A lo largo de este semestre de práctica docente me llevo muchas cosas buenas, sobre todo aprendizaje. El semestre donde pude fortalecer mi filosofía educativa y desarrollarme en diferentes ámbitos. La población de Educación Especial es muy diversa y aprendes muchas cosas como la verdadera definición de la inclusividad y que todos aprenden de manera diferente. Estuve trabajando con 7 estudiantes entre ellos síndrome down, autismo e impedimentos múltiples. Fue un reto estar en un salón completamente de educación especial, pero fue una experiencia gratificante. Compartí mi práctica con una compañera de universidad y entre las dos pudimos superar muchos retos en el camino. En el salón de clases contamos con 1 maestro cooperador, 3 asistentes y 2 maestras practicantes en la escuela La Esperanza "Luis Palés Matos" en San Juan.
En este semestre me llevo mucho aprendizaje: comprender que cada estudiante es único, con habilidades, intereses y formas de aprender propias que enriquecen el salón de clases y transformaron mi práctica docente. Esa parte se nota más en mi área de especialidad ya que tenemos que llevar a cabo el programa educativo individualizado (PEI) donde se hace uno para cada uno destacando sus necesidades y fortalezas para de esa manera atender la necesidad de cada estudiante de manera individual. Actualmente puedo decir que me siento preparada y con muchas ganas de ejercer la profesión y seguir aprendiendo cada día. Aunque tuve mis altas y mis bajas no me detuvieron para poder completar lo que me gusta hacer.
El maestro cooperador fue muy diligente, paciente y bueno con nosotras que nos sentimos a gusto y nos inspiraba a dar más, a dar la milla extra y no rendirnos. En el salón de clases se promueve el respeto, la inclusión y el trabajo en equipo. Pude lograr muchas cosas por mérito propio, pero sin el trabajo en equipo no hubiese llegado a donde estoy hoy. Como maestra me llevo en este equipaje muchas cosas que pude desarrollar fortalezas como la paciencia, la adaptabilidad y la creatividad para buscar y aplicar estrategias que se ajusten a las necesidades de cada estudiante. También identifiqué debilidades, como la frustración al no ver resultados inmediatos o la dificultad del control de grupo y la atención individual con el grupo. Sin embargo, estos retos fortalecen el compromiso y la habilidad de generar cambios positivos en el sistema educativo.
Como maestra practicante de educación especial en Puerto Rico, sé que puedo contribuir no solo con mis conocimientos pedagógicos, sino también impulsando un modelo de enseñanza inclusiva que valore a cada estudiante por sus capacidades y que fomente la equidad y el respeto, ayudando a construir una educación más accesible y justa para todos.
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