Un sostenible, balanceado ecosistema está empezando a aparecer.

Por los pasados dos millones de años, las hormigas han experimentado un asombroso boom en diversidad, viniendo a llenar todo tipo de nichos. Sin embargo, esto no estaba destinado a durar. En tanto que los insectos se incrementaban, su propio potencial como un recurso surgió gradualmente en el ecosistema en ciernes de la luna. Entre las primeras criaturas en darse cuenta de esto estuvieron los Escarabajos Mariquita.

Siendo originalmente depredadores especialistas de áfidos, estos insectos y sus larvas fueron fuertemente abordadas como pestes y subsecuentemente como una fuente de alimentación por muchas especies de hormigas, las cuales, como en la Tierra, hicieron uso de estos comedores de plantas por la dulce melaza que producían. No obstante, dentro de solo 1.5 millones de años, los escarabajos iniciaron a evolucionar maneras inteligentes para evadir a estos nuevos depredadores. Al imitar las feromonas de sus propias larvas, las larvas de las mariquitas comenzaron a engañar a sus mismos depredadores, no solo para que las evitaran, sino para que, en un completo cambio de comportamiento, las nutrieran. Pensando que su propia cría de alguna forma se había perdido fuera del nido, las hormigas las recogerían y regresarían a casa prontamente, absolutamente inconscientes de que estas larvas eran, de hecho, impostores que, ahora infiltrados en el nido, serían capaces de engordar y atragantarse felizmente de sus propias larvas, mientras estaban al mismo tiempo bajo la excelente protección de las hormigas. Dentro de solo unos cientos de miles de años un nuevo fenómeno comenzó a aparecer. El Síndrome del Colapso Colonial Formícida, el resultado final de muchos años de infiltración y depredación de las acertadamente llamadas Mariquitas Cucú, redujo de modo significativo la esperanza de vida de las colonias individuales y sus habilidades para desarrollarse a tamaños excepcionales.

Otras hormigas también se volverían cada vez más problemáticas, ya que las diferentes facciones empezaron a entrar en una competición creciente. Afrontadas con un déficit de alimento de su propia obra, resultante de la extinción de los caracoles terrestres más grandes y la primera fiebre de los pequeños pájaros que anidaban en tierra y que habían incitado su especiación en primer lugar, muchas especies de hormigas regresaron su atención a los invertebrados, incluyéndose unas a otras. En desesperación, las grandes y corpulentas Hormigas Imperiales, incapaces de encontrar presa aviar suficiente, comenzaron a acosar a sus vecinas más pequeñas y robarlas de sus propios depósitos de comida y larvas - no tomó mucho tiempo para que las Mariquitas Cucú se adaptaran incluso a esto y también emularan las feromonas de estas especies, moviéndose de un huésped a otro. Ahora lentamente muriendo de hambre y siendo canibalizadas desde dentro, la época de la Hormiga Imperial - una criatura que se había, ante un vacío evolutivo, vuelto demasiado especializada para una fuente de alimento ahora desaparecida - llegaría a un cierre tan pronto como se había levantado. Sus mandíbulas habiéndose hecho insosteniblemente grandes y sus pesados cuerpos demasiado voluminosos para trepar fácilmente durante más tiempo, incapaces de aprovechar lo suficiente cualquier fuente alimenticia más allá de los indefensos caracoles terrestres o los jóvenes polluelos de los canarios, su gobierno del planeta sería corto y pronto olvidado a medida que una radiación de aves insectívoras cada vez más especializadas empezaron a incorporar a las hormigas dentro de sus propias dietas, una combinación de factores que por los siguientes milenios continuaría haciendo retroceder el papel de los insectos en el ecosistema a un nivel más usual.

Sin embargo, dos grupos de hormigas en particular seguirían expandiendo sus horizontes. Con el herbívoro tetrápodo más grande en este tiempo no más enorme que una tórtola de El Cabo, las Hormigas cortadoras de hojas permanecerían imbatibles en su nicho por muchos millones de años más. A estas alturas, habiendo seguido la propagación en todo el mundo de los Bosques de Bambú, han especiado más rápido que casi cualquier otra criatura en el planeta, con distintas formas adaptándose para alimentarse de toda clase de plantas diferentes en cada región climática. En los entornos más abiertos, las Hormigas de la Miel también han experimentado una rápida explosión en variedad como los insectos voladores más caudalosos del mundo. De un ancestro herbívoro y nectarívoro original ahora existen miles de especies, con dietas que van desde brotes de plantas y polen a otros bichos y pequeños gasterópodos que capturaron, asesinados y transportados a viviendas subterráneas individuales como despensa para las larvas voraces - muchas formas ya se han desprendido de su naturaleza colonial y viven vidas solitarias no muy diferentes a las de las avispas de la Tierra. La carencia universal de picaduras venenosas de este clado en este tiempo ha promovido una explosión igualmente importante en los números de los canarios insectívoros, que ahora viajan en grandes bandadas persiguiendo a esta nueva fuente de comida.