Responder a la pregunta de por qué un o una adolescente comienza a apostar y, sobre todo, por qué desarrolla un problema con el juego, no es simple. Más aún cuando no todos los y las menores que entran en contacto con las apuestas online desarrollan un trastorno de juego.
Así, podemos adelantar que el juego problemático no obedece a una única causa, sino que tiene un carácter multidimensional. Es el resultado de la suma e interacción de distintos factores que incluyen aspectos personales, familiares, sociales y contextuales. Es necesario que comprendamos desde un inicio que son diversas variables las que pueden influir sobre la decisión de nuestra hija o hijo de comenzar a apostar y de continuar jugando.
👉Vamos a definir primero qué entendemos por factor de riesgo y por factor de protección:
A pesar de que no puede establecerse una relación causa-efecto entre la aparición de un problema de juego y la presencia de un determinado factor de riesgo, se puede afirmar que cuantos más factores estén presentes, mayor probabilidad habrá de que la persona se implique en conductas relacionadas con el juego. Mientras que algunos factores pueden interactuar entre sí y potenciarse, contribuyendo a una mayor gravedad del problema, otros pueden ayudar a reducir el riesgo. Además, algunos factores pueden incidir directamente sobre la decisión de apostar (ej. la accesibilidad al juego, la presión de las amistades para apostar), mientras que otros lo harán de forma indirecta (ej. problemas familiares, síntomas depresivos).
Mostramos a continuación una lista de las factores de riesgo más estudiados respecto al juego de apuestas en la adolescencia y juventud que actúan a distintos niveles:
Cabe hacer una especial mención a la publicidad de juego al ser esta tan efectiva, ya que aumenta el consumo de lo que anuncia y contribuye a normalizar el juego y que sea aceptado socialmente. Cada vez mayor número de investigaciones apuntan a que una mayor exposición a la publicidad se relaciona con una mayor frecuencia de juego tanto en personas adultas como en jóvenes y adolescentes (Clemens, Hanewinkel y Morgenstern, 2016; Hing et al., 2014; Lloret, Cabrera-Perona et al., 2016; 2018; McMullan, Sklar y Derevensky, 2010; entre otros). Desde la legalización del juego online en 2011 en nuestro país, los operadores de juego han iniciado una estrategia publicitaria a través de diversos canales y tecnologías que se enfoca en muchos casos hacia la población más joven. A pesar de los intentos de protegerles, las medidas adoptadas por la administración pública para la comercialización de productos de juego y su publicidad hasta la fecha han sido insuficientes.
Además, recientemente se ha añadido el riesgo que conlleva este tipo de publicidad en redes sociales. Cientos de cuentas ofrecen “trucos y consejos” para ganar dinero en minijuegos de apuestas, promoviendo los juegos de azar entre los menores. Si entramos en TikTok o YouTube son numerosos los vídeos que podemos encontrar centrados en diferentes juegos de azar. Se trata de contenidos que cuentan con miles de visitas y ‘me gusta’ en los que se promete la posibilidad de “ganar dinero muy fácilmente”. Los usuarios graban sus partidas y ofrecen trucos “infalibles”.
Una vez que el o la menor se ha iniciado en el juego existen otras circunstancias que aumentan la probabilidad de seguir apostando. Destacamos las creencias irracionales sobre la probabilidad de ganar y el desconocimiento de las probabilidades reales de ganancia en el juego.
Entre los factores de protección, menos investigados que los de riesgo, encontramos:
Género femenino
Presentar bienestar emocional
Habilidades de autocontrol
Tener modelos o referentes positivos que no apuestan
A nivel familiar:
Modelo de conducta adecuado.
Vínculo o cohesión familiar.
Alto grado de comunicación.
Establecimiento de normas claras y consensuadas.
Supervisión de las actividades de navegación y online.
Promoción de hábitos de ocio saludables.
Llegados a este punto, nadie duda de que el papel de las familias es clave para la prevención de conductas de riesgo:
De un lado, conteniendo factores negativos y de riesgo familiar. Así, la familia puede actuar disminuyendo las situaciones de conflicto familiar, la baja cohesión familiar, las deficiencias en la comunicación, filtrando las influencias negativas exteriores o un mal clima familiar, en definitiva.
De otro lado, promoviendo factores de protección, como: educar afectivamente dotando de habilidades sociales, ayudando a comprender y regular las emociones y frustraciones, y promoviendo la asunción de responsabilidades.
Finalmente, trabajando el desarrollo de una actitud para el uso responsable de las tecnologías, lo que podemos denominar la educación digital de las y los menores.
Como vemos, desde la perspectiva familiar, prevenir es también educar. Una acción mantenida en el tiempo y que debe incorporar progresivamente acciones más concretas de forma anticipada a la aparición de la conducta de riesgo.
Una vez tenido en cuenta lo anterior, podemos comenzar a construir nuestro sistema de prevención familiar. Así, un sistema ideal de prevención y protección desde la familia debe sustentarse en un estilo educativo que provea de un clima afectivo y de comunicación capaz de permitir al o a la menor crecer con confianza hacia sus progenitores. El estilo educativo es la forma estable de actuar de las personas adultas respecto a las y las menores ante situaciones cotidianas, cuando hay que tomar decisiones sobre su vida o resolver algún conflicto. Con otras palabras, sería el patrón de actuación de madres y padres respecto a las conductas de sus hijas e hijos.
Un estilo educativo democrático une un alto grado de afecto y empatía, pero también un nivel de control satisfactorio para padres y madres. De esta manera, se crea un ambiente familiar de diálogo donde los y las menores asumen responsabilidades. Sobre este estilo, debe procurarse la creación de un sistema de normas generales. Una vez creado este sistema de normas, será momento de ejercer las dimensiones de la mediación parental (ej. información, orientación, monitorización) y poner en práctica las pautas preventivas específicas.
Una descripción esquemática del procedimiento ideal de prevención familiar sería el siguiente:
Educar en un estilo educativo democrático, que conjugue supervisión y afecto.
Establecer normas generales y de convivencia.
Poner en práctica estrategias de mediación parental.
Seguir pautas preventivas específicas de juego de apuestas (detección precoz llegado el caso).
Como es esperable, las fases 3 y 4 serán más eficaces cuanto más estables y consolidadas estén las fases 1 y 2.
Presentaremos brevemente en los siguientes puntos de este módulo algunas consideraciones sobre las normas y límites (fase 2) y haremos algunos apuntes sobre la mediación parental (fase 3), dejando las pautas específicas y de detección precoz (fase 4) para el siguiente módulo.
Un tema recurrente en los textos dirigidos a padres y madres es el establecimiento de normas generales de convivencia y específicas sobre el uso de las tecnologías. Esta pauta fundamental toma mayor relevancia cuando hablamos de adolescentes y juego de apuestas online, donde las apuestas suceden a través de dispositivos tecnológicos.
Los datos nos indican que existe un bajo nivel de puesta en práctica de normas familiares, lo cual se debe en parte a la equivocada percepción parental de que establecer límites claros les convertiría en madres o padres autoritarios, lo que les alejaría de sus hijas e hijos. Sin embargo, marcar normas, lejos de reflejar solamente imposición, expresa orientación, ocupación, seguridad y prevención. Al mismo tiempo, la tarea de marcar normas ante las nuevas tecnologías es una tarea compleja. ¿Cómo favorecer y promover el uso responsable de las mismas y a la vez limitar y restringir ciertos contenidos de riesgo online?
Teniendo en cuenta que el juego de apuestas online es ya una de las actividades de ocio consideradas habituales por los menores (ESTUDES, 2021) y uno de los riesgos emergentes en la navegación a través de internet, merece la pena que recordemos algunos conceptos básicos sobre el establecimiento de normas en la familia y la utilidad que para nuestras hijas e hijos pueden tener.
El establecimiento de normas y límites en el ámbito familiar es uno de los factores de protección para reducir la aparición de conductas de riesgo en nuestras hijas e hijos, además de ser necesarias para un buen funcionamiento familiar y para su óptimo desarrollo. La familia es el primer grupo de pertenencia, y, por lo tanto, la primera referencia social de las y los menores. Los límites y normas aportan protección y seguridad. Si crecen en un entorno donde los límites y las normas están bien definidas y son respetadas y cumplidas también por madres y padres, aprenderán cómo deben comportarse mediante el ejemplo y saber lo que se espera de ellas y ellos en cada momento. Esta certidumbre ayudará en la disminución de ansiedad, y contribuirá a la construcción de valores, además de fomentar la responsabilidad, el autocontrol y la tolerancia a la frustración de nuestras hijas e hijos al añadir restricciones a su comportamiento. Por el contrario, si se impone a su madre o padre, no podrá sentir protección por su parte, no conocerá límites ni frustración y recibirá el mensaje implícito de que haga lo que haga, no es importante para sus figuras de referencia, lo que podría traducirse en un desarrollo personal inadecuado o en "llamadas de atención" a través de conductas de riesgo.
En la etapa adolescente comienzan a tener móviles, empiezan a reclamar autonomía y aparecen los primeros riesgos sobre contenidos web inapropiados como las apuestas. Si bien en etapas anteriores de la infancia fue el momento de establecer normas fundamentales y básicas, y hacerlo de forma progresiva para instaurar hábitos y rutinas, estas nuevas etapas deben caracterizarse por el diálogo previo para incorporar normas avanzadas, negociando en unos casos y poniendo reglas en otros, y manteniendo equilibrio entre la autonomía que pretendemos dar a nuestras hijas e hijos y los límites necesarios.
Como en etapas anteriores, las normas se aceptarán de mejor grado y se interiorizarán mejor si son establecidas dentro de un clima afectuoso y de empatía. La implantación de una norma necesita un tiempo para hacerla entender, establecerla, interiorizarla y hacerla cumplir. Por ello es aconsejable la paciencia, así como centrarse en reforzar o valorar el buen comportamiento de nuestras hijas e hijos, en lugar de resaltar sus errores e incumplimientos.
Por último, recordemos que las normas y límites establecidos respecto al uso de las tecnologías deberán estar enfocadas y centradas en los riesgos a los que se exponen las y los menores, conociendo que estos riesgos se modifican a un ritmo muy rápido por la propia evolución tecnológica y que no son los mismos -ni se dan en los mismos niveles e intensidades- para los diferentes tramos de edad. En el caso del juego de apuestas presencial y online, la ley nos facilita la labor. Recordemos que el juego de apuestas está prohibido a menores de 18 años, por lo que cualquier norma familiar al respecto será clara. De esta manera, lo más recomendable es que en primer lugar (en la adolescencia temprana) se marquen normas generales de uso, tiempo de conexión y prohibición de acceso a contenidos inapropiados para posteriormente, sobre los 14 años, incorporar las pautas específicas de educaci6n parental relacionadas con el juego y las apuestas.
Recordamos algunos aspectos básicos para marcar normas en el siguiente decálogo.
Se define como mediación parental al conjunto de estrategias que madres y padres ponen en práctica hacia el uso de las tecnologías por parte de sus menores con la finalidad de conseguir una conducta deseable de las mismas. En otras palabras, se trata de una forma activa de educarlos digitalmente, para que sean capaces de regularse ante posibles riesgos online. Este conjunto de estrategias puede comprender, entre otras: informar, guiar, acompañar, supervisar y delimitar o restringir el uso y las posibles contenidos online.
Es importante diferenciar dos términos que se parecen mucho, pero que difieren bastante, sobre todo en la implicación de progenitores en la labor preventiva: la mediación parental y el control parental.
Mientras que el control parental se refiere a cualquier herramienta software (aplicaciones, programas, etc.) que permite controlar, limitar o filtrar las contenidos que un o una menor puede visualizar o acceder desde su ordenador o smartphone, el término mediación parental es mucho más amplio. Así, el control parental formará parte de la mediación parental. Sería un recurso más de ella, que puede ayudar a la monitorización, ya que, en ocasiones, podemos servirnos de ayudas software para poder recabar información adicional sobre los usos de nuestros hijos e hijas. Sin embargo, confiar únicamente a los “controles parentales” la prevención de riesgos online es un error, ya que estas apps podrían solventar momentáneamente nuestro problema, pero debemos tener en cuenta que ninguna de estas herramientas es 100% efectiva. El mejor control parental será hablar con nuestras hijas e hijos, fomentar un espíritu crítico, establecer y consensuar normas y límites y participar, de manera conjunta, en actividades online.
Conjunto de estrategias que madres y padres realizan con el objetivo de que el uso de las nuevas tecnologías sea el deseable por parte de menores.
Tres tipos:
ACTIVA: Hablar sobre las nuevas tecnologías, sus usos, riesgos y contenidos (Ej. las webs y anuncios de apuestas).
RESTRICTIVA: Establecer normas de restricción de uso, contenidos, etc.
CO-USO: Participare en el uso de las nuevas tecnologías conjuntamente con el o la menor.
Requiere más esfuerzo por parte de padres/madres.
Herramientas de software (APPS, programas, Filtros, tc) que pueden ayudar a evitar usos indebidos o arriesgados a través de las nuevas tecnologías.
Herramientas de conttrol de la navegación, bloqueo de páginas y aplicaciones, programas para el control del tiempo de uso, apps para crear registros de uso e historiales, etc.
Requiere menos esfuerzo por parte de padres/madres.
A menudo se utilizan como sistemas de espionaje, para justificar una medida punitiva.
Con la instalación del control parental en todos los dispositivos de casa protegemos a nuestros hijos e hijas de contenidos inapropiados presentes en Internet. Se puede además bloquear determinados sitios web o categorías concretas de búsqueda; así como limitar las descargas para mantener los dispositivos seguros. Se propone la visualización del siguiente vídeo sobre herramientas de control parental y cómo utilizarlas.
La ciudadanía cuenta con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) que ofrece recursos, formación y ayuda a cualquier ciudadano o ciudadana que lo necesite.
Es conveniente no esperar a ejercer la mediación parental cuando aparezca el riesgo o una situación de emergencia. Debemos establecer normas desde la infancia.