Berlin underground scene 1989–2010
Desde la perspectiva de los participantes y algunos observadores, el libro Echtzeitmusik Berlin –Self-Determination of a Scene, explora, documenta y reflexiona sobre un fenómeno multifacético dentro de la cultura musical berlinesa, cuya influencia e importancia se extienden mucho más allá de la ciudad. Surgida en los espacios abiertos de la zona este de la ciudad tras la caída del Muro de Berlín y arraigada en un sistema cultural de okupación e improvisación libre, punk y nueva música, experimentación social y performance, la escena musical en tiempo real ha experimentado un desarrollo musical y social turbulento en las últimas dos décadas, diversificándose en un amplio espectro de formas musicales, en gran medida experimentales, que bordean áreas tan diversas como el noise, la electrónica, el trash pop, el free jazz y la música compuesta contemporánea, así como la performance y el arte sonoro.
Este libro es una aproximación teórica a una escena que se constituye a través de la práctica, que se describe a sí misma, se inventa a través de la escritura, se define y se posiciona con cada contribución individual. Un acto de visualización verbal. No existe una historia única, solo una multitud de historias; No existe una teoría única, sino una amplia variedad de conceptos y enfoques, a veces contradictorios. Música en Tiempo Real: Autodeterminación de una Escena refleja ampliamente esta multiperspectiva y se considera no solo una documentación de la historia de la música en tiempo real, sino parte de ella.
_Burkhard Beins, Christian Kesten, Gisela Nauck, Andrea Neumann
https://improvisersnetworks.online/books/item/598-echtzeitmusik-berlin
La magia existió
The dream is over
Todo tiene un principio y un final, pero lo que empieza bien suele tener un camino más afortunado. Sobre todo si se actúa con honestidad aunque parezca una lucha demasiado desigual.
No pretendo hacer una crónica profesional sino una especie de recuerdo y homenaje a todos quienes fueron parte desde la limitada perspectiva particular y experiencias vividas. El hecho de que sea público sólo responde a compartirlo con amigos y colegas.
Algunos momentos son históricos y especiales como el París de los 30 y California de los 60.
Allá por los finales de los 80 un grupo de músicos argentinos buscaban el camino local para deshacerse de los grillos de la música “en conserva” y cuyos aires de apertura sólo llegaba por canales que apenas se abrían después del terror y el cepo cultural de la última dictadura en Argentina.
Grupo de improvisación tercer mundo:
Formed 1985, Argentina
Members:
Marcelo Peralta (tenor saxophone),
Jorge Mancini (electric guitar, electric bass),
Mariana Potenza (percussion, vocals),
Victor Da Cunha (percussion)
Los que fuimos inspirados por esos vientos liberadores comenzamos a proyectar la música de fuerte e inevitable sabor a la aldea y el sueño de transformarla en aldea global.
La presión de la guerra sanguinaria contra Nicaragua había dado buenos frutos al imperio. Intentamos igualmente lo imposible.
Así se forma el trío Wancara que inyecta el virus liberador en escuelas del conurbano bonaerense y algunos centros culturales.
El lema es:
Ninguna restricción de ninguna clase.
Jorge Mancini nos recibe en Ezeiza volviendo por primera vez 1993
Ese proyecto viaja a Berlín en el 90 después de la caída del muro. Un lugar y un momento de efervescencia cultural que hoy es leyenda.
Berlín siempre ha sido imán para artistas, freaks y buscadores de libertad, pero después de la caída del Muro en 1989, la ciudad explotó en una escena underground que redefinió lo que significaba hacer arte y música sin reglas. Entre squats, clubes decadentes y galerías improvisadas, nació un ecosistema donde el noise, el techno crudo y la experimentación extrema se mezclaban con cerveza caliente y paredes llenas de graffiti.
AnorakLos Años 90: Caos y Libertad
Con la reunificación, Berlín Oriental se convirtió en un paraíso okupa. Edificios abandonados como Tacheles —una antigua casa de departamentos ocupada por artistas— se volvieron símbolos de una escena donde el arte era tan efímero como los contratos de alquiler inexistentes. La música no se quedó atrás: bandas de post-punk e industrial tocaban en sótanos, mientras el techno comenzaba a apoderarse de las fábricas vacías.
El club Tresor (abierto en 1991 en una bóveda abandonada) se convirtió en la catedral del sonido berlinés, pero no todo era beats electrónicos, .Anorak en la okupa Dunckerstraße 14, Prenzlauer Berg, bares como Kaffee Burger o Wild at Heart, bandas de noise rock y free jazz improvisaban hasta el amanecer, heredando el espíritu anárquico de la Geniale Dilletanten de los 80.
2000s: Reduccionismo y Experimentación Radical
Para los 2000, Berlín ya era meca global del techno, pero bajo la superficie bullían sonidos más oscuros y minimalistas. Colectivos como Cologne’s A-Musik o sellos como Raster-Noton llevaron la electrónica a terrenos reduccionistas, donde el silencio y el ruido blanco eran tan importantes como el ritmo. Artistas como Alva Noto o Frank Bretschneider exploraban la microsonoridad, mientras en lugares como Ausland o West Germany el free improvisation y el drone reinaban.
El performance art también mutó: acciones en galerías clandestinas mezclaban noise con teatro absurdo, siguiendo la tradición de fluxus pero con un toque berlinés (más cerveza, menos pretensión). Colectivos como Echtzeitmusik organizaban jam sessions donde un saxofonista podía terminar duelo acústico con una licuadora.
Legado: ¿Se Perdió la Magia?
Hacia 2010, la gentrificación ya asomaba, pero el underground seguía resistiendo en rincones como Kunsthaus ACUD o About blank. Lo que hizo única a Berlín en esas décadas fue la mezcla de urgencia y libertad: nadie tocaba para hacerse famoso, sino porque no había otra opción. Desde el caos post-Muro hasta el minimalismo cerebral, la ciudad demostró que el arte auténtico surge cuando no hay nada que ganar ni que perder.
Hoy, muchos añoran esa era, pero como dicen los viejos de la escena: Berlín siempre se reinventa… aunque ahora cueste 10 euros la cerveza.
Vivir la escena underground berlinesa entre los 90 y los 2000 fue como estar en un huracán de pintura spray, feedback de amplificadores y beats que resonaban en las tripas.
Tacheles 90's
kopi Hoy
Santiago con René Diesel (Performer), Bar en Skalitzerstr. en los 90'
Los Squats: Donde el Arte olía a chocolate, carbón y Rebeldía
¿Te acuerdas de llegar a un edificio medio derruido en Mitte o Friedrichshain, subir escaleras con pasamanos oxidados y entrar en un loft donde alguien había montado un bar con una mesa de camping y cajas de cerveza warm? Tacheles era el epicentro, pero había decenas más: el Köpi (Köpenicker Straße) con sus paredes llenas de consignas anarquistas, el Brunnenstraße 183 donde los afterparties duraban tres días… Incluso los menos hardcore terminábamos en algún squat alguna vez, aunque solo fuera porque era el único sitio donde servían Pfand a las 5 AM.
—¿Esto es legal?
—Aquí nada es legal, pero todo está permitido.
Música: Desde el Techno Hasta el Ruido Que Hacía Temblar los Dientes
Tresor: El sótano que vibraba con el techno de los 90, donde el humo era tan denso que cortabas con navaja. Jeff Mills, Juan Atkins… pero también sets experimentales que sonaban como una lavadora llena de tornillos.
Club der Visionäre antes de ser cool: Esos días de minimal crudo en una barcaza, con el sol saliendo sobre el Spree y alguien vomitando discretamente entre los juncos.
Kaffee Burger: Donde una banda de punk-klezmer podía tocar después de un DJ set de electroacústica soviética. Y luego, claro, la Russendisko.
¿Y los locales que ya no existen? Como el WMF (antes de que lo cerraran por problemas legales), donde el techno se mezclaba con performance art, o el Bar 25, cuando todavía era un chiringuito ilegal con hamacas y no un parque temático para influencers.
Sonidos Experimentales: El Caos Era la Norma
Ausland: Donde un tipo con un theremin y otro con un contrabajo preparado hacían un duelo que sonaba como una pelea de gatos en una catedral.
Labor Sonor: Esos conciertos de noise reduccionista donde el silencio entre notas era tan intenso que podías oír a alguien toser en el fondo… y luego, un muro de distorsión que te aplasta.
Jam sessions en Wohnzimmerprojekte: Pisos convertidos en espacios de ensayo donde, después del tercer vodka, alguien sacaba un modulador de ondas cerebrales (o eso decía) y empezaba la libre improvisación.
La Estética DIY: Lo Feo Es Hermoso
Flyers fotocopiados en Spartacus (la copistería de Oranienstraße) con tipografías ilegibles y manchas de café.
Ropa de second-hand que olía a humedad pero era uniforme de batalla: chaquetas de cuero rotas, zapatos militares de la RDA, camisetas con serigrafías hechas en el squat.
Galerías en baños públicos, como el Trockenproben en un antiguo urinario de Kreuzberg. La ciudad tenía vida propia, la "deriva" situacionista, la psicogeografía que hacía del paisaje urbano una respiración performática de realismo mágico en cada metro cúbico.
El Final de una Era (Pero No del Espíritu)
Para 2010 ya se notaba el cambio: los boutique hostels llegaban a RAW-Gelände, los precios subían y algunos viejos punks vendían sus sintetizadores en eBay. Pero en lugares como About blank o OHM (junto a Tresor), el fuego seguía vivo. Y aunque ahora haya más turistas del techno que auténticos freaks, los que estuvimos ahí sabemos: Berlín sigue siendo imán para los que buscan perder el control.
Berlin ist eine Stadt, die niemals schläft… aber manchmal ohnmächtig wird.
El viejo Kuckucsai de la Wrangelstr. 90'
Entrada por la Marscchstr. Ecke Einsteinufer, entrada al bar-galeria Politburo
Squats: La Vida en la Trinchera Cultural
Köpi (Köpenicker Straße): El santo grial de los squats. ¿Viviste en esa torre surrealista llena de murales anarquistas y gatos callejeros? Las asambleas interminables, los baños que eran una instalación artística en sí mismos, los WGs donde el alquiler era colaborar en la barricada.
Brunnenstraße 183: Antes de que lo convirtieran en lo que es hoy, era un hervidero de punkis, hackers y poetas borrachos. ¿Te acuerdas de los Küfa (Küche für alle) donde comías lentejas por 50 pfennigs?
Eimer en la Rosenthalerstr. 68, donde grupos post punk,
proyectos noise recientes, electrónica experimental y bandas
internacionales llegaban al escenario una y otra casi sin pausa,
cerveza 1marco, los joint con chocolate se deslizaban entre el
público a discreción.
Marschstrasse: Uno de los squats más hardcore de los 90. Pisos con agujeros en las paredes, calefacción hecha con latas y jam sessions que acababan con los vecinos (si es que había alguno no okupa) llamando a la policía.
Wrangelstraße: El Kilómetro Salvaje de Kreuzberg
Esa calle era el Wild West de la noche berlinesa. Bares que hoy son leyenda:
Café CK (o Zum bösen Wolf): Donde los Punks y los Teds (sí, esos tipos con rulos y chaquetas de los 50) convivían… hasta que alguien sacaba una navaja.
Südblock: Antes de ser hipster, era un antro de techno-casero y fiestas queer clandestinas.
Trinkteufel: El bar de los noctámbulos profesionales. ¿Recuerdas a ese camarero que servía Afrikola con vodka en un tarro de cristal?
Y por supuesto… cukcuksei. El viejo cukcuksei de la Wrangelstr. Ese bar psicodélico dondevla decoración era lo que encontrábamos en la calle ayer. El DJ ponía Krautrock mezclado con jazz o música étnica a las 8 AM. Cuando el aumento del alquiler no se pudo pagar, por la gentrificación no hubo subida de precios sino fiesta todo gratis hasta agotar stock.
Las conversaciones oscilaban entre ¿Quién tiene chocolate bueno y el cine de Fassbinder. Siempre estabas como en casa.
Conciertos 1991–92: Cuando el Noise Era Religión
Ahí es cuando Berlín olía a pólvora cultural post-Muro.
Einstürzende Neubauten en algún descampado con instrumentos hechos de chatarra.
Die Haut o Malaria! en locales que no aparecían en los mapas.
Proyectos experimentales de una noche: como un tipo gritando poemas dadaístas sobre un loop de cinta magnética rota.
El activismo y la creatividad Frauen-Power contaba con un lugar merecido. Pioneras como Gudrun gut, Beate Bartel y luego Christina Kubisch, Andrea Neumann, Annette Krebs inundaron de creatividad e inspiración la atmósfera under y renovadora de la ciudad.
Sonido de la época:
Guitarras desafinadas, sintetizadores de la RDA, baterías robadas de un colegio.
El feedback era lenguaje, el ruido era mensaje.
El post-punk berlinés no sonaba como el británico: era más sucio, más frío, más Berlín.
La Estética del Caos (o Por Qué No Teníamos DNI)
Moda: Chaquetas de cuero con pintadas Keine Macht für Niemand, botas del ejército soviético, camisetas de Dead Kennedys con agujeros.
Transporte: Bicicletas robadas (que te robaban a ti a la semana) o trenes sin ticket.
Comida: Döner de 3 marcos, Pfannkuchen del späti, y cerveza., siempre aparecía la cerveza...
Wir waren jung und brauchten Drogen… und die Kunst… und die Drogen.
Pero no solo fiesta: las reuniones de debate interminables y acaloradas en los squats entre artistas giraban entre Deleuze, Castoriadis, Guy Debord... y por supuesto Nietzsche.
En el Wagenburg de la Marschstr. Parkplatz de la UdK.
¿Qué Pasó con Todos Esos Locos?
Algunos murieron (RIP).
Otros se fueron a Tailandia o México (y siguen en squats, pero con mejor clima).
Unos pocos se vendieron (ahora son artistas conceptuales con galerías en Neukölln).
Y luego están los que siguen ahí, en algún Kiez olvidado, diciendo: Berlin ist tot… pero sin mudarse.
El bar-galería Politbüro en el Marschstrasse, Einsteinufer en el 92, en pleno Gelände okupa, con el Wagenburg de la UdK (Entonces HdK) como compañeros leales y punkis robando cerveza como si fueran guerrilleros urbanos… como una película de Wim Wenders con soundtrack de Einstürzende Neubauten.
El Bar-Galería: Epicentro del Caos Creativo
Localización estratégica: Planta baja del Gelände Marschstrasse (zona antiguamente gris de Charlottenburg, hoy gentrificada hasta el alma). ¿Era el sitio ese con las ventanas pintadas de negro y un cartel hecho con tiza que ponía Bar o Knst o Live Musik Heute?
Ambiente: Una mezcla de taller de artista, barra de bar improvisada y zona de tránsito para okupas. ¿Los clientes? Punkis con crestas caídas, estudiantes de la UdK (HdK) y la TU, y algún turista perdido que acababa pagando rondas sin querer.
Menú: Cerveza caliente (porque la nevera era un agujero en el muro con nieve en invierno), vodka de garrafa con jugo “invitación de la casa” y bocadillos de paté caducado (pero el arte nos nutría).
¿Por qué siempre hay un tipo durmiendo en la esquina?
—Es el performer. Hoy a las 3 AM hace su obra El sueño eterno del capitalismo.
Los más leales: El Wagenburg de la Eisteinufer,
El Parkplatz de la UdK (HdK): Donde los Wagenburgers (gente que vivía en furgonetas y caravanas) montaban su micro-utopía punk. ¿Eran los mismos que reciclaban cajones de cerveza del supermercado trasero? Sí, esos.
Barbacoas en Charlottenburg: 2 AM, parrilla hecha con una cama vieja y carne de origen desconocido, y los punkis llegando con cajas de Berliner Kindl de 0,5 l que pasaban por debajo de los carritos de la compra como si fueran comandos en misión.
Música de fondo: Alguien con una guitarra con tres cuerdas y una radio soviética que solo captaba estática.
Eventos Épicos Que Nunca Serán Olvidados (Por Quienes No Los Recuerdan)
La noche que el bar se convirtió en una instalación sonora: cuando
un artista sonoro peruano conectó 5 walkmans a altavoces rotos y
lo llamó Memorias del subdesarrollo en loop.
Locos y artistas de otros squats visitaron el local: y se armó una jam
session con saxo, guitarras, bidones y electrónica hecha con una
radio vieja. La policía vino… y se quedó a tomar cerveza y fumar
chocolate.
¿Qué Fue de Aquellos Lokos?
Los Wagenburgers: Algunos siguen en furgos, pero ahora estacionan en Portugal.
Otros han aparecido en películas de Andreas Dresen.
El bar-galería Politbüro: Hoy es un nuevo edificio de la UdK en Einsteinufer.
WANCARA: "Imaginäre Folklore" y la Reinvención del Tango
Crítica en Zitty/Tip (1992):
Los llamaban música de los intersticios, elogiando esa mezcla de tango, zamba y chacarera con un toque jazzístico que descolocaba a los europeos.
Frase clave: “Wancara yace entre o al lado de todos los estilos que crees conocer de Sudamérica”. Como manifiesto artístico: un anti-exotismo radical.
Localización épica: Tocaban en el Kunsthaus Tacheles (santuario del arte okupa) y el Haus der Kulturen der Welt (donde se aproximaban a la alta cultura, pero en versión punk tercermundista).
Conciertos en Bellevue (Flensburger Str.):
La prensa bromeaba sobre su batalla entre Zamba y Monster del Jazz. ¿Fue el día que el bandoneón Casio derrotó a un amplificador Fender Twin Reverb?
Passionskirche (Kreuzberg):
“Nueva música argentina para oídos europeos”. Allí ya los veían como embajadores de una vanguardia transatlántica.
El Contexto: Berlín como Laboratorio Sonoro
Que pasaba? La música latinoamericana era peruanos con
folclore, cubanos con música del caribe, lo más vanguardista
eran mexicanos con un punk clásico de alta temperatura
. Nosotros nos inspiramos siempre en Sun Ra, John Zorn, Frank
Zappa...pero tan raro como argentino...era muy “rayuela”.
Cartelera aliada:
Romy Haag (ícono queer) en la UFA-Fabrik, y nuestro tango abstracto.
Alexander von Schlippenbach (leyenda del free jazz) tocando
cerca… Hubo jam sessions secretas. Pasamos un día de asado
al aire libre en la ex RDA y conocimos a Charlie Mariano.
Tocamos con él en un par de festivales. Un gran tipo que amaba
el tango de vanguardia.
Elegantes jazz clubs como Eierschale 1, 2, 3 o Flöz donde el blues y el rock coexistían con nuestro folklore imaginario.humo y espejos mediáticos:
La revista Zitty menciona a Hullies tocando en Kreuzberg… mientras nosotros desafiábamos el jazz europeo con instrumentos extraños y mucho corazón.
Detalles que Solo un Veterano Notaría
Teléfonos de locales: Números de 7 u 8 dígitos (era pre-móviles). El Insel der Jugend en Alt-Treptow (hoy gentrificado) era un nido de hippies y punks.
Mientras hacíamos soundtracks en vivo para una ciudad en ruinas.
El "real existierenden Sommerloch": El artículo se queja del hueco veraniego cultural… pero Wancara llenaba ese vacío con caos sudamericano.
El legado (Según la Prensa de la Época)
Definitivamente no éramos world music. Nos ubicaban fuera de categorías, entre el jazz y la música tradicional destrozada.
Berlín como cómplice: La ciudad nos dio espacio para ser raros útiles (argentinos con saxo, percusión, guitarra y electrónica rudimentaria = arte post-Muro).
Wancara en Passionskirche
Berlín, 1989–2017: Crónica de un Éxtasis Underground
Marcelo y los fantasmas que aún bailan en los squats derruidos.
El Muro cayó como un fuzz de guitarra mal enchufada, y Berlín se convirtió en un cortocircuito de pintura spray, cuerpos sudorosos y amplificadores que escupían distorsión.
La ciudad era un cadáver exquisito: del Este salían punks con chaquetas de la Stasi recicladas; del Oeste, hippies con sintetizadores robados. Y en medio, un trío argentino que era a veces cuarteto sonando a Piazzolla en ácido.
Los Años del Polvo y la Gloria (1989–1995)
En el Tacheles, los artistas okupas tallaban esculturas con escombros del Muro.
El sonido: tango mutante, saxo que imitaba sirenas, percusión hecha con lo que el momento requiriera o había a mano.
En el Köpi, los punks alemanes nos miraban con curiosidad: “¿Argentinos? El Che Guevara y Maradonna”. El tango y el folklore podían ser también un martillo nietzscheano. En el cukcuksei, entre velas derretidas y cervezas tibias, zambas con feedback de electrónica japonesa era un viaje que solo se hace una vez.
“Esto es imaginäre Folklore”, murmuró un crítico borracho.
Los flyers del concierto en la Passionskirche se imprimían en fotocopiadoras exhaustas. El cartel decía: “Wancara: Tango experimental, música sin pasaporte”.
La Era del Techno y los Fantasmas (1996–2005)
Berlín se llenó de beats, pero nosotros seguimos en los márgenes.
El Tresor era una catedral de cemento; pero preferíamos el Ausland, donde el silencio entre notas era tan denso como el humo de los cigarrillos falsos.
Charlie Mariano nos visitaba, nos vio tocar en Haus der Kulturen der Welt y dijo: “Das ist kein Jazz… das ist Geisterbeschwörung” (No es jazz… es invocación de fantasmas). Tenía razón.
En el Wrangelkiez, los bares empezaron a poner precios en euros.
Los squats de la Brunnenstraße se convertían en lofts. “Gentrificación”, escupía un poeta okupa mientras nos tomábamos el último Pfand en la Marschstrasse.
En 2017, durante un concierto en el Kunsthaus ACUD, un pibe argentino turisteando preguntó: “¿Cómo era Berlín antes de los hipsters?”. Vió una foto de 1992: en el Tacheles, con el saxofonista y una botella de Schultheiss que valía 50 pfennigs.
“Era esto”, “Un lugar donde el arte olía a sopa fría, la policía era verde y nadie preguntaba por WiFi”.
Haus der Kulturen der Welt
La era minimal
El reduccionismo como acto político y la sombra de Wandelweiser
Wandelweiser: El culto al susurro (1995–2005)
Mientras quemábamos partituras en el Mehringhof , en una galería de Mitte, el Ensemble Zwischentöne tocaba una sola nota durante veinte minutos.
Filosofía: El sonido existe para revelar el silencio. Y el silencio, en Berlín, era un lujo más caro que un alquiler en Prenzlauer Berg.
Sudamérica meet Husserl: el silencio nunca fue tan sexy.
Todos compartíamos las premisas deliberadamente anti mainstream.
Peter Ablinger y el ruido que no era ruido
Desde su extraordinario desarrollo coceptual y su creatividad extrema, grababa el sonido de un árbol creciendo y lo llamaba música.
El chirrido de la línea U8 a las 3 AM se sampleaba y procesaba.
Punto en común: ambientar el mundo real como partitura.
Radu Malfatti y el arte de no tocar
Malfatti (el samurái del trombón callado) decía: El sonido es un accidente. En el NK Projekt hicimos Tango Zero: solo relación de cuartas, siempre dos notas, siempre ad libitum y varios objetos todo en el piso, una bailarina entre todo ello y un juego de sonidos accidentales que nunca empezaba o nunca terminaba.
Proyectos under y Wandelweiser
Partituras de 20 páginas para dos notas.
Un Casio con teclas pegadas pasaba por un par de pedales viejos.
Resultado: Berlín los necesitaba a ambos, el fuego y la ceniza.
Epílogo (Hoy)
Todo devino desde las influencias de La Monte Young, Terry Riley, la música china de la dinastía Tang y el folklore japonés...
Los discípulos de Wandelweiser hoy llenan salas en Basel.
Se siguen quemando cosas en talleres de Neukölln. Amamos tanto a Nietzsche como al caballo de Turín.
El reduccionismo sobrevivió, pero la música no es sonido ni silencio… es lo que pasa “entre”.
Música como espacio de escucha activa
Rechazo al virtuosismo: Priorizaban una ejecución austera, casi anti-técnica, donde el sonido emergía de gestos mínimos (un roce de arco, un soplo en un instrumento de viento).
Silencio como estructura: Las pausas y resonancias eran tan importantes como las notas, en línea con la idea de John Cage y Morton Feldman.
Repertorio centrado en el reductionism y Wandelweiser
Interpretaban obras de Radu Malfatti, Jürg Frey, Antoine Beuger.
Configuración no jerárquica
El ensemble evitaba solistas; todos los miembros (a menudo entre tres y ocho músicos) tenían roles igualitarios.
Instrumentación variable: combinaba acústicos tradicionales (trombón, violonchelo, clarinete) con objetos cotidianos (cristales, papeles).
Improvisación controlada
Aunque tocaban obras escritas, incorporaban elementos de improvisación libre, pero siempre dentro de un marco de extrema contención (nada de explosiones al estilo free jazz).
Influencia del EAI (Electroacoustic Improvisation) de la escena japonesa, Toshimaru Nakamura, Taku Sugimoto.
Contextos site-specific
Preferían tocar en espacios no convencionales (galerías, iglesias vacías, patios) donde el ambiente acústico fuera parte de la obra. Eventos únicos en Quiet cue, que ya hizo historia y O Tannenbaum, REH Raum, Richten25 . Clásica contemporánea y relación con el arte conceptual: performances donde el proceso (cómo se generaba el sonido) era más importante que el resultado.
Violinistas, cellistas, vientistas anónimos: A menudo músicos de orquesta que buscaban un enfoque experimental.
A finales de los 90 y principios de los 2000, conocidos por fusionar arte sonoro, performance, improvisación libre y electrónica experimental en un contexto urbano posindustrial.
Aunque menos documentado que otros movimientos berlineses (como la escena techno o el neoclásico de la Berliner Schule), su enfoque interdisciplinario y anárquico lo convirtió en un nodo clave para la vanguardia underground de la ciudad.
Premisas fundamentales
Improvisación libre sin jerarquías
Músicos, artistas visuales y performers colaboraban en sesiones espontáneas, evitando estructuras predefinidas.
Influencias del free jazz europeo (Peter Brötzmann) y la música noise (Merzbow).
Electrónica DIY y ruido analógico
Uso de sintetizadores modulares caseros, circuit bending y grabaciones de campo distorsionadas.
Conexión con la escena post-industrial y el noise berlinés (ejemplo: proyectos como Genocide Organ).
Espacios abandonados y autonomía cultural
Actuaban en fábricas vacías, squats y galerías autogestionadas, reflejando el Berlín reunificado de los 90 (como Tacheles).
Vinculación con el arte activista y la crítica anticapitalista.
Colaboración con artistas visuales
Performances donde el sonido interactuaba con videoarte, instalaciones y pintura en vivo.
Eventos gesamtkunstwerk (obra de arte total) inspirados en Fluxus.
Rechazo a la comercialización
Grabaciones limitadas en cassettes o vinilos de edición artesanal, a menudo anónimas.
Documentación escasa deliberada (parte del mito). Continúan enriqueciendo el éter de la capital alemana musiques argentines como Carlé Costa, Lucio Capece, Ligia Liberatori, Camina Nebbia, trascendiendo todas las fronteras posibles.
No hubo colisiones en la escena, fueron universos paralelos que se enamoraron y entretejieron en las lisérgicas noches del Klangteppich.
Tango Punk y Liebres galácticas
Tango impuro
Bandoneón cósmico sobreviviente
Neukölln 1992 / Neukölln 2017
La magia existió:
## Good Bye Lennin, Wolfgang Becker (2003)
En un concierto under de puro ambiente Alex le dice a la novia : “En este momento estamos en el mejor lugar del mundo“ frase épica!
The dream is over:
## Munch, Henrik Martin Dahlsbakken (2023) la inusual conexión con la escena del Berlín actual explica de manera excepcional la decadencia del ambiente del arte.
Algunos links
Christin Kubisch
Andrea Neumann
https://andreaneumann.bandcamp.com/album/elletsreuef
Annette Krebs
Peter Ablinger
Radu Malfatti
https://erstwhilerecords.bandcamp.com/album/--2
Toshimaru Nakamura
https://daily.bandcamp.com/lists/toshimaru-nakamura-discography-list
Taku Sugimoto
https://takusugimoto.bandcamp.com/
Quiet cue
http://quietcue.blogspot.de/p/linked.html
Jorge Mancini
Jorge Alberto Mancini - YouTube
Carlé Costa
https://youtube.com/channel/UCnRaumIp5qRdWzmlPOvXj6g/Carl%C3%A9Costa?si=QY1KS66kFxpOPJBb
Lucio Capece
https://luciocapece.blogspot.com/?m=1
Ligia Liberatori
https://www.ligialiberatori.net/
Camila Nebbia