Los reporteros de guerra

Los lectores de periódicos no se conformaban con ojear las complacientes notas de prensa enviadas por las embajadas a las redacciones o los textos de los periodistas más o menos vendidos o convencidos por los beligerantes de la propaganda que éstos querían hacer, deseaban saber lo que realmente ocurría en los frentes. Por ello, los directores de los grandes rotativos enviaron a escritores y periodistas a las trincheras o convirtieron en apasionados reporteros circunstanciales a españoles que vivían en los distintos países en conflicto.

Antonio Aizpeitua, enviado por ABC, fue el primer periodista que redactó una crónica desde un “ballenato mecánico”, un submarino alemán que patrullaba por el mar del Norte en el otoño de 1914. Para La Vanguardia trazó, el entonces estudiante en París Agustí Calvet Gaziel, las páginas más brillantes del periodismo bélico español. Sus crónicas sentenciosas y lapidarias, reflejan instantáneas a través de potentes metáforas de la “tempestad apocalíptica” que estaba cambiando el mundo para siempre.

Colombine, Carmen de Burgos -la primera mujer que tuvo una columna propia en un rotativo español-, a pesar de su experiencia, estuvo a punto de ser detenida por espía en Hamburgo, mientras escribía para El Heraldo. De sus textos, lo más impresionante es su descripción de “los hombres tronco”, página imborrable de la literatura universal cargada de antibelicismo. Pero no fue la única mujer,  Sofía Casanova, dama de la Cruz Roja condecorada por el Zar Nicolás II, denunció las atrocidades de la guerra, las armas químicas y la indefensión de los civiles, en artículos que escribió para  ABC, El Liberal, La Época o El Imparcial, el New York Times o la Gazeta Polska.

También los escritores consagrados se hicieron eco de la hecatombe. Más allá de las crónicas, Vicente Blasco Ibáñez, con sus reflexiones, pretendía desentrañar las causas y los porqués de la cruenta conflagración. Valle-Inclán visitó el frente de Verdún en 1916 y dejó un retrato dantesco de las trincheras. Azorín se acercó a  París, así como Unamuno, Ramiro de Maeztu, Ramón Pérez de Ayala, Américo Castro o Santiago Rusiñol relataron en libros y diarios sus amargas impresiones de una Europa cegada por el odio y dispuesta a sucumbir.

Maquina de escribir Underwood de la época (By Self CC BY SA-3.0)

 Retrato de Carmen de Burgos por  Julio Romero de Torres