Un mensaje de nuestro pastor, P. Jacinto, sobre la vacuna
Queridos feligreses,
Me pone feliz cuando escucho a la gente decir que ellos, sus familiares o amigos, han recibido la vacuna contra el Covid. Cuantas más personas se vacunen en nuestra nación y el resto del mundo -y cuanto antes lo hagan- más pronto podremos comenzar a sanar nuestra sociedad, hacer que todos vuelvan al trabajo y que nuestros hijos regresen a la escuela.
Estoy ansioso por ver a mis padres recibir la vacuna contra el Covid. Ellos viven en Connecticut. Mi papá tiene 78 años y mi mamá 75. Son personas encantadoras, profundamente religiosas y me preocupo mucho por ellos. Hace unos días, los llamé por teléfono, pero cuando les mencioné este tema, comenzaron a enumerar las razones por las que no se quieren vacunar. Escuché consternado y aterrado las ya familiares teorías conspirativas y falsas declaraciones antivacunación. Lo han absorbido de inescrupulosos artículos y videos de YouTube en polaco que han encontrado por Internet. Descubrí que incluso algunos de mis familiares cercanos, en quienes mis padres confían mucho, les han enviado este material. Durante más de una hora traté de razonar con mis queridos padres, haciendo todo lo posible para dirigirlos a fuentes confiables de información y disipar la información errónea a la que han estado expuestos. Y si bien mis padres me aman y confían en mí, sospecho que aún no están convencidos, dejando en peligro su salud y sus vidas por la desinformación tóxica de las teorías conspirativas, antivacunas. Pero yo soy terco y no dejaré de intentar ayudar a mis padres, y a los padres de otras personas, a ver la realidad y dejar de lado las cosas que les impiden recibir una vacuna contra el Covid que podría salvarles la vida. Para mí esto es parte de lo que significa ser provida.
Durante los últimos 20 años, he participado en muchas marchas provida, como así también iniciativas de educación y de defensa a nivel del condado, estatal y nacional. He hablado a favor de los derechos de los niños, por nacer y ya nacidos. He luchado en contra de diferentes formas de violencia e injusticia, el aborto, la tortura, el racismo, las políticas contra la inmigración, la destrucción de nuestra casa común, las guerras y la explotación económica. Y aunque nunca he considerado que la eutanasia podría poner en peligro la vida de mis padres ancianos, me uní a la Marcha por la Vida. Sin embargo, me doy cuenta de que, para mis padres y cientos de miles de personas mayores en los Estados Unidos, la mezcolanza de declaraciones pseudocientíficas y pseudorreligiosas contra la vacunación que existen en el ciberespacio es una amenaza directa a la vida humana. En otras palabras, elegir la vida incluye el compromiso de buscar la verdad y verificarla con fuentes autorizadas, exponer las mentiras y falsedades, y ayudar a otros a tomar decisiones sabias que promuevan la salud y el bien común.
Por lo tanto, termino esta reflexión con mi más sincero llamamiento provida para todos ustedes: hablen y ayuden a tantas personas, buenas como mis padres, a recibir información precisa sobre las vacunas contra el Covid. Con respeto, amor y firmeza, desafíen a quienes, aunque no sea a propósito, difunden información falsa y engañosa. Ayuden a los ancianos a recibir la vacuna que necesitan. ¿Quién sabe cuántas vidas puedan salvar? Puede que ya sean verdaderos héroes disfrazados.
Paz y bien,
P. Jacinto Orzechowski, OFM