Continuamente, con obscena premura y tonta liviandad que espanta, se habla de poesía, de libertad, de amor.
Me exijo y demando que estas palabras no sean pronunciadas si no somos capaces de llenarlas de humanidad viva; si cada día no las acompañamos con nuestro hueso.
¿...Y podemos hablar de poesía, callando que se tortura de mil maneras, hasta el límite que el sufriente ve en la locura un alivio y en la muerte su salvación...?
¿... Y podemos hablar de libertad, callando el asesinato con perpetua alevosía de quienes hicieron de esa libertad el color el sentido de sus vidas...?
¿... Y podemos hablar de amor, callando la antropofagia de unos seres sobre otros seres, tan inocentes en la pobreza que los abraza impía, que besaba la tierra de sus tumbas como si allí estuviera el paraíso...?
Basta ya de excusas, señores. Basta de mentiras. Basta de onanistas del cielo.
La poesía no es un plato que se come frío.
Escrito en el invierno de 1972. El texto sigue hablando por mí, mientras se cierra el año 2007 en el país, y un silencio sin justicia sigue siendo la única voz de los muertos del ayer y de los condenados al hambre de hoy.