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sus gentes: Los años prósperos (1)

Precisiones previas

Denominar a este breve periodo de la historia moderna de Hozabejas como "los años prósperos" no tiene otro objeto que utilizar una expresión descriptiva  -en cierta medida-  de una realidad vivida y experimentada en el pueblo en una época, muy breve y muy concreta, que podríamos convenir en situar entre los años 1950 y 1970.

Fue en estas dos décadas en las que, a pesar de los datos demográficos  -en clara tendencia descendente a nivel provincial desde el año 1959-  la localidad experimentó un claro desarrollo, que se concretó en una mejora en el nivel de vida de sus habitantes (unos 90 en torno al año 1960), y al que no fueron ajenas algunas importantes obras de infraestructura llevadas a cabo por entonces.  

Las mejoras en infraestructuras

Antes de enumerar las obras de este tipo llevadas a cabo en el pueblo, es significativo reseñar un dato orientador que subraya su importancia en el contexto provincial. Lo tomo de la obra de José Sagredo García, ya citada:

"Las necesidades que constatan bastantes pueblos de la comarca de la Bureba en el año 1965 son: Pavimentación, agua corriente (acometida y saneamiento), carreteras de acceso, alumbrado, lavaderos ...". (29) 

En Hozabejas, entre los años 1947 y 1975 se llevaron a cabo las siguientes: 

 Las financiación de las inversiones.

Cuando uno habla de estas realizaciones con alguien que desconoce la realidad de Hozabejas en aquellos años, tiene que escuchar  a renglón seguido: "¿Y de dónde sacaba el pueblo el dinero para esos gastos?".

Dejando a un lado las obras de carácter 'extra-municipal' de entre las enumeradas más arriba, es evidente que una población de entidad menor  -como era el caso-  tales inversiones hubieran sido irrealizables de no contar con una fuente de financiación propia, ya que los presupuestos provinciales no estaban por aquel entonces en  una situación demasiado boyante. Y Hozabejas tenía esa fuente: el monte.

 

La madera y la resina

El régimen de explotación del monte permitía en aquella época al ayuntamiento obtener unos considerables recursos económicos que fueron utilizados provechosamente.

Por otro lado, es importante subrayar que esta riqueza natural del pueblo  -herencia y fruto de años y años de cuidados  y trabajos, como el famoso "roce"-  dio lugar, también,  a una configuración singular de su población.

Me refiero a las 'familias de resineros' que, procedentes de otras provincias españolas (Ávila, Guadalajara ...) se instalaban en las viviendas, que a tal fin poseía el ayuntamiento, permaneciendo en ellas todo el tiempo que duraba la campaña de la resina, e incluso más allá. No nos olvidamos de algunos vecinos del pueblo que, por algún tiempo, ejercieron igualmente este oficio compaginándolo con las labores agrícolas.

El destino inmediato de la producción eran las fábricas maderera y resinera de Oña.


La madera de los pinos    

No diremos muchas cosas acerca de 'la madera' porque, quien esto escribe, no cuenta con demasiada información sobre el tema. En cualquier caso, parece que el trámite para realizar una "corta" de madera se iniciaba con una solicitud por parte del pueblo a la Administración competente (Montes). Ésta enviaba al correspondiente  ingeniero para que señalara los pinos que podían ser talados en función  -suponemos-  de unos criterios de rentabilidad en la venta de la madera. La empresa maderera (habitualmente la de Oña) se encargaba de realizar la tala, limpieza y transporte de los troncos de los pinos hasta la fábrica.

Con la 'leña' resultante de esa limpieza de troncos, los vecinos, en unas cuantas jornadas de trabajo comunal  (habitualmente denominado "vereda", en este caso "la corta"), se dedicaban a amontonarla en tantas 'suertes' como vecinos más una (para la escuela, mientras la escuela del pueblo estuvo abierta). Hecho el sorteo, cada vecino se las arreglaba para preparar la 'leña' y transportarla hasta su casa para, posteriormente, cortarla y almacenarla de cara al invierno.   


La resina

Ya ha quedado dicho anteriormente que la especie de pino dominante en los montes de Hozabejas y alrededores es la "pino pinaster",  conocida  por su producción de resina.  

De esta "industria comarcal" conservamos aún bastantes recuerdos documentales ya que en la localidad de Oña (destino inmediato de la materia prima por hallarse allí la fábrica resinera) se ha creado un pequeño pero rico "Museo de la resina" que nos permite rememorar algunos aspectos de la misma en forma de utensilios y herramientas que se empleaban en esa actividad. 

Del libro: "Oña, apuntes para el recuerdo", reproducimos -por su interés- unas líneas sobre "La resinera":

 Los remasadores, que eran los que recogían la resina, o miera, cuando los potes estaban a punto de llenarse, en latas preparadas al efecto, para depositarla en cántaros de hojalata en los montes más accidentados, y en barriles de madera y chapa galvanizada en los montes más llanos.