Jacobo Fijman

Poema XXXI

En mi gemido

conté mi soledad envejecida; conté las noches de mis días.

Mis huecos cantan el misterio del mundo.


El agua perturbada de mi reposo.

Me veo en mi gemido según pavores de inocencia.


Paz, paz:

oído de mis palabras.


El ruego alcanza oído a mis palabras,

carne sanada;

y hay espanto de luz en nuestras manos.