José Martí
Homagno

Homagno sin ventura

La hirsuta y retostada cabellera

Con sus pálidas manos se mesaba.

«Máscara soy, mentira soy, decía;

Estas carnes y formas, estas barbas

Y rostro, estas memorias de la bestia,

Que como silla a lomo de caballo

Sobre el alma oprimida echan y ajustan,

Por el rayo de luz que el alma mía

En la sombra entrevé, —no son Homagno!


Mis ojos sólo; los mis caros ojos,

Que me revelan mi disfraz, son míos:

Queman, me queman, nunca duermen, oran,

Y en mi rostro los siento y en el cielo,

Y le cuentan de mí, y a mí de él cuentan.

Por qué, por qué, para cargar en ellos

Un grano ruin de alpiste mal trojado

Talló el Creador mis colosales hombros?

Ando, pregunto, ruinas y cimientos

Vuelco y sacudo, a delirantes sorbos

En la Creación, la madre de mil pechos,

Las fuentes todas de la vida aspiro:

Muerdo, atormento, beso las calladas

Manos de piedra que golpeo.

Con demencia amorosa su invisible

Cabeza con las secas manos mías

Acaricio y destrenzo: por la tierra

Me tiendo compungido y los confusos

Pies, con mi llanto baño y con mis besos.

Y en medio de la noche, palpitante,

Con mis voraces ojos en el cráneo

Y en sus órbitas anchas encendidos,

Trémulo, en mí plegado, hambriento espero,

Por si al próximo sol respuestas vienen;

Y a cada nueva luz —de igual enjuto

Modo, y ruin, la vida me aparece,

Como gota de leche que en cansado

Pezón, al terco ordeño, titubea,—

Como carga de hormiga, —como taza

De agua añeja en la jaula de un jilguero.—»


Remordidas y rotas, ramos de uvas

Estrujadas y negras, las ardientes

Manos del triste Homagno parecían!


Y la tierra en silencio, y una hermosa

Voz de mi corazón, me contestaron.

José Martí de Versos libres (1878-1882)[1913]