La posada


Como parte de las celebraciones de aquel fin de año, recuerdo con nostalgia la posada en el centro de desarrollo humano “Flor de Vida”. Antes de que los niños rompieran la piñata, nos sugirieron pedir un deseo.

Ya en la celebración, al quebrarse la piñata, un pedacito de papel llegó a mis pies. Lo interpreté como una señal: el deseo que había pedido (tener dinero) se cumpliría. Finalmente, el dinero no llegó como me lo imaginaba: ganarme la Lotería o el Melate; solo me pagaron algo de lo que me debían y quizá hasta ahí llegaba la señal. Entonces recordé una frase de los diversos cursos de prosperidad en los que participé: “el dinero está deseoso de expresarse, siempre y cuando los deseos sean nobles”.

Para finalizar el evento participé en la rifa ganando un “Igor”, el burrito triste de Winnie Pooh.

Los organizadores hicieron un segundo sorteo volviendo a meter todos los papeles la urna y ¡volví a ganar! Ya no quisieron dármelo, pero noté mi buena suerte.

Igor me sirvió para recordar que debía seguir trabajando para liberarme de mis tristezas; era otra clara señal para trabajar en mi alegría.



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