Las dos Banderas del Camino Español

Las dos Banderas del Camino Español

Es el Castillo de San Marcos en la ciudad de San Agustín en la Florida, que ostenta el título de ser la ciudad más antigua de los Estados Unidos. Y la bandera que ondea, la Cruz de Borgoña, es la que fue bandera de España durante siglo XVI, XVII y XVIII.

Saco a colación el post porque para el proyecto de recorrer El Camino Español en bici, entre Milán y Bruselas, pedimos en una tienda una bandera de la Cruz de San Andrés, o Cruz de Borgoña. Símbolo de España también durante los años de vigencia del Camino Español y que junto a la enseña rojigualda nos va a acompañar en nuestra aventura.

Hace unos días me llamaron para decirme que la bandera carlista que había pedido ya podía pasar a recogerla. Hasta ahí. Obvio todo lo demás que me dio por pensar y me centro en qué podemos hacer para evitar que se olviden aspectos tan importantes de nuestra historia. De ahí el post.

La Cruz de San Andrés, con forma de aspa, recuerda el martirio de San Andrés en Patras (en Grecia, en cuyas aguas se libro la batalla de Lepanto siglos después), quien fue atado a una cruz hecha con troncos de árboles (previamente cortadas sus ramas) y clavados en forma de aspa. Desde la cruz aprovechó para, pese al padecimiento, predicar la religión cristiana hasta que murió tres días después.

Es representación de humildad y sufrimiento y en heráldica simboliza ‘invicto en combate’. La Cruz de Borgoña lleva, como detalles, los nudos de las ramas cortadas para construir la cruz. Para geoleocalizar Borgoña, tal vez os sirva que viene a identificarse, aunque no completamente, con el Franco-Condado francés.

Cuando, en 1506, Felipe el Hermoso se casó con Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, tomó como símbolo la Cruz de Borgoña, distintivo de María de Borgoña, su madre (San Andrés es patrón de Borgoña).

Desde entonces la Cruz de Borgoña ha sido el símbolo más utilizada como distintivo español y, aunque la más conocida y utilizada es la cruz roja sobre fondo blanco, existieron gran cantidad de modelos y colores. Se estima que la primera vez que la Cruz de Borgoña ondeó en batalla, fue en Pavía (1525) donde las tropas imperiales la portaban, si bien no era exactamente igual.

Esta bandera ha sido utilizada como emblema español desde el año 1506 hasta hoy (presente en el escudo de S.M. el Rey), aunque su uso declinó en 1785 (Carlos III) con la aparición de la actual bandera rojigualda, que se haría oficial en 1843 con Isabel II. La razón de que la Cruz de Borgoña se identifique con los carlistas es que estos la siguieron usando mientras las tropas de Isabel II usaban la rojigualda. No es excusa pero es lo que hay…

Hoy en día ondea en muchos lugares de España…

y del mundo…

“Ésta También Es Mi Bandera” (I): ¿Por qué celebrarlo el 25 de Julio, día de Santiago, Patrón de España?

Iniciativa: “Ésta También Es Mi Bandera” – 25 de Julio – Día de Santiago

Dicen que se aparecía en las batallas como un ‘trueno’, transfigurándose en guerrero de corcel blanco para ayudar a la victoria de los cristianos. Así contaban que ocurrió en la batalla de Clavijo (que tiene fácil rima…), donde los cristianos lucharían contra los musulmanes por primera vez con Santiago en sus filas. Con aquella y otras victorias sobre las tropas árabes, Santiago se fue convirtiendo en el protector de muchos cristianos que necesitaban aferrarse a algo más que a su espada para enfrentarse a los duros y curtidos guerreros musulmanes.

El Rey Ramiro I, uno de los protagonistas de aquella batalla, dicta en agradecimiento el ‘voto de Santiago’ el 25 de julio de 844 (de ahí que el 25 de julio sea ahora el día del Santo), echando el órdago a los cristianos de la península a peregrinar a Santiago de Compostela portando ofrendas en agradecimiento. La propuesta fraguó.

Representación de la aparición de Santiago en la batalla de Clavijo

Y la verdad es que Santiago daba el pérfil sobre el que querer reflejarse. Discípulo de Jesús (es decir, en esencia buena persona) recibió de éste, junto con su hermano, el sobrenombre de “hijos del trueno”, o lo que es lo mismo <<Boanerges>>, por un episodio ocurrido en el que Santiago y Juan desean invocar a Dios para que consumieran a fuego una ciudad entera (entendemos que no por capricho…).

Así que ahí tenemos a Santiago, un tío con carácter probado, que se va a Hispania, una tierra dura de gente indómita, a predicar la palabra de Jesús. Allí donde el mundo se acababa. Al menos por el momento.

Unos dicen que desembarca en Cartagena, otros en Cádiz. Unos que pasa y predica por Tarragona. Otros que en Zaragoza (La Virgen María se le apareció a Santiago, a orillas del Ebro, allí donde ahora está la Basílica del Pilar. Visita obligada).

Sea como fuere, o su presencia en Hispania, o que los restos del apóstol fueran enterrados en Compostela o la protección que dispensaba a diestra y siniestra a los bisoños cristianos contra los rudos musulmanes o todo junto, hicieron de él un personaje atractivo, conocido y seguido durante toda la Reconquista.

Así, bien en vida, bien en apariciones, bien mientras sonaba el eco de su nombre en cargas cerradas sobre los soldados árabes (aquello de… ¡¡Santiago!! ¡¡Cierra!! mientras los cristianos apretaban los dientes y corrían como poseídos hacia el enemigo), ayudó a evangelizar este bendito país, crisol de culturas.

La relación entre Santiago y los territorios cristianos de la Península se fue estrechando a medida que éstos le ganaban terreno a los musulmanes. Y es que los Reinos Cristianos tenían en Santiago una representación que les unía. La materialización posterior (y trabajada hasta la extenuación) de la unión territorial y conformación de España, no modificó el ‘status’ de buena relación con Santiago, que continuó.

Así, paso a paso, la vinculación de los españoles con Santiago crece. Y el orgullo de éstos por tener un protector tan poderoso en tiempos difíciles, más todavía. La expansión territorial de la Monarquía Hispánica, durante los siglos XVI-XVIII, extiende el conocimiento y devoción por el Santo por todo el orbe.

Y es que el tiempo no pasa para él : Santiago, el discípulo de Jesús, no ha perdido un ápice de fuerza en los siglos que han pasado para proteger a los fieles en su día a día. Por otra parte, Santiago, “el hijo del trueno”, no ha perdido un ápice de fuerza para proteger a sus soldados en el combate. Contra el turco, primero, contra el hereje después, los Tercios eran la prueba. Éstos pedían su protección y lo invocaban antes de la batalla con un grito de guerra que prácticamente no había cambiado desde tiempo inmemorial:

“¡Santiago! ¡Cierra! ¡España!” … pero ahora era el enemigo el que apretaba los dientes…

Efectivamente Santiago “viajaba” también con los Tercios que lucharon en Lepanto o en los campos de Europa por algo que pensaban justo. Y también “viajaba” con los navegantes que descubrieron rutas por océanos desconocidos o “viajaba” con los pioneros que atravesaron o comunicaron continentes. Muchos de ellos, en nombre de su Rey, con Banderas de Cruz de Borgoña , y “acompañados” por Santiago, abrieron el futuro a unos europeos que pensaban que el mundo acababa en Finisterre. Una gentes que, de la mano de los españoles, entendieron que no había más límite que el que nosotros nos marcáramos.

Y ahora, avanzado ya el siglo XXI, con esta iniciativa queremos honrar una bandera que nos representó durante más de dos siglos en los que se modificó, de una manera determinante, el rumbo de la Historia. Una Historia que cambió de la mano de españoles sencillos que, en sus miedos y en sus sacrificios, buscaban la ayuda de una manera o de otra, como discípulo de Jesús o como “hijo del trueno”, de un Santiago que, visto lo visto, no les negó nunca su amparo.

“Ésta También es Mi Bandera” (II) – 25 J – ¿Por qué la Cruz de Borgoña representó a España?

Cuando se inició el siglo XVI la Casa Trastámara reinaba en España pero ya se vislumbraba que el nuevo siglo traía también vientos de cambio en la casa reinante. Isabel y Fernando, que habían tejido el futuro del reino (y con su familia al frente) con tanto mimo, veían lo frágil de sus determinaciones.

Pocos años antes la sucesión al trono estaba clara y la perpetuación de los Trastámara en la corona estaba cerca de ser un hecho. Sin embargo la fatalidad no entiende de reyes o plebeyos y la muerte del heredero, Juan, de la siguiente en la sucesión, Isabel, y también de su hijo, el pequeño Miguel de la Paz (que contaba con dos años y estaba llamado a ser rey de España y Portugal y, en consecuencia, unido la península), hizo que la corona española se asentara, inesperadamente, en la cabeza de Juana de Castilla. En aquel momento, cuarta en la línea de sucesión.

Juana estaba casada con Felipe (el tal “hermoso” que sería guapo pero era más malo que la quina…). El fruto de ambos estaba destinado a ser un Habsburgo y no un Trastámara. Que Carlos, el primer hijo de ambos, reinara en España fue un todo un ejemplo de cómo el destino retuerce la Historia. Así Juana sería la última Trastámara en “reinar” en España porque llegado el momento, su hijo Carlos, reinaría como Habsburgo.

Carlos, además de la dinastía, heredó de su padre (y éste de su madre) el Ducado de Borgoña (actual Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Franco-Condado y poco más) que tenía como enseña la cruz formada con dos troncos con las ramas cortadas donde San Andrés, el apóstol, donde fue martirizado.

Fue Carlos quien empezó a utilizar el Aspa de Borgoña como representativa de la Monarquía Hispánica que él encabezaba. Felipe, su hijo, y los sucesivos herederos, hicieron ondear en todos los territorios de la Monarquía Hispánica la bandera de la Cruz de Borgoña. También ondearon orgullosas en las astas de los miles de barcos que surcaron durante esos siglos los Océanos.

Esa Monarquía Hispánica estaba formada por múltiples Estados: Milanesado, Reino de Nápoles, Reales Presidios, Países Bajos, Franco-Condado, Portugal, Aragón, Castilla con América. Cada uno de ellos tenía su propia bandera pero solo una los representaba la todos: El aspa de Borgoña. Fue cuestión de tiempo que la España penínsular y americana, que formaba la mayor parte de la Monarquía, se viera representaba por la bandera de Borgoña. La parte se confundía como tantas y tantas veces con el todo.

El cambio de dinastía, al no tener descendencia Carlos II y pasar la corona de España a los Borbones (y cediendo por el camino algunos territorios europeos, Países Bajos Españoles y Milán a la rama austríaca de los Habsburgo), hizo que la nueva enseña Real (bandera blanca con escudo de los Borbones españoles) conviviera con la Cruz de Borgoña que seguía ondeando en medio mundo y que englobaba en realidad mucho más que la figura del nuevo rey. Para entonces esa bandera representaba inequívocamente a los españoles y a España hacía ya muchas, muchas décadas.

PD: El cambio definitivo se produjo en 1785 cuando se dicta el decreto que alumbra la nueva enseña nacional, Roja y Gualda, y que con pocas variaciones representa estos casi tres siglos de historia compartida.