La evaluación es el motor de todo el proceso enseñanza-aprendizaje: “dime cómo se evalúa y te diré qué aprenden”. La educación que requieren los ciudadanos del siglo XXI nos exige encontrar herramientas de evaluación integral que: 

• • Que valoren todo el proceso y no momentos puntuales,

  • Que sirvan al alumno, principal protagonista del aprendizaje, a reflexionar sobre su proceso para garantizar aprendizajes posteriores,

  • Que se centren en las habilidades más ricas del pensamiento,

  • Que hagan de la cooperación un elemento importante del crecimiento personal,

  • Que valoren la aplicabilidad de un  aprendizaje que tiene que servir para la vida,

  • Que remita a cada alumno a su propio proceso y permita individualizar la enseñanza,

  • Que dote a los docentes de elementos de análisis para acompañar los procesos y mejorar su propia acción docente.