A lo largo de la historia, los procesos sociales, económicos, tecnológicos, culturales, políticos han generado transformaciones en las dinámicas de las instituciones y los vínculos. En los últimos años estas transformaciones han sido cada vez más rápidas, provocando nuevas y múltiples demandas, rupturas de consensos tácitos, modificación de rituales cotidianos, transformación de roles de género, redefinición de fuentes de autoridad, nuevas configuraciones familiares, entre otras. En este contexto, se hace presente una crisis de sentido compartido, que se expresa en múltiples desacuerdos, desencuentros, dificultades y malentendidos.

• Para construir lo común a partir de lo diverso.

• Para acercar puntos de vista, promoviendo consensos entre las familias, las escuelas y las comunidades donde están insertos.

• Para poder anclar y contextualizar el contenido curricular con la vida cotidiana de los y las estudiantes.

• Para inscribir y entrelazar el saber de la escuela con el saber de la comunidad.

• Para vincular los intereses de los estudiantes con los sentidos del aprender y el conocimiento escolar.

• Haciendo con otros. Habilitando y favoreciendo la expresión y participación activa de la comunidad.

• Modificando condiciones objetivas, materiales y simbólicas que propician espacios de participación. Esto implica mover tiempos espacios, agrupamientos, lenguajes, formas de representación y/o estructuras normativas.

• Modificando condiciones subjetivas: concepciones, representaciones sociales, conocimientos, deseos, implicaciones.

• Posibilitando nuevas formas y espacios de interacciones.

• Construyendo procesos, que den regularidad y tiempo a esos encuentros. Y en donde ese hacer compartido quede objetivado en un producto, hecho por todos y entre todos