La guerra y el mundo de la cultura en España

Antes de la Guerra de 1914 el Arte había iniciado el camino de transformación que lo subvertiría hacia espacios y conceptos inimaginables. La modernidad se había iniciado y a nivel artístico es innegable que el arte y el artista de 1914 habían devenido en un nuevo concepto. La autonomía de arte y artista era un hecho ahora incuestionable que en este momento se ejercitaba con complacencia y decisión.

La clarividencia del camino nuevo no fue tan evidente cruzado el nuevo siglo, aunque es probable que, a la altura de 1914, sí se pueda afirmar con cierta rotundidad que muchos de los actores artísticos del momento fueran conscientes de haber atravesado el punto de inflexión. El París en el que Picasso ya era un artista respetado en 1914, era la otra capital del arte español del momento, junto con Barcelona. Aparte  de la adhesión personal en manifiestos de intelectuales a favor de alguno de los dos grandes bandos enfrentados en la Guerra, la única participación directa de artistas españoles desde los pinceles tuvo lugar en la prolija ilustración satírica y caricaturesca de las numerosas revistas del momento.

El espacio que realmente se convirtió en un inesperado escenario bélico en la retaguardia fueron las salas de cine españolas. Los embajadores de los países beligerantes se quejaban al Ministro de Asuntos Exteriores, acusando a algunos gobernadores civiles de prohibir de manera indiscriminada la proyección de diversos documentales franceses, alemanes, británicos, italianos o norteamericanos (tras su entrada en el conflicto), pues consideraban que podrían causar tumultos. Así, los gobernadores civiles limitaban u apoyaban la propaganda de unos documentales creados específicamente para la neutral España.

En 1921 la adaptación al cine de la novela de Vicente Blasco Ibáñez Los cuatro jinetes del Apocalipsis fue un éxito mundial. Con posterioridad al conflicto bélico, para los cineastas ha sido complicado recrearlo y gran parte de las películas de ficción han hecho hincapié en la perversidad de los políticos, que se dejaron arrastrar al conflicto, y, sobre todo, de los mandos militares propios, por su absoluto desprecio hacia sus soldados, a los que arrastraron sin piedad a una carnicería absurda.

Los cuatro jinetes del apocalipsis, Blasco Ibañez.(Por Bivaldi CC BY SA-3.0)