Farenheit 451 

Un mundo sin libros

En 1953, el estadounidense Ray Bradbury escribió Fahrenheit 451. En ella imagina un mundo en el que los libros están prohibidos y perseguidos. Quienes se encargan de acabar con ellos son los bomberos; Fahrenheit 451 es la temperatura en que arde el papel, de ahí el título de la novela. La población ha sustituido la lectura de libros por entretenimientos de todo tipo y a todas horas, caracterizados por la superficialidad y la aceleración. Esta prohibición es vista con buenos ojos por la población, al entender que el conocimiento reflexivo conduce a la infelicidad. De hecho, fue el propio desinterés de la población por los libros lo que animó al Gobierno a prohibirlos. Por la felicidad de los ciudadanos. El conocimiento, como la contemplación, el análisis o el cuestionamiento de las cosas se percibe como causante de infelicidad.                     

El protagonista es Montag, un bombero que empieza a cuestionarse si la aniquilación de la cultura que hay depositada en los libros es tan necesaria como le quieren hacer creer. Un superior suyo, el Capitán Beatty, intuyendo lo que a Montag le ronda por la cabeza, decide hablar con él. Los siguientes textos son fragmentos de la conversación -más bien sermón- que mantiene con el protagonista.

Tráiler de la película de François Truffaut (1966)

Igual que Julio Verne había anticipado en Viaje a la luna algo impensable en el siglo XIX cuando ni siquiera volaban aviones, Bradbury imaginó en 1953 algunos avances tecnológicos que en ese momento no existían como objetos, formas de comunicación o nuevos modos de relacionarse que están incorporados en nuestro día a día, aunque no seamos conscientes de ello. Lee con atención estos fragmentos y subraya todas las afirmaciones que consideres que se pueden atisbar de una otra u otra manera actualmente en nuestra sociedad. 

Prohibición de los libros de contenidos con cierta intención crítica o analítica. Carta blanca para las encuadernaciones con contenidos superficiales que no fomenten la reflexión.

El desinterés por los libros termina convirtiendo a los pocos que leen en individuos diferentes y, por tanto, polémicos. La felicidad no puede darse en una sociedad si hay gente que tiene ideas diferentes al resto. 

¿Felicidad banal a costa de lo que sea?

"Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión."