El don

Si nos sentimos bien, y no sufrimos sirviendo al prójimo, si sentimos y observamos el sufrimiento al interior de las personas, y si los ayudamos realmente a través de un don, y estamos conscientes de todo de todo esto que se menciona arriba, estamos equipados con una protección natural que nace del estado mental, y de un nivel superior de consciencia. Si esto es así, que Dios bendiga, y engrandezca este don al servicio del prójimo, porque hay un dicho que dice: “pues al que haya multiplicado se le dará y tendrá abundancia; pero a quien no haya multiplicado, también lo que tiene se le quitará”.

En ciertos casos cuando las personas dicen tener el “don” de la sanación, estas personas vienen a verme, comentando que ellos tienen las mejores intenciones del mundo, y desean ayudar al prójimo; pero, después de un cierto tiempo, estas personas comienzan a sentirse mal, se sienten fatigados, nerviosas, con insomnio, con los mismos síntomas de las personas que dicen haber curado, o sanado.

Estas personas que dicen tener el “don” de sanación, me piden el permiso de meditar en el templo cerca de mi persona, pues según ellos durante la meditación se sienten purificados espiritual, física, y mentalmente.

Se sienten bien, equilibrados con el entorno, el cotidiano y con la fuerza de continuar sus actividades de sanadores, gracias a la meditación y a la fe que ellos tienen en Dios y en mi persona.

De todas maneras a la mayor parte de estas personas les digo que no están equipados para sanar o curar a los otros, o realizar una actividad de naturaleza espiritual, mental, o psíquica, que vaya en detrimento de su equilibrio psicofísico. Pues con la inquietud, la obsesión de servir, si esto va al extremo, se convierte en sufrimiento para aquellos que quieren ayudar a los otros.

Pues algunas personas que se han curado, atribuyen esta curación a la persona que dice tener el “don” de sanación. Esta experiencia para el “sanador”, lo obsesiona, lo mistifica, y cree realmente que tiene ese “don” de sanación.

Muchas de estas personas que dicen curar, tienen problemas psicológicos, mentales, y físicos, porque no están equipados, no tienen la capacidad, el control, y la maestría, de regular su naturaleza, y sacudirse de las ponzoñas, y de las miasmas deletéreas de las personas enfermas, que ellos dicen curar. Y como dijo Jesús el Cristo: “Si un ciego guía a un ciego, los dos se caen en un hueco”.

Posiblemente el don de ciertas personas, no es el don de sanación, o curación; pero por realizar otra actividad, como dar un buen consejo, de una manera u otra. Esto también lo hacen los psicólogos, que sufren las consecuencias de escuchar tantos problemas, que se sientes fatigados, y deprimidos.

Los problemas de muchos profesionales en psicología, en psiquiatría, es de no creer en la mística, en la espiritualidad, y en la multidimensionalidad de la persona enferma. Ellos seguramente no tienen la capacidad consciente de liberarse de la energía mental negativa de las personas que les consultan; pero de una manera inconsciente, desapercibida el malestar del profesional desaparece de una manera natural, o por ingestión de un medicamento.

Pero es muy diferente para aquellos que creen en la sanación espiritual, y que dicen “sanar”, estas personas son más vulnerables a las influenzas del mundo espiritual de la persona enferma, psíquica, mental, y espiritualmente. Pues su estado de consciencia es muy diferente a la de una persona materialista que realiza su profesión de una manera pragmática, salvo los casos de algunos psicólogos, psiquiatras, que experimentan la sanación espiritual paralela con sus profesiones, como es el caso de la relajación, la hipnosis que medrosamente la usan.

En estos casos, tampoco ellos esta equipados, o protegidos, y ellos deben practicar la meditación, para crear una campana de protección, que le dará la capacidad de realizar, mesclar estas terapias diferentes, por la vía del medio, para equilibrar los extremos, ya que su profesión y la espiritualidad no se contradicen.

Hno Rodolfo