#ReflexiónCGR N.° 15
15 de mayo de 2020
La crisis del COVID-19 generará retos para las estrategias de desarrollo de los países y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En este sentido, es prioritario analizar detalladamente las implicaciones y ajustes sobre el Plan Nacional de Desarrollo y de Inversión Pública del Bicentenario 2019-2022 (PNDIP).
Es crucial fortalecer el monitoreo del PNDIP 2019-2022 y de sus riesgos, tomar decisiones oportunas, vincular planes y presupuestos, y conformar estrategias integrales
La planificación para el desarrollo del país se ve afectada por la pandemia en múltiples dimensiones, con un amplio rango de efectos y especialmente acentuados en determinados sectores. En este contexto, se deben valorar riesgos y analizar escenarios para generar estrategias integrales que permitan adaptarse ante la incertidumbre.
La situación actual plantea la necesidad de adaptar las estrategias del PNDIP 2019-2022, el cual es el instrumento de gestión gubernamental que orienta, coordina, articula y dirige las prioridades estratégicas del Poder Ejecutivo durante el mandato presidencial[1].
Consecuentemente, también incidirá sobre el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para la Organización de las Naciones Unidas, el COVID-19 es una problemática global que agrega retos a cada uno de los 17 Objetivos de la Agenda 2030[2]. Según su Secretario General, “todo lo que hagamos durante esta crisis y después de ella deberá centrarse en la construcción de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles, y que sean más resistentes a las pandemias, al cambio climático y a los muchos otros desafíos mundiales a los que nos enfrentamos”[3].
En términos sociales, el COVID-19 agrava importantes retos que ya el país mantenía, como la erradicación de la pobreza y el hambre; proteger la salud de las personas; frenar el desempleo y la informalidad; garantizar el acceso a la educación de calidad, agua limpia y saneamiento; reducir las desigualdades; mejorar las instituciones públicas; y generar alianzas para el desarrollo.
En términos económicos[4], se prevén afectaciones como menores espacios fiscales para financiar el desarrollo del país, caídas en las exportaciones, una contracción en el consumo de los hogares, así como la influencia de un menor crecimiento económico mundial y de los socios comerciales como Estados Unidos[5].
En términos ambientales, la crisis advierte sobre la necesidad de fomentar paradigmas de producción y consumo más responsable; ciudades y comunidades más sostenibles; y fomentar fuentes de energía asequible y no contaminante, considerando transformaciones como el teletrabajo y el cambio tecnológico. La ONU prevé que las reducciones en las emisiones generadas por el COVID-19 serán de corto plazo, e incluso alerta sobre un posible repunte después de la crisis[6].
A partir de lo anterior, es importante que se realicen valoraciones específicas de los efectos del COVID-19 sobre todas las metas del PNDIP 2019-2022, considerando eventuales cambios en los recursos disponibles, los riesgos previstos, las necesidades de los distintos usuarios y partes interesadas, entre otros factores.
Dada la compleja situación financiera del Estado costarricense previo a la emergencia, la afectación no solo se dará en cuanto a una menor cantidad de recursos disponibles para el financiamiento de las intervenciones para la mejora de los indicadores, sino que la pandemia en sí podrá impactar algunos de los niveles o logros ya alcanzados, o en su defecto, golpear aún más las áreas que se encontraban más rezagadas.
En particular, se prevén las afectaciones más agudas en el cumplimiento de metas del PNDIP que requieran de mayor interacción social, como las actividades turísticas, los servicios de salud, y otras intervenciones públicas de carácter presencial que no logren adaptarse al cambio. A manera de ejemplo, en el siguiente diagrama se observan algunos compromisos en el PNDIP 2019-2022 para instituciones seleccionadas con alta exposición ante la emergencia.
Figura N.° 1
Compromisos del PNDIP 2019-2022 de las instituciones de mayor exposición ante la emergencia.
La pandemia genera un panorama distinto de la formulación del PNDIP en 2018, y se espera que sus efectos varíen según las particularidades de cada meta. Además, la incertidumbre estará acompañada de efectos cruzados que pueden agravar sus consecuencias, como lo pronostica el FMI a nivel mundial[7].
Dada la incertidumbre que se mantendrá durante los próximos meses, será vital reforzar el monitoreo de los compromisos del PNDIP 2019-2022 y de la evolución de sus riesgos. El seguimiento de sus metas se realiza mediante un sistema en línea cuyo uso puede potenciarse, según ha evidenciado la CGR[8].
Además, podrían estar desactualizados los Planes de Acción de 2020 que sirven de complemento al monitoreo del PNDIP[9]. Asimismo, en este momento las instituciones se encuentran programando las metas y presupuestos para el período 2021, las cuales podrán necesitar ajustes posteriores para adaptarse ante las circunstancias[10].
La pertinencia y utilidad del PNDIP para el sector público, dependerá de su capacidad de flexibilidad y adaptación, basada en un análisis técnico robusto que respalde los cambios necesarios, en una priorización de las intervenciones a partir de un análisis de costos y beneficios, en repensar las estrategias, y enfocarse en la eficiencia para alcanzar las metas con menos recursos y en la implementación de acciones oportunas para potenciar aquellas metas críticas. El liderazgo del Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN) es fundamental en este contexto.
Figura N.° 2
Flexibilidad y adaptación del PNDIP 2019-2022 ante el COVID.
Ante la dimensión de estos retos, el país requiere de estrategias multidimensionales, integrales y coordinadas entre todos los actores que intervienen en el desarrollo del país: sociales, políticos, económicos, productivos, nacionales, regionales, internacionales, públicos y privados. El PNDIP está llamado a ser el marco de referencia para el resto de instrumentos de planificación del Sector Público, entre ellos los planes operativos, sectoriales y regionales, sobre los cuales también inciden e interactúan el Plan Nacional de Emergencia y la Planificación de la Ruta Económica Post Covid-19.
Es fundamental que las instituciones públicas logren anticiparse a los eventuales riesgos que pueden incidir en el cumplimiento del PNDIP, así como identificar oportunidades ante las nuevas circunstancias. Es crucial que este proceso sea transparente y oportuno para la toma de decisiones. De igual forma, es importante considerar que en cada una de las eventuales modificaciones habrá aprendizajes para mejorar la formulación de futuras intervenciones públicas[11].
Ante la crisis, el PNDIP 2019-2022 y el Sistema Nacional de Planificación deben proveer una visión integral para la toma de decisiones, analizar escenarios, priorizar intervenciones, monitorear resultados y gestionar aprendizajes de cara al futuro. Se enfrentarán al reto de adaptarse con el fin de dar una respuesta oportuna ante la crisis, acelerar la recuperación y potenciar mejores intervenciones públicas a futuro.
Más información en:
MIDEPLAN. Página web oficial sobre el Plan Nacional de Desarrollo y de Inversión Pública del Bicentenario.
CGR. Memoria Anual 2019, p. 54-62.