López Mateos, joven, comparado con su antecesor Ruiz Cortines, gran orador, de personalidad carismática, apasionado por las mujeres y aficionado a los coches de carrera, renovó la esperanza en la Revolución Mexicana y en el futuro promisorio de México.
Al asumir la presidencia Adolfo López Mateos el 1° de diciembre de 1958 en el Palacio de Bellas Artes, el mundo pasaba por un periodo de relativa tranquilidad, de “coexistencia pacífica” y descolonización de África y Asia, tras la paranoia de la guerra fría .
La Organización de las Naciones Unidas proponía que la década de los sesenta fuera la “Década del Desarrollo”, planeado y promovido por la administración pública y la ayuda internacional. Se vislumbraba así, una era de esperanza en la que la cooperación entre las naciones traería el progreso material y la paz para todos los pueblos, aun para los más pobres.
En lo interno, el país podía gloriarse de su crecimiento económico y de su estabilidad política. Habían transcurrido casi cincuenta años desde el inicio de la Revolución Mexicana y los avances eran notables en la industrialización, en la creación de empleos bien remunerados, y en materia de infraestructura, se habían construido grandes obras de riego, electrificación y carreteras; lo mismo había grandes avances en la educación, la salud, la seguridad social y la vivienda. Había surgido una amplia clase media resultado de la movilidad social y de la urbanización acelerada. Todos estos beneficios estimulaban un amplio apoyo de la población al gobierno y al régimen político aunque existieran sectores importantes marginados del progreso alcanzado y la disidencia fuera reprimida periódicamente.
Fueron reprimidos por los soldados los movimientos de los maestros y telefonistas y se “desconocieron” o encarcelaron a los dirigentes, como al líder magisterial Othón Salazar; también se persiguieron a las organizaciones de izquierda y se apresó a Arnoldo Martínez Verdugo, del Partido Comunista. En contraste, López Mateos apoyó a líderes oficialistas, como Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”.
Sin embargo, su posición de “extrema izquierda” no siempre fue avalada en los hechos, dado su rechazo a toda disidencia. Así, uno de los primeros problemas que tuvo que enfrentar en 1959, ya como presidente, fue la huelga de los ferrocarrileros, planteada un año antes por el sindicato no oficialista dirigido por Demetrio Vallejo y Valentín Campa. Si bien aceptó algunas de las demandas del sindicato, terminó aplicando la requisa a la empresa y encarcelando a los líderes bajo el cargo de “disolución social” consignado en el artículo 145 del Código Penal, un delito creado durante la Segunda Guerra Mundial para castigar el sabotaje y la sedición. La huelga fue declarada inexistente e ilegal por las autoridades laborales, fueron cesados miles de trabajadores y las instalaciones ferroviarias requisadas por el ejército.
A pesar de que el país estaba en aparente paz y que el régimen priísta gozaba del consenso de la mayoría de la población debido al mejoramiento de las condiciones de vida de parte importante de la población, las acciones represivas del gobierno y el ejemplo de la revolución socialista cubana impulsaron a un grupo de personas que no creían en el “milagro mexicano”, entre las cuales se encontraba el expresidente Cárdenas, a organizar el Movimiento de Liberación Nacional, MLN, que el 15 de septiembre de 1961 presentó su programa, en el que demandaba, entre otras, la plena vigencia de la Constitución, la libertad para los presos políticos, la libre expresión de las ideas, la reforma agraria integral, la autonomía y democracia sindical y ejidal, la industrialización nacional sin hipotecas extranjeras, el reparto justo de la riqueza nacional y la solidaridad con Cuba.
Por su parte, la iglesia católica emprendió una campaña de “Cristianismo sí, comunismo no”, los grupos de derecha organizaron el Frente Cívico Mexicano de Afirmación Revolucionaria, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, MURO, filial del Yunque, y los empresarios crearon el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios para defender sus intereses.
Para incluir en la arena política institucional a los diversos grupos disidentes, López Mateos promovió la reforma de los artículos 54 y 63 de la Constitución para crear la figura jurídica de los “diputados de partido” cuando estos organismos obtuvieran el 2.5% de la votación, que aunque no puso en peligro el dominio del PRI en la Cámara de Diputados, si abrió paso a algunas voces de los partidos de oposición como el PAN, el PARM y el PPS.
Al mismo tiempo, para promover la unidad del grupo revolucionario, el 7 de diciembre de 1961, López Mateos otorgó cargos públicos a todos los expresidentes vivos en esa fecha: Roque González Garza, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines.
Derogó 46 concesiones de inafectabilidad ganadera y no otorgó ninguna; también derogó la Ley Federal de Colonización que obstruía la reforma agraria. Así, la tasa de crecimiento agropecuario fue del 6% anual: maíz, 5.3%; frijol, 9.5%; trigo, 5.3%; papa, 13.5%; café, 10%; caña de azúcar, 4%; tomate, 6.2%; sorgo, 34.8%; y ganadería, 6%.
Más allá del autoritarismo que era connatural al régimen establecido, además de sus logros económicos, el gobierno de López Mateos otorgó beneficios indiscutibles para los más desprotegidos y para el país: en el campo, trató de realizar la “reforma agraria integral” para llevar hasta sus últimas consecuencias los principios de justicia social en el agro; así distribuyó 16 millones de hectáreas entre los campesinos, más que cualquier otro presidente desde los tiempos de Lázaro Cárdenas; también creó la CONASUPO para mantener precios de garantía a la producción agrícola, constituir reservas de estos productos y regular sus precios al consumidor; además, estableció la Aseguradora Nacional Agrícola y Ganadera en apoyo del campo.
En asuntos laborales, estableció la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas mediante la reforma al artículo 123 Constitucional; se definieron los lineamientos para la fijación de los salarios mínimos y el 5 de diciembre de 1963 se consolidaron jurídicamente los derechos de los trabajadores al servicio del Estado mediante el agregado del apartado B al artículo 123 de la Constitución.
En materia social, se erradicó la fiebre amarilla y la viruela; se produjo la vacuna contra la poliomielitis y se hizo obligatoria la vacunación oral de los recién nacidos; se ayodató la sal para consumo humano para disminuir la enfermedad del bocio; y se disminuyeron el mal del pinto, la tuberculosis y las enfermedades de origen hídrico. El Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, extendió su cobertura y sus clínicas se establecieron a lo largo del territorio nacional; de igual modo, con la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE, se mejoraron las condiciones de vida de la burocracia federal. Se edificaron 48, 121 viviendas, entre ellas las 10 mil de la Unidad de San Juan de Aragón y los 11, 916 departamentos del conjunto de Nonoalco-Tlatelolco.