Decir que hay un dilema entre dos ideas es decir lo contrario a que esas dos ideas se implican mutuamente. Por ejemplo, si X significara «Sigo comiendo muchos alimentos dulces cada día» y Y significara «Tengo una expectativa de vida larga», lo que estaría diciendo es:

O sigo comiendo muchos alimentos dulces cada día o tengo una expectativa de vida larga,
es decir,
es falso que una cosa implique la otra (si elijo una, la otra será falsa).

Funciona también si el dilema está negado (quedaría el bicondicional afirmado). 

Funciona también en dirección contraria (del bicondicional al dilema).

Decir que hay un dilema entre dos ideas es decir que hay dos opciones para elegir pero que no se pueden escoger las dos. Por ejemplo, si X significara «Me ordeno como sacerdote» y Y significara «Tengo una vida sexual activa», lo que estaría diciendo es:

O me ordeno como sacerdote o tengo una vida sexual activa,
es decir,
me ordeno como sacerdote o tengo una vida sexual activa, pero no ambas. 

Por el voto de castidad católico se supone que la primera premisa es verdadera.
Si hay sacerdotes que no la cumplen, es porque han traicionado sus votos.