Llamamos memoria a la información que es obtenida al indagar en los recuerdos de los familiares… sus “imágenes mentales” -esa especie fotografías de que cada quien guarda de sus seres queridos fallecidos... incluso de momentos no vividos directamente, imágenes “implantadas” a través de la repetición de íntimos relatos familiares - ¿Cómo imaginará la esposa a su marido de niño? ¿Cómo lo imaginan sus hijos? ¿Qué contaba Jorge de su infancia?-.
Para una mejor comprensión del componente MEMORIA, nos apoyamos en algunos fragmentos muy esclarecedores -tomados del texto “Antropología de la memoria y la identidad” de la Maestría en Historia y Memoria, escrito por la profesora Ludmila da Silva Catela-:
La noción de memoria tal como la entendemos actualmente comenzó a emerger en los años 70, principalmente en los estudios históricos. Hoy podemos decir que se extendió no sólo al resto de las ciencias sociales, sino que sus usos se desplazan entre lo académico y lo banal, lo estético y lo burocrático. / Bajo la máxima “recordar para no repetir” o bajo la consigna de la “nostalgia”, la memoria se evoca tanto en relación a la educación como a la violencia en contextos nacionales, a recuerdos de trabajadores como de familiares. / La memoria también se asocia a experiencias individuales, a tragedias colectivas, a la mitologización de “tiempos pasados”, a lugares que ya no están o a nuevos lugares de culto, a fiestas y a conmemoraciones. / Esta maleabilidad sugiere la concepción de estrategias analíticas sistemáticas y jerarquizadas, flexibles y creativas... / La memoria (las memorias), en su sentido más amplio acompaña preguntas y definiciones sobre las identidades sociales, culturales, políticas. También abre posibilidades para entender disputas y consensos sobre los sentidos dados al pasado desde el presente por individuos y grupos.