Paula Salas

¿Es posible que un video de treinta segundos pueda indignar a gran parte de España? Tristemente, Si. Se ha ido difundiendo por las redes sociales un fragmento de lo que se puede denominar “tradición”, en la que un joven, apoyado por el resto de sus compañeros, ha comenzado a referirse de forma denigrante a las chicas que vivían en el colegio mayor de enfrente. Estas ofensas son una clara prueba de que la sociedad sigue siendo machista y misógina, que para cambiarlo se va a necesitar mucho tiempo, una implicación de los agentes sociales y un profundo cambio en nuestra educación. Al mismo tiempo, los jóvenes no son conscientes del daño que pueden llegar a provocar con esas descalificaciones. Una de las consecuencias es que las jóvenes no quieran salir del colegio mayor por miedo a sufrir ataques machistas y vejatorios en la calle. Esta práctica denominada “la granja” es una tradición cuanto menos arcaica, ya que se deja a un lado el respeto hacia las mujeres. Está humillación recibida es una falta de educación y decoro que demuestra que queda mucho camino para llegar a una comunidad respetuosa e igualitaria.

Por otra parte, hay personas que quitan peso a estos comportamientos argumentando que se trata de una tradición llevada a cabo durante muchos años. A lo que añaden que el vídeo se está malinterpretando porque solo se viralizó los comentarios de los jóvenes y no la respuesta de las chicas. También se debe añadir que las residentes que han testificado han explicado que ellas en ningún momento se han sentido ofendidas, que no se sienten acosadas, y que no se debió malinterpretar el video sin saber el verdadero contexto.

Estoy en total desacuerdo con esta arcaica tradición. En primer lugar, esos comentarios son claros ejemplos de misoginia, que pueden llevar a crear cierto terror e intimidación entre las mujeres. Además, esto nos indica una más que evidente falta de cultura sexual que debe ser subsanada de inmediato. Para poder llegar a una sociedad donde la mujer y el hombre se respeten por cómo son y no por lo que son, no podremos decir que estamos ante una igualdad. A mi parecer estas acciones deberían ser condenadas de forma contundente,, es la única forma de que no se vuelvan a repetir estos hechos, y que se lamenten las consecuencias.