de Serendipy pendientes sólo de su tuerca.


El día que cortaron las clases, nos dieron instrucciones para seguir el trabajo online. La idea es que la enseñanza se vea afectada lo menos posible y no nos perjudique este parón. Es razonable, claro. Hay que seguir adelante. Pero cuando lo pienso me resulta evidente que no hace falta enseñar mucho porque pocas situaciones son tan educativas como esta. Dentro de veinte años los jóvenes, y los no tan jóvenes, recordaremos los días del Coronavirus, los días que nos quedamos en casa. Los días que aprendimos cosas, cosas diferentes a Matemáticas, Francés, Historia de la Filosofía…., pero que también son valiosas.

Tal vez aprender a estar solos. Tal vez a estar con alguien.

Tal vez a aburrirnos. Tal vez a divertirnos.

Tal vez a lidiar con el miedo. Tal vez a asustarnos.

A compartir. A pedir.

A hablar. A callarse.

Cuidaos. Aprended. Mirad más allá de la tuerca.

" Si lloras por haber perdido el sol las lágrimas no te permitirán ver las estrellas" ( Rabindranath Tagore)