La Caja de Previsión y Ahorros nació en los albores del SNTSS en el año de 1947, a cuatro años de su fundación. Un grupo de trabajadores fundadores del IMSS (Raúl Lizardi Cabrera, Rafael Morfín, el Doctor José Izquierdo y otros más), observaron cómo, ante las necesidades económicas de grupos numerosos de trabajadores , empezaron a proliferar en el seno del IMSS prácticas agiotistas que, lejos de resolver sus problemas, los sumían más, en la falta de recursos y en la desesperación. De esa manera, pensaron en crear un organismo que, combinando el ahorro y el préstamo de quienes acudieran a él, les permitiera satisfacer sus necesidades perentorias, y protegiera a los trabajadores de tasas de interés leoninas decretadas por gente o grupos sin escrúpulos, que se aprovechaban de su débil condición económica.
Poco a poco la Caja fue tomando forma. Su fundador, el señor Lizardi, la fue acercando paulatinamente a la égida del Sindicato que, legítimamente preocupado por la situación, le fue brindando cada vez más su apoyo y fue vigilando cada vez mejor su funcionamiento. Se hizo necesario, además, crear un mecanismo por el cual el Instituto se comprometiera a descontar del sueldo de los trabajadores, a través de nómina, y con base en obligaciones contractuales, los abonos y los intereses al préstamo otorgado, y las aportaciones que los trabajadores hacían en materia de ahorro.
Cada año, allá por los meses de Junio-Julio, en ceremonia especial, se les entregaba a los trabajadores los incrementos que hubiesen alcanzado con su ahorro. Al principio, el número de trabajadores afiliados a la Caja, eran pocos, y después de los primeros veintiocho años su situación financiera llegó a ser crítica, hasta empezar a operar con números rojos. En esas épocas, y en no pocas ocasiones, las autoridades del Instituto quisieron acabar con la Caja, situación a la que el Sindicato siempre se opuso terminantemente, dado que era un instrumento capaz de proporcionar a los trabajadores un servicio social de valor inapreciable.
Había eso sí, que hacerles reformas importantes. En ese entonces difícilmente atendía a 18,000 socios; carecía de buen sustento jurídico que le diera solidez; el entorno económico nacional le era muy desfavorable por las importantes y repetidas devaluaciones del peso que entonces se produjeron, requería de un mayor respaldo sindical; le hacía falta una mayor promoción entre los trabajadores respecto de su financiamiento y de sus innegables beneficios para casos de necesidad urgente; requería de una mejor organización, de una cada vez mejor preparación de su personal, de una paulatina modernización para su operación, de instalaciones suficientes, y de resolver muchos cuellos de botella en los mecanismos de interacción con el Instituto, para obtener con oportunidad los recursos que hicieran sana, eficiente y suficiente su situación financiera. A la muerte del señor Lizardi, durante el ejercicio del doctor Mateo de Regil Rodríguez, éste encargó a los doctores Óscar Hammeken e Ignacio Guzmán Garduño, realizar lo que fuera conducente para sacar a la Caja de la situación desfavorable en la que estaba.
Las sucesivas devaluaciones del peso ocurridas en ese tiempo y la deficiente estructuración que tenía, amenazaron su permanencia. Fue así que se procedió de inmediato a darle el respaldo jurídico que requería, elaborando un documento notarial a través del cual se consolidaba la constitución de su Consejo de Administración, la estructura de éste, y el afianzamiento de la dependencia de la Caja al Sindicato Nacional de Trabajadores de Seguro Social, cuya operación sería respaldada plenamente por nuestra organización de ese momento en adelante.