Doña Concepción Fuentes Martínez y don Abel Morales Rodríguez, primera patrona y primer empleado registrado como derechohabiente del IMSS, son el símbolo del inicio de la seguridad social en México.
Don Abel, nació por los rumbos de la Santa Julia un 22 de abril, y según la cédula de inscripción 00001 que le otorgó el IMSS, es
el primer afiliado del Instituto Mexicano del Seguro Social. Trabajaba entonces en un salón de billar de la colonia Morelos y ganaba tres pesos diarios como “rayador” o encargado.
Un día su patrona, doña Concepción Fuentes Martínez escuchó la convocatoria del gobierno federal: -Al inscribir usted a su trabajador al IMSS, el Seguro Social se encargará de protegerlo durante sus enfermedades o accidentes, de darle servicios médicos y medicinas, de atender a su esposa y a sus hijos.
Doña Concepción convencida de los beneficios que tendría ella y su empleado, decidió registrarlo un 12 de julio de 1943. Entonces el trabajador se presentó en las improvisadas oficinas del Seguro Social, ubicadas en las calles de Rosales y Mariscal, de la colonia Tabacalera. Ahí ante un pequeño escritorio dio su nombre y apellidos, domicilio, estado civil, puesto y salario; luego estampó su rúbrica y al final recibió la cédula del IMSS.
De repente alzó la cara y al ver a su alrededor, cuando terminó de hacer el trámite, se sorprendió. Estaba rodeado por decenas de personas, entre ellas el director general, Vicente Santos Guajardo quien enseguida le dijo:
-Por favor… lo invito a mi oficina.
En esa plática el director del IMSS le contó más detalladamente las cosas que días antes le había dicho su patrona.
En la vecindad donde vivía de la calle Lago Colima número 33, en la colonia Anáhuac y en el mismo billar constantemente le preguntaban:
-¿Qué es eso del Seguro Social?
Y él, perito ya en la materia, explicaba con detalles los beneficios que tenía. Además, el tiempo le dio varias oportunidades para corroborar las promesas del IMSS. Una vez trabajando se lastimó un ojo, y fue a la clínica. Ahí lo atendieron y le dieron medicinas hasta dejarlo completamente sano, sin tener que pagar un solo centavo extra. Luego su esposa enfermó y un médico vino hasta la cabecera de su cama, la atendió y le dio medicinas. También enfermó su hijo varias veces y lo curaron. Inclusive, una vez jugando futbol, Abel se lastimó una pierna y creyó que por accidentarse en el juego no lo atenderían, pero fue a preguntar y le dijeron que también estaba amparado para esos casos.
“Yo francamente no creía que al estar afiliado al Seguro Social se tuvieran tantas prerrogativas; sé que cuando me enferme de algo
grave o no pueda seguir trabajando, ya de viejo, el Seguro Social me va a pagar una pensión, para mantenerme yo y mi esposa, y que si llegara yo a perder la vida no quedaría ella desamparada, pues también le pagarían una pensión; también sé que si fuera necesario me operarían y hospitalizarían, sin tener que pagar yo más que mis cuotas acostumbradas” , dijo una vez a un periodista.
A la cédula de doña Concepción y Abel, siguieron muchas más ya que al terminarse el vencimiento de esa primera convocatoria, se habían registrado en esas improvisadas oficinas de Rosales y Mariscal, más de 23 mil cédulas de patrones que amparaban a 224 mil trabajadores.
Hoy, 75 años después de su fundación, el Instituto Mexicano del Seguro Social atiende a más de 92 millones de mexicanos.
¡ Va por ti, va por todos !
Dr. Marcos Pavel Ramírez Acevedo
Secretario General Sección XXXIV