VIDA DE PUBLIO OVIDIO NASÓN
EN ROMA.- Es de los pocos autores antiguos de cuya vida tenemos noticia directa, ya que nos legó un testamento autobiográfico con el propósito deliberado de informarnos de lo que quería transmitir, como si estuviera convencido de que su fama perduraría a través del tiempo: elegía IV 10, 90 de sus Tristia: Ad vos, studiosa revertor, pectora quae vitae quaeritis acta meae. (A vosotros me vuelvo, espíritus solícitos, que indagáis los actos de mi vida). Sus noticias son la fuente más segura de todos los acontecimientos de su vida, aparte de alguna referencia de Séneca y Tácito.
Nació el 20 de marzo del año 43 en la ciudad de Sulmona, del centro de Italia, en la región actual de los Abruzos, bañada por varios ríos, a unos 130 km. de Roma.
Era el segundo hijo de una familia acomodada, del orden ecuestre, exactamente un año menor que su hermano. Y su padre los envió pronto a la ciudad a estudiar Retórica. Pero en seguida dio muestras de predisposición a la poesía (le arrastraba la Musa) a pesar de las críticas de su padre, que opinaba que el estudio de la elocuencia era más productivo que el de la poesía (Tristia, IV, 10,23 ¿por qué intentas un estudio sin provecho?). Él quiso seguir sus consejos, pero no lo lograba porque espontáneamente le brotaba en sus palabras el ritmo poético: Tristia, IV, 10, 25 (sponte sua carmen numeros veniebat ad aptos et quod temptabam scribere, versus erat).
Y pronto, como todas las familias acomodadas y cultas de su época, emprendió un viaje a Oriente y Grecia “para ampliar estudios” y permaneció largo tiempo en Atenas. Después de tomar la toga viril a la vuelta del viaje y a los 19 años, la muerte de su hermano fue como si le hubieran arrancado parte de sí mismo.
Tras diversos cargos iniciales dentro de lo que sería la carrera política de un ciudadano de clase acomodada, (triumvir capitalis y decenvir stlitibus iudicandis) y antes de la cuestura, se da cuenta de que le atrae mucho más la poesía. Y empezó a frecuentar el trato y la amistad con poetas de la época, sobre todo con Propercio, pero a Virgilio, muerto en el 19 a. C., solo lo conoció de vista.
Aún joven, su padre lo casó con una hija de una familia rica, pero la relación acabó pronto en divorcio; tuvo una hija de un segundo matrimonio, Ovidia, que tampoco fue dichoso y duró poco tiempo. Aún se casó una tercera vez, hacia los cuarenta años, con una mujer joven, de nombre Fabia, de familia noble y emparentada con Marcia, prima de Augusto. Era viuda y con una hija de su anterior matrimonio, con la que vivió feliz hasta el día de su destierro y a la que recuerda con cariño, admiración y agradecimiento. Contribuyó en gran medida a que Ovidio centrara su vida y serenara su producción poética, pero no le fue posible ocupar el puesto cercano al Emperador al que aspiraba y que había dejado vacante la muerte de Virgilio y Horacio.
Tras los viajes, de vuelta a Roma, se integró en los círculos literarios de Valerio Mesala y Corvino. Pero fue sobre todo el hijo del primero, adoptado por un tío suyo con el nombre de M. Aurelius Cotta Maximus, el que le facilitó la difusión de su obra y le animó a la recitación pública, como excelente declamador que era, de sus primeros poemas dedicados a una joven bajo el falso nombre de Corina, cuando tenía 18 años.
Su fama fue a partir de esos años enorme hasta el punto de que su obra era muy conocida: estaba en las bibliotecas públicas; Marco Junio Bruto (su “editor”) afirma tener un busto suyo coronado de hiedra en su casa y su efigie en un anillo y versos suyos aparecen en los graffiti pompeyanos y en inscripciones funerarias.
*Son tan numerosas las referencias textuales a su vida, que resultaría farragoso y entorpecería la lectura apoyar cada dato con referencias de su obra.
DESTIERRO
A) Causas
La causa de su destierro (relegatio perpetua), es un asunto muy debatido y sin aclarar por completo porque él mismo lo dejó en el misterio y cuando se refirió a ello nunca lo aclaró del todo, en parte porque suponía que se daba por sabido.
Probablemente es una cuestión que quedará sin desvelar para siempre, a pesar de todas las especulaciones e investigaciones desarrolladas a lo largo de siglos.
Él lo atribuye a un carmen y un error.
El primero es, sin duda, Ars amatoria, que por “censura” del Emperador fue retirada de la circulación. No obstante, queda también la duda de que se escribió ocho años antes del destierro y habría sido más lógico un castigo más cercano.
El error (Tristia, II 103) consiste, al parecer, en haber visto algo que no debía haber visto: Cur aliquid vidi? Cur noxia lumina feci?
¿Por qué tuve yo que ver algo? ¿Por qué torné culpables a mis ojos?
Y aquí es, sobre todo, donde se han enumerado una decena de situaciones que habrían causado el castigo, y que no vamos a precisar.
Por eso, resumiendo, lo podemos achacar a razones de tipo moral, político y religioso (aparte de que las relaciones con el Emperador nunca fueron cordiales, como la de otros poetas).
1. La presencia en alguna escena humillante para Augusto o Livia o cierta complicidad en la escandalosa conducta de su nieta Julia, entonces desterrada en la pequeña isla italiana de Tremiti (Tremerus).
Pero quizá la realidad es que sus obras de juventud, de las que forma parte el Ars, suponen un choque con la renovación moral iniciada por Augusto: su tratamiento poco respetuoso de la religión, del ideal militar, su burla de la simplicitas y la rusticitas. El poeta minaba los esfuerzos imperiales por regenerar las costumbres y combatir el lujo, la molicie y la disolución de la familia.
2. Su relación directa con los grupos de oposición en cuestiones dinásticas, como la simpatía por la sucesión del nieto del princeps, Agripa Póstumo, entonces desterrado en la isla de Planasia, y un supuesto intento de liberación; o el favorecimiento de las aspiraciones al poder de Germánico.
3. Revelación o profanación de los misterios de Eleusis o de Isis o la Bona Dea, donde supuestamente habría visto desnuda a Livia; o su relación con el neopitagorismo, que minaba la religión de los antepasados, que se trataba entonces de rehabilitar.
Sea como fuere, lo cierto es que el poeta representaba en cierta medida la negación de los valores morales promovidos por Augusto y difundidos por la propaganda imperial y las Leyes Julias sobre el matrimonio.
El propio poeta reconoce haber cometido una “equivocación” (no scelus ni facinus) debida a la ingenuidad (simplicitas) o necedad (stultitia),. Él era sabedor de que había sido cómplice de un “crimen” contra una alta personalidad.
Probablemente se debe el castigo a un cúmulo de razones diversas, como el conjunto de lo que se ha expuesto.
Siempre será un asunto sin resolver del todo, pues se han propuesto otras causas más peregrinas, como el haberse presentado en la Residencia Imperial coincidiendo con un ataque de histeria de Augusto motivada por la derrota de las legiones en Germania.
B) Confinamiento
El hecho es que a finales del año 8 de nuestra era, encontrándose con su amigo Máximo Cotta en la isla de Elba, recibió la fatal orden de Augusto mediante edicto imperial por el que se le desterraba a Tomos, la actual Constanza, en la costa occidental del Mar Negro, sin proceso ni fallo judicial ni acusación concreta ni defensa posible.
Hay que precisar que su destierro se decidió por un proceso secreto sin pérdida de vida, bienes o derechos de ciudadanía, aunque la pena es severa para un ciudadano tan acostumbrado a los éxitos literarios y mundanos en la vida romana y el trato con sus amigos. Siempre se quejó de la dureza del castigo, del que no llega a recuperarse.
Él nos cuenta la última noche en su casa y la despedida con el llanto de todos, especialmente de su tercera esposa Fabia, “hasta el punto de que una verdadera lluvia de lágrimas caía sin cesar de sus mejillas que no lo merecían” (Tristia I 3, 15). Su hija Octavia no estaba presente por encontrarse en África, donde a la sazón su marido era procónsul.
Al día siguiente parte al destierro cruzando los mares Adriático, Jónico, Egeo y Negro, en los que padeció varias tormentas, que le obligaron a pasar el invierno en Tracia. Y en la primavera del 9 a.C. llega a su confinamiento en esta colonia de Mileto poco romanizada entonces, en el extremo del Imperio, que le parece una estepa helada con habitantes semibárbaros, incultos y hostiles, aunque al final tuvo relaciones cordiales y aprendió su lengua.
En aquel lejano lugar del que siempre se quejó sufrió incomodidades, calamidades, enfermedades, con las amenazas constantes de los pueblos vecinos, tribus poco civilizadas que merodeaban por la región. Nunca se cansa en sus obras del destierro de ponderar lo inhóspito de su retiro y desmentir el nombre de Ponto Euxino (“hospitalario”), donde a la llegada tiene que entenderse por gestos.
Llegó a la ciudad de Tomos, en la costa Oeste del Mar Negro en la primavera del año 9 d. C., en la Escitia Menor. Buscó valedores que favorecieran su perdón y la vuelta a Roma, como Mesalino, Fabio Máximo, Sexto Pompeyo, Germánico, y hasta escribió al propio Augusto, esperando un indulto cercano.
Allí estuvo casi diez años deplorando el abandono en que le habían dejado algunos de sus amigos, sintiendo infinita nostalgia de Roma y soñando en algún momento ser dueño de las alas de Perseo o Dédalo para remontarse por el aire y volar a la patria. Pero no pudo volver nunca porque Augusto no revocó su orden a pesar de las insistentes peticiones y halagos. Además, en el 14 d.C. murieron el Emperador y Fabio Máximo, con lo que con Tiberio y Livia en el poder se malogró para siempre. Tampoco Germánico, que viajó al Ponto con un imperiun maius (Tácito, Anales, II, 43) sobre las provincias orientales, se mostró más benévolo.
Siempre pidió que se le trasladara a un lugar más cercano y seguro y tuvo como único refugio para aliviar su triste destino la dedicación a la poesía, aunque no hubiera nadie a quien recitársela, para ir pasando y engañando el tiempo con la redacción de dos libritos en estilo alejandrino, Ibis, Nux y un tratado de pesca, Haliéutica.
La única referencia histórica para fijar la fecha de su muerte es que fue poco después de la inauguración del templo de Jano como Teatro de Marcelo a finales del año 17 o principios del 18 d.C. sin acabar de reelaborar los Fastos, dedicados a Germánico.
CRONOLOGÍA SUCINTA DE SU OBRA
La primera fase comprendería hasta el año 2 d.C. la producción elegíaco-amorosa y la tragedia (Medea, obra perdida), Amores, Heroidas, Remedios de Amor, Ars amatoria y Cosméticos para el rostro femenino; la segunda, (del 2 al 8) las obras mayores, Fastos y Metamorfosis; la tercera (del 8 al 17), las obras del exilio, Tristes, Pónticas, Ibis, Nux y Haléutica.
BIBLIOGRAFÍA.
Historia de la literatura latina. Cátedra 2007. Carmen Codoñer (Ed.).
Biblioteca Clásica Gredos. Tomos 120, 121 y 165.
Paulys Real-Encyclopädie der classischen Altertumswissenschaft. Zürich und München 1987 (Nachdruck). Tomo XXXVI
Lexikon der alten Welt. Artemis Verlag Zürich und München 1990 (Nachdruck). Tomo II.
Fernando Estébanez García
Sobre el autor de este artículo :
Tras los estudios el Bachilerato en Astorga (León), siguió los de Filología Clásica en Madrid, donde los acabó en 1967. El curso 1968-69 fue Agregado de Griego en el Instituto “Peñaflorida” de San Sebastián y desde el año siguiente ejerció como Catedrático en el “Benlliure” de Valencia, donde se prejubiló en 2003.
Colaboró con otros colegas en la elaboración del Método “Pragma” a finales de los años 70, cuando disminuyó el número de horas dedicadas a nuestras asignaturas.
Impartió Griego y al final, además, Fundamentos Léxicos de la Ciencia y la Técnica, asignatura común para 1º de Bachillerato, para la que elaboró el Manual “Étimos Griegos”.
Desde 1997 hasta 2016 fue Presidente de la Asociación que promovió las representaciones de Teatro Grecolatino en Sagunto: 192 sesiones de 72 títulos por 42 Grupos de Teatro y más de 200.000 espectadores.