La locura de don Quijote

Características



El capítulo I de la novela se inicia con la descripción de Alonso Quijano, hidalgo rural que ha perdido el juicio. La acción del capítulo avanza en forma gradual, desde el interés del hidalgo por leer novelas de caballerías hasta su conversión en Don Quijote de la Mancha. Esta transformación es el eje argumental de toda la novela.

EL INTERÉS POR LA LECTURA

La lectura es la única salida que encuentra el hidalgo a la vida gris que lleva. Entre todas las lecturas, las que prefiere son las de caballerías pues le ofrecen un mundo repleto de fantasía y acción, totalmente opuesto a su realidad. El interés por los libros le va absorbiendo hasta el punto de convertirse en el único motor de su existencia. Para remarcarlo, el narrador sintetiza el proceso en dos expresiones paralelas: “…se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda…” “…llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer…” En el primer momento el hidalgo siente mucho placer (“con tanta afición y gusto”) y abandona casi totalmente las pocas actividades que realizaba (cazar y administrar la hacienda). Pero después ese placer se convierte en un vicio (“llegó a tanto su curiosidad y desatino”) que lo domina totalmente, hasta el punto de desprenderse de los únicos bienes que le permitían subsistir (“muchas fanegas de tierra de sembradura”).


Los libros de caballerías hacen enloquecer a don Quijote.

La locura lleva este hidalgo manchego a dos conclusiones falsas:

  1. que todo cuanto había leído en aquellos disparatados libros de caballerías era verdad histórica y fiel narración de hechos que en realidad ocurrieron y de hazañas que llevaron a término auténticos caballeros en tiempos antiguos.

  2. que en su época (principios del s.XVII) era posible resucitar la vida caballeresca de antaño en defensa de los ideales medievales de justicia y equidad.

Y como consecuencia de estas dos conclusiones, el hidalgo manchego decide convertirse en caballero andante y salir por el mundo en busca de aventuras.

Lo esencial de la locura de don Quijote es que nace de los libros. Se trata de una enfermedad mental producida por la literatura, concretamente por un género literario: los libros de caballerías.


PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR El punto de vista del narrador coincide con lo que los personajes piensan en otras partes de la novela y varias veces juzga como una locura las actitudes del hidalgo: “rematado ya su juicio”, “el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo”, “se le secó el cerebro”, “perdía el pobre caballero el juicio”. Esto refleja la crítica del autor al público que seguía con demasiado interés las novelas de caballerías.

LOS MOTIVOS DEL HIDALGO En las novelas Alonso Quijano encuentra las aventuras y el reconocimiento que no tiene en su vida diaria: “…le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.”

Desde su punto de vista, las razones para convertirse en caballero andante son varias:

Para su propio beneficio: ganar honra y vivir aventuras.

Para beneficio de los otros: el servicio a la patria y la defensa de lo justo


LA TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD La acción empieza con la manipulación física sobre los objetos (arregla, prueba y reconstruye las armas) pero sigue con la transformación a través de la palabra: da nombre a su caballo, se bautiza a sí mismo y convierte a una simple labradora en señora, sólo con llamarla Dulcinea del Toboso.

El mismo proceso se reitera en todas las aventuras: se presenta algo o alguien, el personaje compara esa situación con lo que ha leído en las novelas y la transforma según lo que necesita para actuar como caballero andante : convierte las ventas en castillos, venteros en alcaides, prostitutas en doncellas, molinos en gigantes, etc.

¿Alonso Quijano es un anciano que ha perdido el juicio por leer historias disparatadas?- El narrador lo afirma varias veces e insiste en que el personaje borra el límite que separa la realidad de la ficción, sobre todo cuando compara a personajes que verdaderamente existieron (el Cid Ruy Díaz; Alejandro Magno) con seres de fantasía: “Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía nada que ver con el Caballero de la Ardiente Espada…” “…le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid, con él se igualaban.”

Sin embargo, su enloquecimiento es inocente, no es peligroso, excepto para él mismo.

En la Primera parte, la gente se burla de su locura y de sus disparates. Don Quijote en esta parte padece, incluso, de alucinaciones, mientras que en la Segunda parte, excepto en el episodio del molino, son los demás personajes los que intentan jugar con la locura, ya conocida, de Don Quijote. Lo aprecian porque es conocido e intentan hacerle ver aquello que él no ve. Don Quijote es un personaje tragicómico. Hace reír tanto al lector como a los propios personajes de la novela, lo que al mismo tiempo provoca cierto cargo de conciencia cuando uno se da cuenta de que nada es culpa del caballero y que los que se burlan de él y sus desengaños, en realidad, son crueles.

A veces, no es fácil decidir si don Quijote está cuerdo o bien loco, "es un entreverado loco lleno de lúcidos momentos".

Cuando don Quijote acepta su locura y se identifica con el papel de caballero andante, es capaz de pensar de forma realista dentro de esta personalidad adoptada. Las manifestaciones externas de su locura aparecen, aparte de en la transmutación de la realidad, en la reacciones (generalmente iracunda) del personaje ante ciertos estímulos externos y en algunas situaciones concretas, de palabra y de obra; o al enamoramiento ideal de una dama inventada. Don Quijote, como buen caballero andante, no admite réplica a su amada; en verdad, no hay nada que más le hiera que el que se ponga en tela de juicio la belleza o la nobleza de su dama.

La locura de Don Quijote tiene una función pragmática: un loco, en muchos casos, se fija en las cosas que los otros no ven o no quieren ver. Y así, la locura en literatura sirve también para exponer con libertad las opiniones críticas sin miedo a la censura.

Don Quijote, después de haber sido vencido, vuelve a casa. Abominará de todos los libros de caballería, recuperando la cordura. Así, ajusta sus cuentas personales y mundanas, se confiesa y muere, habiendo dejado de lado la locura.