La flauta en España en el s. XIX
por Joaquín Gericó Trilla e Francisco Javier López Rodríguez
Flautaandalucia Editora
Rivera Musica Editores
Terry Mcgee Flutes
Francisco Javier López Músico
Joaquín Gericó Trilla Músico
Fundacion Juan March Madrid com verbetes sobre JA e JM Ribas
Nacido en Burgos el 16 de julio de 1796, pasó su infancia acompañando a su padre, que debía trasladarse frecuentemente por su condición de músico militar. Sirvió en los batallones portugueses de infantería de Monção, Feira y Oporto. Durante la guerra de la Independencia fue hecho prisionero por los franceses y convicto en la isla de Fünen de donde fue rescatado por los británicos, entrando al servicio del Duque de Wellington con quien estuvo presente en la batalla de Toulouse. Terminada la guerra, Ribas dejó el ejército y se estableció en Oporto, ciudad donde residía su familia. Sus primeros contactos con la música fueron a través del flautín, que luego cambiaría por el clarinete, con el que consiguió una excelente reputación. Hacia 1820 estudió la flauta con João Parado en Oporto y en 1825 se trasladó a Lisboa para ocupar la plaza de primer flauta del teatro de la Opera, que compaginó con la de primer clarinete de la Sociedad Filarmónica de Oporto, al tiempo que ofreció numerosos conciertos, destacando los ofrecidos en el treatro do Barrio Alto (Gazeta de Lisboa, 27 de setembro de 1825). A finales de 1825 o a comienzos del año siguiente abandonó Portugal y se estableció en Inglaterra. No llegó a ser el mejor clarinetista pero en poco tiempo se ganó la admiración del público tanto con el clarinete como con la flauta. En 1827, la revista The Quarterly Musical Magazine presentó con un comentario su obra El Serene, [sic] a favorite Spanish Air, with Variations and Rondo for the Flute, with an Accompaniment for the Piano Forte, que fue publicada por Boosey and Company. El mismo año, comentó la obra, Fantasia for the Flute, with an accompaniment for the Piano Forte, in which is introduced the National Air of God Save the King, asimismo publicada por Boosey and Co. The Harmonicon también comentó la obra El Serení. En febrero de 1831, anunció como obra publicada en enero, Studio Modulazione, with five Scotch Airs. Saust´s, Mozart´s Opera of “Don Juan”. En 1835 fue propuesto como segundo flauta en el King´s Theatre, entonces bajo la dirección de Laporte. Durante 1837 actuó como flautista en diferentes conciertos celebrados en la famosa sala de Londres, Hanover- Square Room, y dedicado también al diseño de flautas, trabajó en colaboración con el fabricante Scott de Edimburgo, cuyas flautas “sistema Ribas” fueron premiadas en la Exposición Universal de Londres del año 1851. A la muerte de Charles Nicholson, sucedida en marzo de 1837, Ribas pasó a ser el solista de la Philharmonic Society, causando una gran espectación por su nuevo puesto de solista. No transcurrió mucho tiempo para que fuese considerado el mejor flautista de orquesta de Londres, posición que conservaría hasta 1851 cuando dejó Inglaterra tras un “concierto de despedida” memorable, celebrado el 7 de agosto. Había vivido en Inglaterra durante 25 años. Entre 1841 y 1843, alternó su trabajo en Inglaterra con giras por París, Madrid, Oporto y Lisboa. En una de sus visitas a España, la Reina Isabel II, que acostumbraba obsequiar a los grandes artistas, le impuso un broche de diamantes. En Oporto, ofreció numerosos conciertos en el teatro San João, de lo que dio cumplida noticia el periódico dos Pobres, así como que el 10 de agosto 1851 dejó Londres y regresó definitivamente a Oporto. No se podría asegurar si estuvo en Madrid por esos años, pero sí que ofreció un concierto en el Teatro San Carlos de Lisboa el 6 de marzo de 1852, y otro en D. Maria el 31 del mismo mes. Le acompañaba al piano y a la concertina, Miss Scott, a la que presentaba como su discípula y que acompañaría a Ribas hasta 1859, año que dejó de tocar. Scott fue su esposa, a tenor de lo declarado por Rockstro, de la que recibió abundante información para elaborar su biografía. Falleció en Oporto el 1 de julio de 1861. El diario El Nacional de 15 de julio de ese mismo año, dedicó a su memoria un extenso panegírico firmado por J. Simões Ferreira donde se citan sus obras. Paradógicamente, el autor del anterior artículo criticó duramente su música, con descalificaciones, opiniones que ya fueron emitidas por W. N. James en The Flutist´s Magazine de 1827, aunque no de forma tan severa.Fue el primer flautista en Inglaterra en tocar el solo del scherzo de Sueño de una noche de verano (Mendelssohn), como afirma Rockstro en su libro, hecho que viene confirmado porque en 1830 sólo se estrenó la obertura. En 1842 se estrenó en Londres por la Philharmonic Society el resto de la obra, incluido el scherzo, estando Ribas como primer flautista de la orquesta. No obstante, la anécdota no pertenece a 1842 sino a 1848, durante los ensayos del concierto que se celebró el 24 de junio. Mendelssohn, que dirigía la orquesta en esa ocasión, pidió a Ribas durante los ensayos, que lo ejecutase una vez más (hasta tres veces), porque nunca hubiera imaginado cuando lo escribió, el efecto tan excepcional que podía llegar a tener en manos del solista y por lo mucho que le había gustado su interpretación (The Musical World, nº 26, Vol. XXIII). Ribas utilizó un tipo de flauta pasado de moda; con grandes agujeros para los dedos y si no utilizó otro sistema más moderno a lo largo de su vida, no fue porque no reconociera sus ventajas sino porque era consciente de que tal vez a su edad, y por las muchas ocupaciones que tenía, no hubiera podido aprender con suficiente éxito el nuevo sistema. Efectuó algunas modificaciones sobre la flauta, como ampliar la parte superior del taladro y aumentar el espesor de las paredes del tubo, ambas medidas encaminadas a proporcionar al instrumento una mejor afinación y una mayor rotundidad y fuerza del sonido, sin que por ello perdiese su timbre característico. Obras de Ribas: Flauta solo: Nocturno para flauta (Ref. El Anfión Matritense, Nº 11, 19-3-1843); Variaciones para flauta (Ref. Iberia musical-Madrid 1843); Studio di Modulazione (1831). (Ref . The Harmonicon); Capriccio on Six National Airs. (Ref. The Harmonicon). Flauta y Piano: El Serení (tema con variaciones).(Ref. The Quarterly Musical Magazine y The Harmonicon); La Cachucha (tema con variaciones); Adagio and Polonaise (Ref. The Musical World); Fantasía on God save the King (Ref. The Quarterly Muical Magazine Vol. IX Nº XXXIV pág 259. 1827); Fantasía The Swiss Boy; Mary of the castle Cary; Alpensänger´s Marsch; 2 Fantasías para flauta y piano (sin publicar); Eighth Fantasia (Tema con variaciones). Dos Flautas: Three grand Duets; Grand Duett; Eighteen Original Duettinos; Forty-eight Duets. Voz, Flauta y Piano: Cavatina di concerto. Flauta, Oboe y Piano: Duet for flute and hautboy, with pianoforte accompaniment. Conciertos: dos Conciertos para flauta y orquesta (sin publicar).
© Joaquín Gericó y Francisco Javier López (extracto del libro, La flauta en España en el siglo XIX, Madrid, Real Musical, 2001).
Por ser el testimonio más fiel que nos sirve para situar la obra y el autor en su justo contexto, además del valor añadido que conllevan estos escritos, merece la pena airear después de casi 150 años el firmado por Joaquín Espín y Guillén en La Iberia Musical, año I, diciembre de 1842, aclarando que en él aparece siempre escrito el apellido Ribas con V.
-Teatro del Príncipe-
Concierto del Señor Rivas
"...Tiempo hacía que nuestros teatros y sociedades no presentaban una novedad que llamase en tan alto grado la atención pública, se entiende, en la parte musical: poco acostumbrados nosotros a oir talentos de primer orden en género de instrumentistas, o por mejor decir, siendo muy escaso el número de instrumentistas de gran nombradía que acierta a venir a nuestro país, se nos ha querido echar algunas veces en cara que el público español es más aficionado a oír cantar regularmente, que a oir tocar al mejor instrumentista del orbe músico. Lo primero, sucede cabalmente en todos los países del mundo, porque no hay instrumento mejor ni que interese tanto al corazón del hombre como la voz humana; y lo segundo, porque siendo muy escaso el número de instrumentistas que sobresalga de la generalidad, no hay motivo para que el público comprenda a primera vista las dificultades y bellezas de un instrumento. En Italia mismo está sucediendo todos los días, que se escucha a los instrumentistas con algún tanto de frialdad. La razón es, porque siendo el canto el que absorbe la atención general, en razón a la abundancia de cantantes que hay en este país, están más connaturalizados los italianos a oir cantar, que a oir tocar.
En Alemania, sucede todo lo contrario: allí el estudio favorito es el del instrumental, porque siendo escasas las buenas voces en aquel país, se dedican a poseer a fondo algún instrumento, saliendo en este género tan hábiles instrumentistas, que la Europa los admira como modelos de perfección.
En nuestra España, si bien el estudio del instrumental está retrasado en comparación de otras naciones, de algunos años a esta parte ha tomado un impulso grandísimo, y lo tomaría más a medida que los jóvenes estudiosos tuvieran modelos a quienes poder observar.
Por lo que hace relación con el público, podemos asegurar que en nuestros últimos días ha aplaudido con entusiasmo al distinguido violinista Ghys, y hace dos noches aplaudió igualmente a la joven e interesante arpista señora Lázare.
Pero nos hemos alargado demasiado en hacer algunas digresiones, sin demostrar el objeto primordial de este artículo.
El artista español Sr. D. José María de Rivas, primer flauta del gran teatro de la Reina y del Académico de Londres, ha hecho un viaje a su patria con solo el objeto de ver a su familia y demás compatriotas, teniendo al propio tiempo la feliz idea de presentarse a tocar en público para que sus paisanos juzguen imparcialmente de su mérito. ¡Loor eterno merece un artista que impulsado tan solo del amor patrio, ha emprendido un viaje a su patria, tan solo porque es español, y para hacer ver lo que un español de talento vale en el extranjero!
Sí; nosotros, artistas y entusiastas por la gloria de nuestro arte tanto como el primero, apreciamos en todo su valor el paso que en honor de nuestro arte acaba de dar el señor Rivas, presentándose en la capital de las Españas a demostrar que si nuestro arte está decaído a falta de un gobierno que sepa darle impulso, de un gobierno que en vez de ocuparse de bombardear una hermosa ciudad, debía erigir en cada plaza pública un templo a Apolo; hay artistas españoles que con su talento dan honor al país que les vio nacer, ya que este país anegado en sangre y horrores, no pueda en cambio ofrecer a su talento sino el corto pero grande tributo de la admiración.
La flauta, cuya invención atribuyen los poetas de la antigüedad a Apollon, Mercurio, Pallas, y Pan; y los griegos y romanos la atribuyen igualmente al divino Marsyas; la flauta, repetimos, que en nuestros tiempos está dando tanta nombradía al célebre tocador Tulou, es un instrumento encantador en boca del artista español Sr. Rivas, y que a juzgar por el efecto que en nosotros ha causado el oírle tocar de una manera tal, no extrañamos que en los primeros tiempos de su invención obrase efectos tan maravillosos como nos cuenta la historia.
Sorprendente es a la verdad que en un instrumento tan conocido se hayan hecho descubrimientos de tal valía como los que acabamos de observar en la ejecución del señor Rivas. Todo es sublime en este artista; la manera de ejecutar, veloz y limpia; la conducción de las frases, sin interrumpirlas las concluye con notable maestría; los alientos o manera de aspirar es tan sumamente imperceptible, que nos costaba trabajo el adivinar los pasajes en que lo hacía; la manera de filar el sonido, admirable; pues se queda este tan apagado, sin que por esto se entienda que falte a la afinación, que nos parece un imposible tanto dominio del instrumento: el modo de octavear, es como no lo hemos oído nunca, porque va tan unido el sonido grave al agudo, que la ilusión es tan completa que se llega a dudar si se oyen dos instrumentos o es uno solo el que tal encanto produce: pero donde Rivas es sublime, grande, es en la manera de expresar los andantes; emplea en tocar estos por lo regular la octava grave del instrumento en cuya extensión emite el canto con tanto sentido y expresión que logra asemejar a veces a la voz humana; el espectador le sigue frase por frase, compás por compás, nota por nota, sin perder el más pequeño acento de dolor que se escapa misteriosamente del encantado instrumento; aquí el triunfo del artista es superior a todo cuanto podamos decir, pues cuando termina la ejecución del trozo que tanta sorpresa como admiración ha causado en el público, este mismo público prorrumpe en bravos y aclamaciones, que hacen al artista asemejarse a una cosa sobrenatural.
El señor Rivas ha logrado lo que ningún instrumentista en España, ser aplaudido y aclamado por sus compatriotas como el Tulou español, es decir, como el primer ejecutante que reconocemos en su género. Este triunfo debe ser tanto más lisonjero para el artista español, cuanto que le ha alcanzado solo por su mérito. Se ha presentado Rivas en nuestra escena, sin pretensiones, sin estar protegido por pandillajes de ningún género, y solo sí, por el alma tan noble como artista del señor don Julián Romea, empresario del teatro del Príncipe, quien accedió gustoso a la petición del expresado artista, facilitándole con este paso el logro de sus deseos.
El señor don José Rivas va a partir para su patria adoptiva, dejando en nosotros un vacío inmenso: en otros países vemos con frecuencia que los gobiernos se muestran avaros en poseer artistas de nombradía que honren a su nación; nada costaría al nuestro nombrar al artista Rivas primer flauta de la capilla Real (que por cierto no tiene más que uno), de la cámara, y aún del Conservatorio Nacional, aunque para esto tuviera que alterarse algo su reglamento; no sería la primera vez que esto último se ha hecho, y por lo menos en este paso habría un acto de justicia notorio, y de estimar a los artistas en lo que valen.
Desgracia nuestra es, que para que un artista español logre fama y dinero, se vea precisado a recurrir al extranjero: ¡Cuándo llegará el día de bonanza para los artistas españoles!
No terminaremos este artículo sin hacer mención honorífica y justa del Sr. D. Lorenzo Zamora, joven profesor pianista de una reputación justamente merecida. Este artista se prestó gustoso a tocar un dúo concertante de flauta y piano con el Sr. Rivas, mirando en esto la amenidad y mayor lucimiento de la función, y tributando en ello una pequeña prueba de lo mucho que se interesaba en los triunfos de su compatriota. El Sr. De Zamora fue aplaudido con entusiasmo en las variaciones del dúo, y nosotros le felicitamos por ello de corazón, y porque quisiéramos que los artistas siempre que se presentasen ante el público, fuese en iguales términos que lo fue esta noche.
La función del 22 de diciembre fue magnífica, los actores dramáticos ejecutaron la comedia de la Segunda Dama Duende a la perfección. S.M. y A. honraron el espectáculo con su presencia; la alta aristocracia, cuanto bello y elegante encierra la corte de España, asistió a prestar homenaje al talento elevado del Sr. Rivas, habiendo personas que pagaron a un precio exorbitante los billetes.
Posteriormente se ha repetido dos noches la misma función, y el éxito ha sido tan satisfactorio para el expresado como en la primera noche.
Pronto nos ocuparemos en publicar la biografía del Tulou español Sr. Rivas, tributándole el homenaje sencillo de dar su retrato en la colección que daremos el año 43 en la Galería de la Iberia Musical: nuestro objeto es alabar a los artistas de mérito y ya reconocidos como tales por todo el mundo musical, y nadie tiene tanto derecho a ello como el que sostiene nuestra reputación en países extranjeros, y trata que el honor de nuestro arte quede cual corresponde".
JOAQUÍN GERICÓ TRILLA