Mientras que estudiaban el entorno a través de la niebla, se sorprendieron
de ser recibidos por dos individuos que eran idénticos a Piccolo y Dios.
¿Podía ser que ya estuviesen en Namek? Eso parecía, según lo que decían
los amables alienígenas, Raiti y Zaacro. Éstos aseguraban a los sorprendidos
viajeros del espacio que se encontraban en Namek. Enseguida todo el grupo
se dispuso a buscar las bolas de dragón en los lugares más recónditos y
desagradables del planeta: la guarida de un veloz monstruo al que tuvieron que
espantar, en una enorme caverna de hielo, una traicionera ciénaga que hacía
desaparecer cualquier cosa que entrase en ella, un enorme remolino que los
arrastraba y lanzaba, y un pájaro de proporciones tan monstruosamente grandes
que creían que su plumaje era un bosque! Tras superar todo esto, Raiti y Zaacro
les guiaron y advirtieron, percatándose de lo desesperados que estaban por
encontrar las bolas mágicas.
Raiti y
Zaacro
muestran
su verdadera
forma
Su primera pista debería haber sido
que no fueron llamados...
(Véase pág.50)
SUCIA TRAICIÓN AL DESCUBIERTO!
Tras haber superado tantas dificultades, lo que menos se esperaban era la traición
que se reveló con las siguientes palabras de los Namekianos: "AHORA!". Paralizados
en el sitio, el grupo está aterrado cuando los amables extraterrestres revelan su
verdadera forma: un par de demonios con dientes felinos. Tanto Namek como las
bolas de dragón desaparecen con la ilusión de los falsos namekianos.Todo
era una ilusión creada por los traicioneros poderes telepáticos para hacerse con
la nave de Bulma, Krillin y Gohan, y poder escapar. Afortunadamente, ninguno de los
dos sabía utilizar la nave manejada con el idioma namekiano. Un poco de ingenio de
Bulma bastó para recuperar la nave y dejar atrás a Raiti y a Zaacro en su desolada
bola de barro.
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