José Martí

Contra el verso retórico

Contra el verso retórico y ornado

El verso natural. Acá un torrente:

Aquí una piedra seca. Allá un dorado

Pájaro, que en las ramas verdes brilla,

Como una marañuela entre esmeraldasAcá la huella fétida y viscosa

De un gusano: los ojos, dos burbujas

De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.

Por sobre el árbol, más arriba, sola

En el ciclo de acero una segura

Estrella; y a los pies el horno,

El horno a cuyo ardor la tierra cuece -

Llamas, llamas que luchan, con abiertos

Huecos como ojos, lenguas como brazos,

Savia como de hombre, punta aguda

Cual de espada: ¡la espada de la vida

Que incendio a incendio gana al fin, la tierra!

Trepa: viene de adentro: ruge: aborta.

Empieza el hombre en fuego y para en ala.

Y a su paso triunfal, los maculados,

Los viles, los cobardes, los vencidos,

Como serpientes, como gozques, como

Cocodrilos de doble dentadura,

De acá, de allá, del árbol que le ampara,

Del suelo que le tiene, del arroyo

Donde paga la sed, del yunque mismo

Donde se forja el pan, le ladran y echan

El diente al pie, al rostro el polvo y lodo,

Cuanto cegarle puede en su camino.

El, de un golpe de ala, barre ci mundo

Y sube por la atmósfera encendida

Muerto como hombre y como sol sereno.

Así ha de ser la noble poesía:

Así como la vida: estrella y gozque;

La cueva dentellada por el fuego,

El pino en cuyas ramas olorosas

A la luz de la luna canta un nido

Canta un nido a la lumbre de la luna.