José Martí
Pomona

¡Oh ritmo de la carne, oh melodía,

Oh licor vigorante, oh filtro dulce

De la hechicera forma! ¡No hay milagro

En el cuento de Lázaro, si Cristo

Llevó a su tumba una mujer hermosa!


¿Qué soy, quién es, sino Memnón en donde

Toda la luz del Universo canta,

Y cauce humilde en el que van revueltas,

Las eternas corrientes de la vida?

Iba, como arroyuelo que cansado

De regar plantas ásperas fenece,

Y, de amor por el noble Sol, transido,

A su fuego con gozo se evapora:

Iba, cual jarra que el licor ligero

En el fermento rompe,

Y en silenciosos hilos abandona:

Iba, cual gladiador que sin combate

Del incólume escudo ampara el rostro

Y el cuerpo rinde en la ignorada arena.

... ¡Y súbito, las fuerzas juveniles

De un nuevo mar, el pecho rebosante

Hinchan y embargan, el cansado brío

Arde otra vez, y puebla el aire sano

Música suave y blando olor de mieles!

Porque a mis ojos los brazos olorosos

En armónico gesto alzó Pomona.

José Martí de Versos libres (1878-1882)[1913]