Mill - Sobre la libertad

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El economista y filósofo inglés John Stuart Mill nació el 20 de mayo de 1806 en Londres, Inglaterra. Hijo del también economista James Mill, fue educado de forma exclusiva por éste según los estrictos principios del Emilio de Rousseau. Dotado de una inteligencia extraordinaria, a los diez años estaba versado en griego y latín, y poseía un exhaustivo conocimiento de los clásicos. A los trece años su padre lo introdujo en los principios de la lógica y de la economía política. En 1823 ingresó en la Compañía de las Indias Orientales, donde llegó a ocupar el cargo de jefe de la Oficina para las Relaciones con los Estados Indios. Desde 1865 y durante tres años, ocupó un escaño en la Cámara de los Comunes, donde generó constante de polémica a causa de su decidido apoyo a las medidas a favor de las clases menos privilegiadas y de la igualdad de derechos para la mujer. También defendió activamente la causa abolicionista durante la guerra civil estadounidense.

Sus primeros escritos se publicaron en los diarios The Traveller y The Morning Chronicle, y se ocuparon fundamentalmente de la defensa de la libre expresión.

Mill tomó el empirismo de David Hume (1711-1776); el utilitarismo de Jeremy Bentham (1748-1832); el asociacionismo psicológico de su padre, James Mill; la teoría de la sociedad industrial de Claude-Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon (1760-1825), y de Isidore Marie Auguste François Xavier Comte (1798-1857); la idea de una irresistible marcha de la historia hacia la democracia de Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville (1805-1859), y, con todo ello, logró una síntesis profundamente original.

Mill es un utilitarista, pero su obra no se limita a reproducir el esquema individualista y el atomismo sociológico empirista. El utilitarismo es la teoría que convierte a la utilidad (entendida como felicidad o bienestar) en el único criterio de felicidad. Se trata de orientar la acción a lograr “la mayor felicidad para el mayor número. Y por “felicidad” se entiende el placer y la ausencia de dolor, mientras que la infelicidad es el dolor y la privación del placer. Para Mill, dado el estado de la sociedad, debe distinguirse entre la satisfacción puramente privada y el bien público. Ciertamente se debe trabajar para reducir la diferencia entre ambos, pero entre tanto, el sacrificio de un individuo por el bien público debe considerarse la virtud más alta.

Maximizar la suma total de felicidad o de placer, considerando imparcialmente los intereses de todos aquellos que implicados por un acto concreto, es el objetivo de cualquier decisión que un utilitarista consideraría justa. En todo caso hay que dejar claro que ningún sacrificio personal tiene valor por sí mismo, sino en la medida en que aumenta la suma total de felicidad. Y, por ello, una individualidad vigorosa e inconformista, opuesta al prejuicio social pequeño burgués, movida por la imparcialidad en sus juicios y por la racionalidad lógica en el razonamiento, es más útil a la sociedad que una personalidad sumisa.

La sociedad, sostiene, no puede legislar sobre la vida privada. Más bien al contrario, la libertad es el derecho a la no-interferencia y, por ello, conlleva la protección de la diversidad contra toda opresión, entre las cuales la más temible es la que proviene del poder de una opinión pública que pretenda imponer cualesquiera costumbres o creencias. La libertad no consiste en someterse a la ley del número, ni debe ser limitada por la tiranía de la mayoría. No hay ningún daño en la opinión: toda aplicación de este principio se produce en el ámbito de los derechos concretos. Pero el individuo debe dar cuenta de todo acto perjudicial para los intereses de los demás.La cuestión de la libertad debe ser entendida, pues, en el contexto de la efectividad y de la utilidad de la libertad para la felicidad.

La libertad política implica la participación en el poder. Mill es un demócrata convencido, pero antepone la libertad a la democracia, que considera solamente un instrumento. Así, defiende una democracia representativa en que estén reconocidos todos los pareceres y no sólo las mayorías. En una democracia, las minorías deben poder hacerse oír y tener la posibilidad de triunfar mediante la fuerza de sus argumentos si son conformes a la razón.

Sus obras más importantes son: Un sistema de lógica (1843); Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política (1844); Principios de economía política, con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social (1848); Sobre la libertad (1859), el ensayo presentado en este libro; Consideraciones sobre el gobierno representativo (1860); El utilitarismo (1863); Examen de la filosofía de sir William Hamilton (1865); El sometimiento de las mujeres (1869), y su Autobiografía (1873).

John Stuart Mill murió el 8 de mayo de 1873 en Aviñón, Francia.