Lo situó por encima del matemático Carl Friedrich Gauss , llamándolo un gran escritor religioso que explora el misterio de la existencia espiritual.

Advirtió que leerlo era como un vistazo al caos y escribió que nadie ha analizado la complicada estructura humana como Dostoyevski.

Declaró que en Dostoyevski había cosas creíbles y no creíbles, pero algunas tan ciertas que te cambiaron a medida que las leías; fragilidad y locura, maldad y santidad, y el la locura del juego estaba allí para saber.

Dijo que fuera de Shakespeare no hay lectura más emocionante y llegó incluso a preguntarse si valía la pena leer a otro autor.

Afirmó que Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida, más incluso que el descubrimiento de Stendhal.

Llamó a Dostoyevski su pariente de sangre.