Los qualia (singular: quale, en latín y español) son las cualidades subjetivas de las experiencias individuales. Por ejemplo, la rojez de lo rojo, o lo doloroso del dolor.
Los qualia simbolizan el vacío explicativo que existe entre las cualidades subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro. Las propiedades de las experiencias sensoriales son, por definición, epistemológicamente no cognoscibles en la ausencia de la experiencia directa de ellas; como resultado, son también incomunicables. La existencia o ausencia de estas propiedades es un tema calurosamente debatido en la filosofía de la mente contemporánea.
Los qualia han desempeñado un papel importante en la filosofía de la mente, principalmente porque son vistos como una refutación de facto del fisicalismo. Hay un debate sobre la precisa definición de los qualia dado que varios filósofos enfatizan o niegan la existencia de ciertas propiedades.
Este post comenzará con un breve ejercicio que el lector deberá realizar para seguir los argumentos que pretendo iluminar.
El lector deberá ver y escuchar este video, se trata del aria de una ópera de Puccini (Turandot), titulada “Nessun dorma”, un aria de victoria, explosividad y en cierta forma estremecedora. Pongo este ejemplo por ser un tema conocido aunque valdria cualquier otro.
¿Ya la has oido?
Bien, me gustaria saber ¿qué has sentido?
Con independencia de tu experiencia personal, lo que has sentido lleva por nombre genérico el de qualia.
Y vale más que no te empeñes en hacérmelo saber porque la experiencia de un qualia es:
Inefable, no puede decirse con palabras.
Privada, cada persona tiene una experiencia particular que es inaccesible al otro, ocurre en primera persona.
Intrínseco a aquello que lo provoca, en este caso al aria de Puccini.
Accesible a la conciencia, es decir nos damos cuenta de que estamos teniendo esa experiencia mental.
Como el lector podrá observar los qualia son los eventos más misteriosos de la conciencia humana, son en cierto modo algo personal e intransferible, algo característico del individuo e intransmisible. El misterio de los qualia -tan atados a lo humano- procede del hecho de que no son explicables desde una reducción fisicalista, se trata de eventos no computables, si pretendiéramos diseñar un robot inteligente nos daríamos de bruces con la evidencia de que no podemos diseñar un qualia para cada sensación que pudiera sentir dicho robot y en este sentido la máquina por más prestaciones que pudiéramos implementar carecería de lo más humano que nos caracteriza a nosotros: la capacidad de tener experiencias mentales en primera persona.
Esta es la verdadera inteligencia, la que transforma -en este caso- un tema musical (ondas sonoras) en una experiencia subjetiva. O al revés, el que compuso ese tema tuvo que crearlo desde algo idiosincrásico, algo suyo, íntimo, inapelable, que no eran ondas sonoras sino algo que habitaba en su inconsciente y que transformó -a través del proceso de composición- en algo físico, en este caso vibraciones sonoras.
Como el lector ya habrá adivinado ambos procesos: del qualia del compositor a la obra musical y de la audición de la obra musical al qualia son procesos reversibles, lo que los distingue es que en el primer caso el compositor ha de ser un experto, ha de ser músico, es decir tiene que haber recibido cierto entrenamiento para poder alumbrar esa creación. En el caso del oyente no es necesaria la condición de experto pero si es necesario que su oido esté educado, que haya recibido cierta instrucción para que esa obra le resuene como lo que es: una obra maestra de la ópera.
Pero tanto el experto como el simple oyente comparten la posibilidad de construir qualias a partir de una experiencia concreta, inconsciente en un caso y consciente en el otro.
Pero como no hay dos qualias iguales nadie puede tener la evidencia de que el otro siente lo mismo que él, ni siquiera el compositor puede estar seguro de que su obra conectará con el suficiente grupo de personas que compartan su mismo qualia. En definitiva si el qualia es algo personal y privado podemos decir que el qualia de “Nessun dorma” es compartido por muchos aun sin saber qué es lo que los demás sienten al escucharla.
Simplemente hay mucha gente que se estremece al oirla.
Eso es todo.
Dicho de otra forma lo que caracteriza al qualia es la imprecisión, la aproximación y la sensación de que se está compartiendo algo -una experiencia- que es innombrable, que sólo puede ser descrita a través de metáforas o analogías. Y al mismo tiempo la convicción de que el vecino siente algo muy parecido a mi.
El qualia tiene mucha semántica y poca gramática.
Dicho de otra manera, puede comportarse también como una metacategoría cognitiva, un universal platónico, en este caso la belleza: a través de ellos podemos construir impresiones fenoménicas abarcativas e inclusivas, por ejemplo podriamos decir que este es un tema de victoria, de júbilo por algo que se ganó o que se pretende ganar.
La creación artística, pero tambien la comprensión, los sueños, la imaginación, el sentido común y la intuición son precisamente esto, metacategorías si se establecen como entidades cognitivas o qualias si son experiencias mentales -universales- puros.
Para hacerlo más fácil pondré un ejemplo: piensa que tienes en tu mano una rosa y que la hueles. En ese proceso hay dos cuestiones una perceptiva y otra sensorial. Sabes que es una rosa y sabes a que huele una rosa -este conocimiento es computable- pero el aroma que sientes de la rosa es un qualia, el olor de la rosa, en sí mismo, es un qualia. No me refiero a reconocer o discriminar el olor sino a la experiencia subjetiva del olor.
Un ordenador inteligente podria decirnos, “ah si, es una rosa, huele como una rosa” pero careceria de la experiencia íntima del olor de la rosa, podrá ser diseñado para identificar flores, quizá a través de sensores o narices inteligentes que pudieran reconocer aromas, pero la máquina-nariz carecería de esa experiencia interna que tu y yo tenemos y que en términos de inteligencia artificial no es computable. La nariz inteligente sería entonces muy poco inteligente pues solo puede procesar reglas, algoritmos y secuencias -a una velocidad endiablada- pero carece de una verdadera comprensión de qué cosa es una rosa.
En el caso de la intuición sucede algo muy parecido y tenemos que diferenciar a la opinión del experto de la del lego cuando se enfrentan a algo nuevo. Piensa ahora en la cantidad de veces al dia que usas esta prestación, cada vez que te presentan a alguien sucede. Simplemente cruzas un par de frases con alguien y ya sabes aproximadamente alguna cosa de cómo andará la relación. En medicina a este proceso se le llama “ojo clinico” y consiste en aplicar miradas abarcativas que usualmente saltan por encima de las reglas.
Un experto es aquel que se fía más de su experiencia que de las reglas que aprendió cuando era un aprendiz.
Un experto es aquel que no sigue reglas.
En el caso del médico y del ojo clinico lo que sucede es que el médico construye intuitivamente una hipótesis que luego tratará de verificar a través de pruebas objetivas. pero si usted no es médico por mucha intuición que tenga el margen de error será siempre mayor. En este sentido no todas las intuiciones son iguales ni parten de la misma linea de salida. Hay quien tiene ventajas.
Pero lo cierto es que las intuiciones con mucha frecuencia fallan. Sucede porque nuestro cerebro computa por una parte datos secuenciales mientras que por otra parte y simultánemaente computa datos no-computables y ambos tipos de datos se funden en una visión global que siempre es a través del colapso de una opción.
Mi opinión es que los qualia son eventos que se computan cuánticamente en el interior de las neuronas, mientras que el resto de impresiones se computan bioeléctricamente en la conectividad neuronal. La diferencia entre ambos tipos de cómputos es que el primero (el cuántico) admite contradicciones pues opera con qubits, es decir con una superposición de dos o más opciones, no hay noes o síes como en la computación clásica sino estados superpuestos e indeterminados que sólo después de ciertos mecanismos moleculares adquieren una configuración determinada.
Una vez determinado el evento, este tiene que ser hecho consciente para lo que ha de ensamblarse con el cómputo clásico que el cerebro está realizando en otro nivel de proceso y ahi pueden existir disonancias o sinergias dependiendo de la variable que emergió desde el inconsciente. La intuición (podriamos llamarla cuántica) ha de vérselas con los ensamblajes cognitivos que proceden del cómputo neuronal convencional. ¿Y qué podemos esperar de ese cómputo?
Pues experiencias anteriores, experiencias de la memoria. Cuando estamos tratando de evaluar una situación nueva hay una parte del cerebro que la está comparando con experiencias anteriores parecidas, mientras que otras parte del cerebro la está tratando de computar cuánticamente en términos de intuición pura.
La intuición es un fenomeno cuántico como los sueños y es necesariamente imprecisa porque no está diseñada para apresar la realidad sino para dar cuenta de ella, de la realidad interna e íntima del sujeto. En este sentido será más imprecisa en la medida en que se contamine con los prejuicios computacionales aprendidos o tan sublime en la medida en que se funda sinérgicamente con ellos y logre saltar por encima de los algoritmos.
La intuición es un “captar algo de golpe y en su totalidad” aunque prescindiendo de los detalles y que puede preceder o ser simultáneo con el proceso algorítmico del pensamiento convencional.
Contrariamente a lo que piensa Damasio, yo no creo que la intuición sea algo opuesto a la razón, creo que la intuición es una parte de la razón no razonable, es decir, no computable, pero sigue siendo razón, o sea, un producto de la conciencia que se alimenta de elementos de la mente inconsciente y del procesamiento cuántico para escribir sus propios guiones y que extrae de ellos la esencia de algo: eso que llamamos creatividad u originalidad que puede entenderse como fruto de una extraña capacidad de combinatoria pero también como un producto pre-dado o pre-instalado que nos viene de origen y que elige qué elementos encajan y cuales no.
Siguiendo el axioma godeliano: la intuición es la forma en que podemos aproximarnos a ciertas verdades que no pueden ser deducidas formalmente.
Y ahora me viene a la cabeza aquella idea de Freud de que “el tiempo no existe en el inconsciente”, es verdad, el tiempo y la contradicción no existen en determinado nivel de definición, más que como opciones granulares y superpuestas, ese nivel que hemos llamado cuántico y que de alguna manera es el inconsciente freudiano despues de haber pasado por la plantilla de Planck.
Freud no lo sabía pero a ese nivel fundamental de la materia suceden todas las cosas qué él intuyó solo que no supo relacionar con la mecanica cuántica.
Pues aun no habia sido inventada.