Entrevista a Pablo Rotemberg
Por Grissy Santomauro
Esta obra que se convirtió en una pieza de culto para muchos amantes de la danza, aborda la violencia en sus diferentes versiones, y cómo se manifiesta al momento de atravesar los cuerpos femeninos. Aparece la sensualidad, el erotismo, la pornografía, el abuso, la violación, la denuncia de los prejuicios relacionados con la femineidad, sus estereotipos.
Son cuatro mujeres que transgreden los límites de sus propios cuerpos con un despliegue físico impactante, basado en repeticiones agotadoras, choques, vuelos, gritos, caídas que provocan y colocan al espectador en una situación de observador absorto y paralizado ante la violencia que sucede ante sus ojos y lo perturba, casi al extremo de no soportarlo. Y es allí donde aparece la tensión con la belleza y excelsitud de la música de Wagner, con todo lo que ello implica.
Nadie puede permanecer pasivo. La provocación es emocional, intelectual, estética, ideológica y cualquier reacción del público implica una postura, un tomar partido, una elección y una reflexión. No hay escapatoria posible. Esa es la maravilla, de esta obra que indaga sobre la condición humana; ahí radica su genialidad y su atractivo.
La Wagner se estrenó un 25 de Septiembre de 2013 en la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín y se mantuvo todos estos años vigente y, podría decirse, "en cartel" en Buenos Aires además de realizar giras por Europa y Latinoamérica; incluso en Pandemia se la pudo ver de manera virtual.
Este hecho tan poco habitual para una obra de Danza Contemporánea independiente, nos llevó a conversar con su creador, Pablo Rotemberg, referente ineludible de la danza Contemporánea argentina.
-¿Qué sentís al respecto al estar transitando el festejo de los 10 años de su creación?
Creo que esta década de funciones y giras ininterrumpidas de LA WAGNER, una obra gestada y producida en el circuito independiente, funciona como una actualización de la idea de que la perseverancia rinde sus frutos. Digo esto con inofensiva ironía, aunque realmente creo que este aniversario es una especie de hito para la escena de la danza contemporánea de Buenos Aires. Más allá de todo egotismo (Stendhal dixit) y de los posibles valores de este trabajo en particular, considero notable el hecho de que una obra de este tipo pueda mantener el interés del público durante tanto tiempo, lo cual expresa a las claras el interés de la audiencia por la danza, interés que muchas veces es negado por quienes manejan las políticas culturales tanto a nivel nacional, del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como incluso del sector privado/independiente.
¿Cuál fue tu inspiración para La Wagner? Partiste de la música, de un tema, un concepto? Y cómo realizaste ese proceso creativo, en soledad o en forma conjunta con las bailarinas- intérpretes?
Recuerdo, como si fuera hoy, el primer ensayo de La Wagner. Fue en una sala que ya no existe en Villa Crespo donde me encontré con xl elencx original (Ayelén Clavin, Josefina Gorostiza, Carla Di Grazia y Carla Rímola, quienes siguen poniéndole el cuerpo a la obra, excepto por Josefina Gorostiza que se ha instalado en Madrid). Se suponía que también estaría presente un intérprete hombre, pero quien por motivos que ya no recuerdo, no pudo asistir. Esta ausencia fue preciosa. Ese primer día, todo cobró sentido rápidamente. Yo venía arrastrando desde hacía tiempo la idea/desafío de montar una obra con música de Richard Wagner, porque soy admirador/fan de este compositor, y porque además su figura me servía como excusa para ocuparme del tema Holocausto y el nazismo gracias al apropiacionismo voraz de Hitler, quien consideraba al compositor el epítome de la germanidad y símbolo certero del Tercer Reich. Por otro lado, estaba la voluntad de trabajar una obra austera, sin vestuario (esto devino finalmente en que las bailarinas estuviesen desnudas toda la obra, es decir: una idea de economía en la producción devino en una apuesta estético/ideológica), sin escenografía, y, por las vueltas del azar, me encontré en ese primer ensayo frente a un elenco sin hombres. Esto fue -como dije antes- una especie de revelación: el foco estaría entonces puesto en el cuerpo de la mujer y de ello partirían las posibles imbricaciones con la música de Wagner y las sombras de la Historia. El trabajo sobre lo coreográfico fue el usual: sobre una idea y un universo kinético personales, las bailarinas, y debo sumar el invalorable aporte de Lucía Llopis, primera asistente (de creación) y dirección, realizaron su aporte fundamental e indispensable en la elaboración del material de la obra.
Nombraste al elenco original, que permaneció sin cambios durante muchos años y hoy acompañan como intérpretes a Ayelén Clavin y Carla Di Grazia; Lucía Cuesta y Bárbara Alonso. Carla Rímola pone el cuerpo desde la asistencia de Dirección.
Todas ellas, se exponen en grado superlativo. Asumen máximo riesgo y siempre salen indemnes. Las vemos caer, desfallecer pero renacen una y otra vez. Esa es una de las tensiones que aparecen en la obra y también uno de los grandes logros tanto de ellas por su entrega, su técnica y su capacidad interpretativa, como tuyo en el rol de director.
¿Qué podrías comentar acerca de eso?
Yo dejé de bailar en el año 2008. Desde entonces me aboqué casi exclusivamente a la dirección, y una de las satisfacciones –si no la más importante- de este rol consiste, para mí, en cómo actualizar al máximo la potencialidad de lxs intérpretes en función de los requerimientos dramatúrgicos de cada proyecto. Dicho de otra manera y en criollo: cómo lograr que lxs intérpretes se pongan la camiseta de la obra y lo den todo y además se vean increíbles en escena. Lograr esto es mi mayor satisfacción como directorx, una satisfacción incluso mayor que la que pudiera provenir de las alabanzas recibidas en relación a la obra en sí (y mal que le pese a mi narcisismo). Y, con alegría, reconozco, que tanto en La Wagner como en todas las otras obras que hice a esta hora, nadie nunca jamás me dijo que lxs intérpretes no estuvieran brillantes, despampanantes, esplendentes, aun cuando recibiese al mismo tiempo comentarios muchos menos amables respecto de la obra y mi labor como director/dramaturgista. Esto es muy importante para mí porque significa una justificación total de mi trabajo, una certificación temporal de que acaso me encuentre en el camino correcto.
Hoy mencionábamos la tensión que se produce en La Wagner entre la violencia y las temáticas que se abordan y se muestran descarnadamente, frente a la belleza de la música sublime de Wagner quién a su vez entra en tensión con su controvertida postura ideológica apoyando al nazismo, su brutal antisemitismo y lo excelso de su música. En ese sentido es una obra llena de fricciones que provoca emociones fuertes y reflección profunda, que perturba, moviliza….
En ese sentido, ¿cuál es tu visión y qué experimentaste frente a las diferentes interpretaciones que ha generado aquí y en las distintas partes del mundo en las que se presentaron?
Y por otra parte cuánto pesa, a la hora de crear, la figura del Espectador y qué experiencia tuviste al respecto con La Wagner?
Cuando se estrenó la obra, estaba segurx que iba a recibir comentarios acerca del tándem Wagner-nazismo/Holocausto tal cual yo creía que había logrado materializar en la pieza, pero desde entonces, tanto en la Argentina como en todos los países de Latinoamérica y Europa (con la excepción de Bélgica) donde nos presentamos, la obra empezó a ser interpretada como una obra sobre la violencia, y específicamente, sobre la violencia de género, lo cual no estaba en mis planes originales y lo cual prueba, una vez más, que el significado de las producciones culturales es el que el contexto histórico les atribuye y no el que la cuestionable figura de unx supuestx autorx reivindica. En el caso de La Wagner la mirada del espectadxr modificó radicalmente la percepción de mi trabajo. Esto es clave, pues los hechos escénicos se configuran como un circuito donde la audiencia es uno de sus elementos imprescindibles. En este sentido, siempre tengo la mirada de unx posible espectadorx ideal al momento de componer, pero no en un sentido oportunista, sino acorde a una decisión ideológica/política presente en todos mis trabajos: esto es, la creación de una obra que habilite en xl espectadxr la empatía y la identificación inmediatas, que se abra ante su mirada y que no le rechace.
Tu trabajo es exposición, denuncia, testimonio e indagación de la condición humana, a través de la danza y tal como dijiste su significado se completa según el contexto en el que se desarrolla.
En la Argentina de hoy en la que se produce un femicidio cada 29 horas; en la que un "Goebbels contemporáneo", a través de macabras cirugías y extraños procedimientos, violenta cuerpos a su gusto, en el marco de una idea-imposición de belleza canónica y no es condenado; en la que también aparecen propuestas políticas de una violencia inusitada, La Wagner se carga de numerosas capas de sentido y tiene una vigencia que aterra y conmueve.
¿Cuál es tu opinión y tu sentimiento en referencia a eso? ¿Has notado esta nueva carga de sentido en la percepción del público? ¿Hay variaciones en la recepción, en estas funciones que están ofreciendo?
He comprobado durante esta nueva temporada que la obra se mantiene vigente y es relevante para xl públicx, lo cual me lleva a pensar que algo de lo que ella es todavía encuentra nexos para comunicarse con el presente y que, por lo tanto, no se manifiesta como una pieza de museo que requiere de otro tipo de contextualización para poder ser aprehendida.
Existe claramente un lenguaje Rotembergiano, un estilo, una marca registrada Pablo Rotemberg.
Eso te tranquiliza, te presiona, te posiciona en un lugar diferente al de tus primeras creaciones o no es algo que te preocupe. ¿Sentís que en un punto, La Wagner y tu última obra, La era del Cuero te ubican en una posición de artista consagrado en el panorama de la Danza Contemporánea Argentina?
Yo hablaría como mucho de estilo, de una marca personal que he forjado y que hace que mis trabajos sean fácilmente reconocibles como pergeñados por la misma mano. Esto es en principio una virtud, “una cosa buena”. Pero luego de la alegría inicial sobreviene la angustia neurótica: el codiciado estilo oculta, en realidad, el rostro sombrío de la repetición y del agotamiento. Creo que a todxs quienes hemos hecho, no sé, digamos, más de tres o cuatro obras se nos presenta este dilema. En mi caso, intento mantener siempre encendida la llama del deseo, siempre activa y alerta una voluntad/necesidad primigenia de “decir” que pueda imponerse a los tremendos juicios auto-condenatorios.
-En cuanto a planes futuros qué nos podés decir? ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto o tenés algo in mente para comentar?
Estoy a la caza de los medios de producción necesarios para un proyecto en el que me gustaría abordar lo que sería la segunda parte de la trilogía que empezara con La Wagner; en este caso, una obra que tomará como eje la música y figura de Tchaikovsky puestas a trabajar en relación a un elenco enteramente masculino, con cuerpos que provenientes de variados contextos (léase: acrobacia, folclore, ballet, danza contemporánea, deporte, danzas urbanas).
- En un momento tan especial como el que estamos atravesando, no quiero dejar de preguntarte respecto a la Danza en nuestro país. ¿Cómo ves la situación actual?
La situación de precariedad de la disciplina se alinea con la precarización generalizada, pero en nuestro caso, la falta de un sustento institucional (empezando por una Ley Nacional de Danza que legitime la actividad del sector y que TODAS las otras disciplinas relacionadas ya poseen), hace que esta situación sea doblemente grave. Gracias al accionar y compromiso de muchas personas es probable que la Ley Nacional de Danza sea sancionada antes de fin del corriente año. Esto significaría un avance muy importe en la visibilización y profesionalización de la disciplina y sus trabajadores, y en la muy necesaria desvinculación respecto del Teatro y sus espantosas limosnas. Sería el inicio una época nueva, donde la Danza se presentará a la sociedad como una actividad especifica, valiosa e independiente.
-Por último, me gustaría nos recuerdes días y horarios de las funciones que restan.
La Wagner se presenta los sábados a las 22:30hs en el Teatro Timbre 4 (México 3554, CABA) hasta el 14 de octubre inclusive. Las entradas están disponibles en la página web del teatro o en www.alterrnativateatral.com
*Pablo Rotemberg es director, coreógrafo, músico y docente argentino. Es Profesor Superior de Música, egresado del Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo”, y Licenciado en Cinematografía, egresado de la Fundación Universidad del Cine/FUC. Sus obras se han presentado en Europa y Latinoamérica. Es titular de Cátedra en el Departamento de Artes del Movimiento de la Universidad Nacional de las Artes/UNA. Ha sido jurado del Premio Nacional de Danza “Guillermo Arriaga” (Instituto Nacional de Bellas Artes/INBA y la Universidad Autónoma/UAM, México).
Sus obras recientes son, entre otras: La era del cuero (2022); Lecture on Nothing (2021); La oscuridad cubrió la tierra ; Savage (Compañía de Danza de la Universidad Nacional de las Artes/UNA); El cisne salvaje ; El verdadero arte es el que no te deja ileso; Tango alemán ; La noche obstinada (residencia artística realizada en el Centro Cultural Gabriela Mistral/GAM, Santiago de Chile); La Wagner (ganadora del primer premio “Teatro del Mundo” en Dirección Coreográfica y Coreografía); Todos o Ninguno (Fondo Nacional de las Artes); La idea fija (ganadora de dos premios “Trinidad Guevara”, rubros Coreografía e Iluminación); La casa del diablo y La noche más negra (Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín), entre otras.