«La lucidez nos enseña que todo lo que no es trágico es irrisorio. Y el humor añade, con una sonrisa, que no es ninguna tragedia... La verdad del humor es esta: la situación es desesperada, pero no grave».
André Comte-Sponville , Pequeño tratado de las grandes virtudes
«La función química del humor es esta: cambiar el carácter de nuestros pensamientos».
Lin Yutang, La importancia de vivir
¿Te has fijado en la enorme cantidad de chistes y mensajes divertidos que circulan por las redes? Seguro has recibido decenas de ellos y has seleccionado los mejores para reenviarlos. Algunos te habrán llegado repetidos por vías diferentes. ¿Es por aburrimiento que buscamos a todas horas esta forma de entretenimiento? ¿O hay algo más?
El coronavirus y el confinamiento se han convertido en un filón para una infinidad de memes, tik toks, gifs animados, chistes, imágenes y vídeos ingeniosos que dan un punto de vista diferente. (“El 90% de los vídeos que hacemos tienen que ver con la cuarentena, con el coronavirus, con estar en casa. Son los temas que están de moda y opacan todo lo demás”.) ¿Por qué nos hacen gracia estos chistes sobre un tema tan delicado? ¿Por qué nos reímos de los chistes?
La capacidad de reír es innata, nacemos con ella. Cuando reímos generamos neurotransmisores y hormonas como la dopamina y las endorfinas que nos hacen sentir bien, nos liberan de tensiones acumuladas y nos ayudan a alcanzar un estado de bienestar tanto físico como mental.
Reír nos hace sentir mejor, nos descarga de tensión, nos alegra. Gestionar a través del humor situaciones complicadas ayuda a liberarnos emocionalmente, lo que flexibiliza nuestra actitud ante la vida y nos descubre cuáles son las prioridades que merecen más nuestra atención.
Nunca como hasta ahora hemos tenido la necesidad de refugiarnos en el humor para tratar de minimizar los efectos nocivos que la situación que estamos atravesando puede producir en nosotros. Se ha convertido en una forma de evasión (una vía de escape) que al relativizar lo importante justamente lo pone en su justa medida. Nos ayuda a posicionarnos de una forma sana y positivo ante la adversidad.
Todos hemos escuchado en alguna ocasión que hacer reír es más difícil que hacer llorar. Normalmente, para hacer reír en internet recurrimos a chistes, dibujos, gifs animados, vídeos cortos,... que encierran un doble sentido, una idea disparatada o una burla.
Encontrar el chiste adecuado requiere de saber cuál es el momento idóneo para ese chiste. Y ese momento depende tanto del grupo de personas al que va dirigido como de la situación en la que se encuentren esas personas. ¿Sobre qué temas podemos encontrar chistes teniendo en cuenta el momento actual, un estado de alarma, y el grupo de personas al que se dirigen, unos ciudadanos confinados?
En tanto que juegos verbales y de ideas, los chistes (en todas sus variantes), para ser comprendidos, necesitan ciertos referentes compartidos entre el emisor y sus destinatarios.
El psicólogo Edward de Bono sugiere que el cerebro humano reconoce historias y relatos familiares a partir de patrones de pensamiento. Un chiste no deja de ser una historia que sigue uno de esos patrones hasta que, en su desenlace, el patrón se rompe y es remplazado por una nueva conexión totalmente inesperada. La respuesta es la risa, la carcajada.
Esos patrones tienen una base lingüística. Visualiza la siguiente presentación para descubrir algunos de ellos.
En el día de hoy (04/05/2020) tendrás que hacer tres actividades obligatorias y una voluntaria.
2. Invéntate un chiste, meme, vídeo (tik tok...) sobre el coronavirus, el confinamiento o algún tema derivado de esto.
3. Escribe la entrada completa de tu diario de la sesión 10 y entrega tu tarea en Google Classroom.
4. Entra en el enlace a la sección de El País: Verne y busca entre las entradas que hay algún ejemplo humorístico e intenta explicarlo lingüísticamente a partir de la información que has visto en la presentación (El lenguaje del humor).