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Sus gentes:  Los años prósperos (2)

Repercusión en la vida del pueblo

No es necesario detenernos en exceso a explicar los efectos positivos que este tipo de obras tuvo en el grado de bienestar de los habitantes de las poblaciones más pequeñas, como era el caso de Hozabejas.

Es importante decir, aunque sea de pasada, que con ellas se mejoraron los servicios básicos, facilitándose tanto la comunicación como el acceso a los mismos: médico, veterinario, cartero ...

Se incrementó, igualmente, la llegada de todo tipo de proveedores: panaderos, carniceros, pescateros, etc.

El autobús de línea siguió haciendo -en mejores condiciones- la 'ruta de las Caderechas' (Terminón - Bentretea - Cantabrana - Quintanaopio - cruce de Madrid ('el Retiro') - Rucandio - Hozabejas - Río Quintanilla - Aguas Cándidas-Padrones), tres veces por semana. 

 (Autobuses Soto y Alonso)

               La vía de comunicación hacia el noroeste, por la carretera de Escóbados, fue más frecuentada, atenuándose con ello la sensación de aislamiento en que vivían los pueblos del Valle.

La salida de la producción de fruta se hizo más rápida, fácil y en mejores condiciones al poder transitar vehículos de mayor tonelaje.

En definitiva, todo ello supuso una cadena de ventajas y beneficios para el pueblo que se dejó sentir en la calidad de vida de sus habitantes. 


Actividad laboral y economía de los agricultores.

Aparte de esas repercusiones más directas e inmediatas sobre la vida de la población, hubo otra serie de cambios que vinieron de la mano del imparable progreso tecnológico que paulatinamente fue llegando  al mundo rural, como fueron la modernización y dinamización de la actividad laboral y económica. 

Aprendiendo a manejar una 'moderna' sulfatadora

            Esa modernización se concretó en hechos tan palpables como: la mecanización del trabajo agrícola,  la mejora en las técnicas del cultivo frutícola (cursos de Capacitación Agraria promovidos por el Ministerio de Agricultura -imagen superior), la mayor eficacia de los nuevos insecticidas o la introducción de nuevas y superiores variedades frutales (manzana, cereza y pera). 

Manzana reineta en el árbol

Es oportuno apuntar aquí un dato referente a la mecanización de la actividad agrícola: las primeras "máquinas" para el trabajo en el campo que llegaron al pueblo fueron los motocultores. Posteriormente llegaron los pequeños tractores articulados y algunos, pocos, mayores. En cualquier caso debían ser vehículos capaces de moverse con facilidad y eficacia entre las plantaciones de árboles. Llegaron también  las motobombas,  las motosierras, las sulfatadoras mecánicas, las podadoras mecánicas, etc. 

Motocultor

                Con estos avances mejoraron, como consecuencia, la calidad de la producción, las condiciones de venta de la misma y, en definitiva,  las ganancias de los agricultores.

No podemos ignorar otro hecho fundamental: con la adquisición de pequeños y medianos vehículos de transporte (furgonetas, camionetas e incluso camiones de mediano tonelaje) fue posible la comercialización directa, o casi,  de la producción por parte del agricultor que podía colocarla -evitando una larga cadena de intermediarios- en los mercados centrales de ciudades como Burgos, Vitoria o Bilbao, cuando no la venta directa al público en los mercados semanales de grandes pueblos de la provincia: Briviesca, Miranda de Ebro, Villarcayo, etc. 

preparadas para el mercado

                   Encadenado con el hecho de la mecanización del campo, vino el cambio en los cultivos. Si tradicionalmente  -aparte de la fruta-  se había cultivado algo de cereal  para el alimento de los animales de labranza, con la sustitución de éstos por maquinaria se produjo el fenómeno lógico de la disminución de la cabaña destinada a las labores agrícolas. Otro tanto ocurrió  con la de ovejas y cabras, destinadas a la producción de leche. En ambos casos fue determinante el cierre de la escuela del pueblo y la consiguiente marcha del pastor, que tenía varias hijas en edad escolar.

Así, en unos años dejarían de sembrarse el trigo, la cebada, la avena, el centeno o las habas  al haber desaparecido sus principales consumidores.

Se siguió manteniendo durante un tiempo la cría doméstica de cerdos destinados a la matanza, de cuya tradición y ritos hablaremos con algún detenimiento más adelante.

      De la dinamización de la actividad laboral y económica en el pueblo cabe señalar como pequeños, pero significativos exponentes, la puesta en marcha de algunas granjas de gallinas, pollos , conejos y cerdos, si bien su pervivencia no fue muy larga en ningún caso. 

La posibilidad de comercializar la producción agrícola, animó a algunos al cultivo en grandes cantidades de  hortalizas, fundamentalmente lechugas, puerros y judía verde. Fueron unos años en que camiones y camiones de estas producciones -especialmente lechugas y puerros-  iban saliendo de Hozabejas rumbo a Burgos, Vitoria o Bilbao. Fue una actividad muy laboriosa pero también rentable.

lechuga

 En la actualidad es la fruta (manzana, cereza, ciruela y pera, sobre todo) el cultivo casi exclusivo de los agricultores -no demasiados- que siguen allí.

Con la creación de la denominación de origen "Caderechas" para la manzana reineta y la cereza del Valle, se están dando pasos en la dirección de que se conozcan mejor estos productos para, finalmente, animar a su consumo por la singular calidad de los mismos, sobre todo en el entorno provincial.

 

Los otros ámbitos de la vida del pueblo

          La escuela fue un 'problema-sin-solución' ya que no existió en este periodo de tiempo (hasta la 'concentración escolar' en Poza de la Sal) la necesaria continuidad en las maestras (digo bien, 'maestras') que desarrollaron allí su actividad docente. Finalmente, en torno al año 1970, el pueblo se quedaría sin maestra debido a la falta de niños. (En ese contexto hay que situar la marcha de la familia del pastor, como ya hemos indicado más arriba).

Junto a la escuela, contemplando el lanzamiento de un globo, al finalizar un día festivo. 

La atención religiosa venía siendo prestada por el párroco de Padrones. (Posteriormente esa tarea fue asumida por el de Salas de Bureba y, últimamente, por el de Oña). Dicha atención se vio extraordinariamente enriquecida en aquel tiempo con la presencia de los jesuitas del Monasterio (Teologado)  de Oña que, cada tarde de domingo, llegaban a Hozabejas (y a muchos otros pueblos de la comarca) con sus bicicletas para dar la catequesis a los niñ@s. 

           Es justo resaltar no sólo su tarea pastoral sino su impagable labor de animación de la vida del pueblo con la organización de festivales y concursos en los que no faltaban actuaciones de los niños y niñas haciendo sus pinitos como cantantes o protagonizando las más variadas  representaciones.  ¡Quién no recuerda el concursos anual de catequesis en Oña, en el mes de mayo, con merienda de chocolate y película incluidas!  

 Los más pequeños, en plena función
Los mayores, protagonistas; los pequeños de "extras".
 Preparados para la representación navideña