Elisa y Marcela

Elisa y Marcela se enamoraron y se casaron. Eso sí, en 1901 y por la iglesia.

Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga se conocieron de adolescentes en A Coruña, como explica Isaías Lafuente en su libro Agrupémonos todas las mujeres. Los padres de Marcela no aprobaban esta relación y la enviaron a Madrid. Se reencontraron cuando terminaron sus estudios, ya que las destinaron como maestras a dos aldeas vecinas de Galicia: Elisa, a Calo; Marcela, a Dumbría. Durante dos años y cada noche, Elisa recorría a pie los 12 kilómetros que separaban ambos pueblos.

Cansadas de la clandestinidad, se les ocurrió una forma de oficializar su situación: Elisa pasó a ser Mario. Recortó su melena, cambió las faldas por pantalones e incluso se inventó una infancia en Londres y un padre ateo que no quiso bautizarlo de niño.

El párroco de San Jorge no sospechó nada y, tras bautizar a Mario, los casó el 8 de junio de 1901, a las siete y media de la mañana. Pasaron la noche de bodas en la pensión Corcubión.