La edad de plata de los superhéroes tiene lugar entre 1956 (cuando tuvo lugar la guerra Atlante-Americana) y 1970 (con el primer contacto con alienígenas durante la misión Apollo 13). Esta época fue un boom superhumano. La pruebas con radiación, los viajes espaciales, la revelación de ciudades ocultas como Shambala, Avalon o Trapalanda dejaron claro que los humanos ya no eran el punto más alto de la evolución. Los héroes podían venir de cualquier sitio y estrato social, que junto con inversores privados, llevo a la liberalización del negocio superheroico.
En la guerra Atlante-Americana muchos héroes estadounidenses se negaron a luchar o se dejaron capturar por el enemigo. El motivo es que había varios Atlantes que habían luchado con estos héroes durante la Segunda Guerra Mundial y no simpatizaban precisamente con el gobierno estadounidense que les había forzado el alistamiento militar. Esto rompió gran parte de las relaciones ejército-superhumanos, aunque organizaciones como el MI18 o el Superhuman División del UNP sobrevivieron a estos distanciamientos.
Además, el suceso ayudo a reducir las tensiones de la Guerra Fría. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética fueron conscientes de que todo el potencial nuclear no servía en una nación sin superhumanos. Esto llevo a muchas ofertas a superhumanos de todo el globo para ser acogidos en sus naciones, aunque no estuvieran directamente a las órdenes del ejército.
Esto también llevó al surgimiento de muchos mecenas: gente rica que consideraba que podía dejar su huella en el mundo poniendo su dinero al servicio de unos héroes que podían llevar la paz al mundo. Surgieron marcas superheroicas y supergrupos que actuaban a nivel nacional. Los superhéroes se convirtieron en un negocio.