Encima: cuatro ejemplos de la diversidad canaria temprana. De arriba en el sentido de las agujas del reloj: insectívoro, herbívoro, oófago y granívoro.

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Se han amasado cien siglos desde el día en que los canarios fueron liberados en su nuevo mundo. Más de siete mil generaciones de pájaros cantores han ido y venido. En este tiempo, el mundo ya ha cambiado en grandes sentidos.

La explosión de diversidad en el canario fue casi instantánea. Sin depredadores, sus números estallaron a medida que cada pareja producía, con suerte, 15 o más descendientes cada año. La comida en forma de semillas de hierbas, brotes de plantas florecientes e insectos blandos alimentaron un increíble auge poblacional. Ya se ha alzado una diversidad de formas del pájaro doméstico multicolor importado aquí hace 10000 años; aunque casi todos podrían probablemente reproducirse entre sí si la situación lo requiriera, pocos lo hacen si tienen la oportunidad, ya que una especie se ha dividido en varios centenares. Aquí, en las llanuras de Anciska, mientras individuos gordos y solitarios de color gris y blanco rompen las cáscaras de las semillas del tamaño de una almendra de una mata alta de girasol, un pequeño pájaro de color rojo brillante se reúne en pequeñas bandadas para despojar a los brotes no de sus semillas, sino de las grandes y gordas babosas que se reúnen para escarpar en los tallos de la planta, arrancándolas de sus retenciones con un pico considerablemente más largo y delgado que el de sus ancestros. Saltando caóticamente a través de la maleza, un torpe espécimen similar a una codorniz, varias veces más grande que cualquier otra ave, brinca embarazosamente entre los tallos de céspedes y tréboles, pinchando sus suaves capullos y retoños. Si este ejemplar de 25 centímetros de largo siguiera en la Tierra, estaría absolutamente enraizado, sus alas no habiendo crecido junto con su cuerpo. Gracias a la gravedad reducida de Serina, mantiene la habilidad de revolotear lo suficiente como para posarse en las ramas de las flores durante las noches de eterno crepúsculo, bañadas en brillo planetario, pero su nido no es más que un tosco acopio de varas puestas a plena vista sobre el suelo - su hábitat prácticamente careciendo de árboles o arbustos y pequeños animales asaltadores de nidos - Uno de los primeros hábitos en medio de los muchos que los canarios desarrollarían sería la construcción de los ponederos sobre el suelo desnudo. Hasta hace poco, esto habría sido un lugar tan seguro como siempre - siempre y cuando la madre pudiera proteger a sus crías de los ocasionales avances de las hormigas - pero ya está evolucionando un ladrón de nidos; esta hembra regresa de sus forrajes para encontrar a sus huevos destruidos, los cascarones rotos y las yemas lamidas. Mientras la ladrona toma vuelo y baja de nuevo a la hierba alta, a pocos metros de distancia, su pico puntiagudo y curvado hacia abajo sigue pegajoso con su más reciente comida. La canaria oófaga, sin embargo, tiene necesidades propias que satisfacer y simplemente ha descubierto un alimento particularmente nutritivo para ayudarla - nada es tan bueno para facilitar producir huevos que los huevos de alguien más. Un tiempo de ingenuidad está llegando a su final - las crías de todos ya no estarán infaliblemente a salvo.

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Ahora también están ocurriendo cambios dentro de los hábitats. Por primera vez en su historia, Serina está empezando a obtener sus propios bosques. Dentro de cien años de colonización, las aisladas espesuras de Bambú - las únicas plantas nativas que mantienen un hábito de crecimiento similar al del árbol - inicialmente sembradas solo en la zona templada del lejano norte, comenzaron a expandirse hacía el ecuador. En un medio ambiente natural, el aumento de estas hierbas más grandes es mantenido a raya por la presencia de otras amplias plantas que dan sombra. Sin la influencia de la competición, su expansión por las llanuras soleadas y ricas en nutrientes de Serina era libre. Dentro de 500 años, tramos de cientos de kilómetros en tamaño se habían propagado para alcanzar el sur de Anciska. Dentro de 1000, las plantas habían puenteado el ecuador. Actualmente los bosques de bambú recorren de polo a polo en cada masa de tierra, creciendo donde se halle suficiente humedad para permitirle a su sorprendente desarrollo natural ritmos de hasta 86 centímetros por día. Sin grandes herbívoros para ramonearlos, son una bendición para miles de distintos insectos e invertebrados - sin ninguna competición por estos recursos, por un corto tiempo es la hora del gasterópodo de brillar. Creciendo hasta 51 centímetros de largo y pesando cerca de 1.800 kilogramos, los caracoles gigantes de tierra se convierten en los animales terrestres más grandes. No obstante, sus días están contados, pues ahora sus crías empiezan a ser presa de los canarios de tierra con las bocas más grandes, los cuales habiendo evolucionado sus amplias picos aplastantes para un propósito totalmente diferente, comienzan a ponerlos en otro uso y buscan proteína adicional para suplementar sus dietas de semillas. Nunca más prosperaran los gasterópodos, dado que continuaran por los siguientes millones de años forrajeando en completo ocio, en un mundo donde los carnívoros aún no alcanzan a los herbívoros - este es un breve, fugaz tiempo próspero para los caracoles, pero no uno que pudiera continuar por siempre.

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En las aguas de Serina, los peces vivíparos introducidos en unos escasos hábitats interiores de agua dulce sufren un auge aún más grande de diversidad. Decenas de miles de generaciones de peces se han extendido por el globo donde sea que las lluvias estacionales y los ríos los pudieran llevar. Sin depredadores notables, suman las decenas de miles de millones, llenando cada estanque y río con vida a medida que se reúnen en cardúmenes de miles, mordisqueando algas y pequeños invertebrados con solo el ocasional cangrejo de río que temer - cangrejos los cuales, igualmente bendecidos con el suministro de pequeños peces, pueden ahora pesar cerca de 450 gramos. En mar abierto, los guppies y colas de espada ya se han ajustado a la alta salinidad, y por primera y única vez en la historia se acumulan en multitudes sin mucho miedo por depredadores activos en un mar extrañamente desprovisto de aves marinas, tiburones o peces más grandes. Las criaturas marítimas más grandes en este tiempo, y una de sus únicas preocupaciones, son las medusas de caja que pueden crecer hasta más de 6,1 metros en longitud, atrapando docenas de diminutos peces cada día - muchos más de los que pueden comer - y sin ocasionar ningún impacto en una población aún creciente. Moviéndose como peculiares fantasmas de color neón, las babosas marinas acechan bajo la acción - enormes bestias retorcidas que ahora crecen tan grandes como el antebrazo de un hombre. De forma similar a distantes parientes terrestres, estos moluscos experimentan su propio y breve dominio del mar, nutriéndose de grandes franjas de alga costera. Un día, depredadores más significativos se infiltrarán a este Edén marino temporal - pero hoy, es una tierra de abundancia para todos.