José Martí

¡Dios las maldiga!...

DIOS las maldiga! ¡Hay madres en el mundo

Que apartan a los padres de sus hijos:

Y preparan al mal sus almas blancas

Y les derraman el odio en los oídos!

¡Dios las maldiga! Oh, cielo, ¿no tendrás

Un Dios más cruel que las maldiga más?


¡Dios las maldiga! Frívolas e impuras

Guardan tal vez el cuerpo con recato,

Como un vaso de Sévres donde humean

Hidras ardientes y espantosos trasgos.

¡Dios las maldiga, y si puede sepulte

Todo rostro que el alma real oculte!


¡Dios las maldiga! ¡Ciegas, y sensibles

Del inundo sólo a los ligeros goces,

Odian, como a un tirano, al que a sus gustos

La majestad de la pureza opone!

¡Dios las maldiga, y cuanta hacerse quiera

De las joyas de Dios aro y pulsera!


¡Dios las maldiga! ¡Untadas las mejillas,

Frente y manos cubiertas de albayalde,

Con la mano pintada, al justo acusan

Que de su amor infecundo se deshace!

¡Dios las maldiga, y a la ruin caterva

De esclavas que el honor del hombre enerva!

¡Dios las maldiga! En las temblantes manos

Los pedazos del pecho recogidos,

El justo irá do la piedad lo llame,


O alguien lo quiera, o se vislumbre un nido

¡Dios las maldiga!

¡Dios las maldiga! ¡Yo he visto el pecho

Horrible como un cáncer animado!

¡Sufre, que es bueno, y llora, amigo mío,

Llora muriendo en mis cansados brazos!

¡Dios las perdone! ¿No se ve a este lloro

Otro clavo en la Cruz y otro astro de oro?