La profesora en la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la Universidad del País Vasco en Leioa. CEDIDA
Maialen Garmendia Larrañaga es Profesora Titular del Departamento de Sociología de la Universidad del País Vaco-Euskal Herriko Unibertsitatea desde el año 2000. Actualmente está adscrita a la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología. Imparte asignaturas relacionadas con la investigación social aplicada en diversas titulaciones de grado y postgrado, así como Sociología de la Educación en el Grado en Educación Infantil. Sus líneas de investigación se han desarrollado en torno a las tecnologías de la comunicación y la vida cotidiana. Desde el año 2006 forma parte del equipo español de la red europea de investigación EU Kids Online. Ha dirigido también el equipo español del Proyecto Net Children Go Mobile (menores e internet móvil) entre 2013 y 2015.
Para esta investigadora, se trata de un tema que "es inagotable porque siempre hay nuevos retos, nuevos dispositivos, nuevas redes y nuevos peligros que investigar". A ella no le gusta "hablar de adicción porque los médicos todavía no han reconocido la adicción a Internet, pero un uso extremo de Internet sí que llevaría a un joven o niño a no poder desarrollar bien su actividad cotidiana y, evidentemente, tendría unas consecuencias nefastas".
—Usted es la investigadora principal del grupo de investigación EU Kids Online de la Universidad del País Vasco. ¿Qué hizo que se implicase en la seguridad de los niños y adolescentes en internet?
—Yo hice mi tesis doctoral sobre televisión. Esto me permitió utilizar el papel de los medios de comunicación. Allá por el año 98, después de terminar mi tesis, me di cuenta de que el futuro estaba en internet. Por esta razón empecé a leer sobre internet, sobre comunidades virtuales y, a finales del 2005, un compañero de la Universidad del País Vasco me dijo que Sonia Livingstone, de la London School of Economics, quería instituir este estándar de investigación y me propuso participar. Me pareció un reto muy interesante porque es algo muy importante para la sociedad, proteger a los menores en internet. Y aquí estoy desde entonces. Llevo ya más de 18 años investigando sobre este tema, que además es inagotable porque siempre hay nuevos retos, nuevos dispositivos, nuevas redes y nuevos peligros que investigar.
—¿Cuáles son las peores consecuencias de usar internet en menores de 16 años?
—No siempre hay una relación causa-efecto entre usar internet y algunas consecuencias negativas que pueden derivar. Yo creo que un efecto claro pueden ser los casos de dependencia extrema, de un uso excesivo, muy extremo. No me gusta hablar de adicción porque los médicos todavía no han reconocido la adicción a Internet, pero un uso extremo de Internet sí que llevaría a un joven o niño a no poder desarrollar bien su actividad cotidiana y evidentemente tendría unas consecuencias nefastas.
—¿A qué edad cree que se le puede dar un teléfono móvil a un menor y por qué?
—Esa es la pregunta del millón, me la han hecho cantidad de veces. Yo creo que esa pregunta es bastante difícil, no hay una respuesta que valga para todos los niños. Pienso que depende fundamentalmente de la madurez del menor y de las necesidades que haya, porque hoy en día un teléfono móvil para muchos padres, aunque sea un elemento que genera bastante inquietud por los temas de los peligros, también nos tranquiliza, porque, si le damos un móvil a un hijo nuestro, sabemos que en cualquier momento va a poder contactar con nosotros.
No hay una respuesta clara, pero lo habitual en España es que a los niños, niñas y adolescentes se les dé el móvil al terminar la primaria, para que cuando pasen a secundaria la abrumadora mayoría tenga su móvil. Como bien sabéis, ahora hay unos padres que quieren retrasar eso. No hay una respuesta única. Lo que yo tengo muy claro, como también es relativamente frecuente, es que a algunos niños les regalan el móvil para hacer la primera comunión, y eso me parece, con perdón, un disparate. Yo creo que un niño de nueve años no debería de tener un móvil, eso lo digo sin ninguna duda.
—¿Usted le pondría un control parental cuando se le da un móvil a un menor?
—Nosotros decimos que el mejor control parental es la comunicación. Si nosotros tenemos cierta confianza en la madurez de nuestro hijo o hija, yo creo que lo importante es hablar sobre lo que hacen en el móvil, porque, si le damos un móvil a un niño de once o doce años, todavía va a permitir que le hagamos recomendaciones. Esto me pasó con mi hijo que ahora ya es mayor, pero yo recuerdo cuando le di el móvil y yo le decía: "¿Me puedes enseñar qué fotos tienes en Instagram o qué contactos tienes?"
Si se les permite el acceso a una edad relativamente temprana, quiero decir, doce o trece años, lo más probable es que van a estar mucho más permeables a nuestras recomendaciones, a tomar en cuenta nuestros consejos. Así como, por ejemplo, algunos padres son partidarios de prohibirlo hasta los dieciséis, yo creo que, si se les proporciona antes de los dieciséis, puede ser una muy buena oportunidad de compartir tareas y de supervisar el uso que hacen de los móviles.
—En cuanto a los contenidos inapropiados para menores, ¿en qué está trabajando específicamente su grupo de investigación en EU Kids Online ahora mismo?
—Nosotros en lo que trabajamos es sobre las actividades que hacen los menores online, los niños, niñas y adolescentes, y sobre lo que hacen sus familias. Y últimamente también estamos trabajando con el profesorado. Otra parte son los contenidos. Nosotros les preguntamos a qué tipo de contenidos acceden; por ejemplo, son muy preocupantes los contenidos de tipo sexual porque generalmente son contenidos muy violentos; aparte de ser sexuales, tienen mucha violencia. Como algunos menores imitan lo que ven en esos videos pornográficos, está afectando mucho a su comportamiento sexual. Ante una falta de educación socioafectiva, ellos buscan donde tienen más a mano y da la casualidad que se encuentran con unos contenidos muy perjudiciales. Los expertos en temas de sexología atribuyen a estos contenidos pornográficos todas esas violaciones en grupo que desgraciadamente se han convertido en bastante frecuentes en España en estos últimos años.
—Antes dijo que preguntan qué aplicaciones tienen los menores en su teléfono. ¿De qué modo cree que las redes sociales tienen alguna edad para empezar a usarlas?
—En teoría las redes sociales no se deberían utilizar hasta los catorce, pero, por ejemplo, allá por el 2010 descubrimos que quienes tenían perfiles públicos en las redes sociales eran los niños de nueve y diez años. Es evidente que muchos menores quieren entrar en las redes sociales y falsifican su edad; dicen que tienen más años de los que tienen y entran. Yo creo que al final la cuestión no está solo en que haya un límite de edad. El gobierno puede poner un número, pero lo que hay que hacer es que las empresas verifiquen la edad, como la de ese niño que tiene doce años y dice que tiene quince; que creen mecanismos que le hagan verificar la edad y que haya un mayor control para que no acceda si no debe.
—EU Kids Online es un proyecto europeo. ¿Qué diferencias y similitudes hay entre la situación de los contenidos inapropiados en los diferentes países que participan?
—Nosotros generalmente estudiamos niños, niñas y adolescentes entre 9 y 16 años, y es curioso que las diferencias sobre todo en este intervalo de edad se dan en función de las edades, pero entre países los comportamientos son bastante similares.
—De todas las medidas que se están poniendo en marcha, ¿cuáles cree que son las más y las menos efectivas para prevenir estos problemas y por qué?
—Sé que hace poco se adoptó una especie de decálogo para proteger a menores, pero medidas en marcha no se han puesto y yo personalmente y la red en general somos sobre todo partidarios de las medidas educativas; pero educativas en el sentido amplio y en torno a las cuales colaboran las familias y docentes. Las prohibiciones generalmente no dan buenos resultados. Creo que se trata de educar a los menores, ayudarles mucho y acompañarlos.
—Entre los contenidos inadecuados están la violencia y la pornografía. ¿Cómo puede afectar al desarrollo de un niño o un adolescente el consumo de este tipo de temas?
—En el caso de la violencia, desde hace ya unos años los expertos y psiquiatras anuncian que el consumo de la violencia en medios de comunicación o en las redes sociales conlleva banalizarla y no son conscientes de los efectos. Entonces, no es bueno visualizar la violencia, como había comentado antes, ya que es muy preocupante el tema de la violencia que hay en los contenidos pornográficos. La pornografía considerada como mainstream es muy perjudicial para los menores porque promueve comportamientos no muy adecuados; sobre todo lo que lleva a muchos a cosificar a la mujer y esto establece unas relaciones muy verticales y muy desequilibradas. Esto sí que es preocupante.
—Otras actividades como las apuestas o las adicciones que puede provocar internet son habitualmente mencionadas en los medios. ¿Qué deberían hacer las familias y sus hijos para evitar o solucionar estos problemas?
—El tema de las apuestas es un problema, pero son las casas de apuestas en las calles, porque, generalmente, para hacer apuestas en internet tienes que tener una tarjeta de crédito, y los adolescentes no suelen tener una tarjeta de crédito. He conocido casos en los que los adolescentes se sabían el código de sus padres. Yo creo que sobre todo lo hay que intentar es promover un uso responsable, ya que los médicos no reconocen el tema de la adicción a internet, aunque lo que sí puede haber es un uso excesivo. Cuando los padres dicen: “Los niños pasan 5 horas en internet”, lo importante no es cuánto tiempo pasan, sino a qué lo dedican. Hay usos de internet que son saludables, y estar en contacto con nuestros amigos es normal, pero la diferencia es que cuando yo era adolescente lo hacía con un teléfono fijo en una casa donde había que compartirlo con un montón de gente.
Es bueno buscar en internet temas que os interesen, pero, evidentemente, no estar conectados todo el día. Hay que llevar una vida normal. Lo malo sería estar conectados permanentemente y no cuidar nuestras relaciones o descuidar nuestras tareas escolares o nuestros deportes. La clave está en encontrar un equilibrio y hacer las actividades que vosotros hacéis.
—En el diario “20 minutos” leímos que “Dos profesoras registran en el Congreso más de 63.000 firmas para prohibir los móviles hasta los 16 años”. ¿Qué le parece esta propuesta?
—Yo no comparto esta propuesta. Yo puedo compartir como madre y como investigadora la inquietud que nos genera que nuestros hijos estén expuestos a peligros en internet, pero esa propuesta no va a beneficiar a los menores. Hoy en día lo importante es protegerlos de los riesgos que hay en internet. La clave desde nuestro punto de vista está en que tengáis una serie de habilidades que os permitan gestionar adecuadamente los riesgos; habilidades como bloquear a una persona, denunciar, pero también es importante que haya un clima de confianza. En un momento dado, si vosotros no sois capaces de resolver el problema, podéis recurrir a vuestra madre, a vuestro padre o a los profesores. Además, en España no somos ejemplares en someternos siempre a las reglas. La gente hace muchas trampas y, al final, nos llevaría en cierto modo a intentar saltarnos esa norma y sería bastante difícil. Si no usáis los dispositivos, os va a costar más desarrollar las habilidades digitales para gestionar los problemas y esta prohibición, pero también os va a privar de la supervisión de padres y docentes; sobre todo de los padres y madres. Es muy importante la supervisión, como ya he dicho antes, a edades tempranas. Cuando tengáis un móvil, os pueden hacer recomendaciones, pero, si lo tenéis totalmente prohibido, a los 16 años vais a hacer un uso intensivo, y puede haber un riesgo mayor de tener un uso excesivo.
—Si esta propuesta no se llega a ejecutar, ¿cómo podría afectar esto a la salud del menor y por qué?
—Si esta propuesta no se acepta, estaremos donde estamos en este momento. Lo que es importante es que los padres, madres, docentes o cualquier educador, tenemos que participar activamente en hacer recomendaciones y supervisar el uso que hacéis con las pantallas. Por ejemplo, un entrenador supervisa que ninguno de sus alumnos lleve un móvil. Al final, las más efectivas son las medidas educativas, y en esas medidas debemos participar todas las personas que tenemos relación con vosotros, en un ámbito o en otro: en el deporte, en el centro escolar, en casa o en donde sea.
—Si acabaran prohibiendo los dispositivos digitales a los menores de 16 años, ¿qué dispositivos recomendaría?
—Supongo que, en ese caso, lo que vosotros utilizaríais como alternativa serían dispositivos tales como una tableta compartida, ordenador compartido o algo parecido. Supongo que sería eso. La verdad es que no me había planteado esa cuestión, pero supongo que esa sería la respuesta. En que tuvierais que compartir dispositivos y os privaría de algunos usos recreativos.
—¿De qué modo cree que el control parental de tipo supervisión es útil para resolver el problema?
—Pues el control tecnológico puede ser algo como, por ejemplo, un límite de horas. Eso es útil para evitar que los menores hagan un uso irresponsable y fuera de hora de sus dispositivos. Pero, como ya comente antes, los investigadores de las redes sociales somos partidarios de un control de tipo supervisión: de hablar de lo que hacéis, de negociar normas; por ejemplo, a partir de esta hora no se utilizan los dispositivos en esta casa, pero ni los menores ni los padres. Usualmente somos más partidarios de ese tipo de medidas de diálogo.
—Mirando hacia el futuro, aparte del control parental, ¿cuáles serían otras opciones para solucionar este problema de aquí en adelante?
—Mirando hacia el futuro somos partidarios de las medidas educativas que promuevan unas habilidades digitales en los menores que les permitan gestionar mejor esos dispositivos. También medidas educativas en torno a la concienciación sobre vuestra exposición a ciertos dispositivos y sobre ciertos riesgos en internet. Nosotros hemos comprobado que hay algunos menores que cuando tienen un problema en internet no se lo dicen a absolutamente nadie. Ni a sus padres, ni a sus profesores.
Por otra parte, más recientemente, en algunas de nuestras encuestas hemos comprobado que el conocimiento que tiene el profesorado sobre los problemas de los menores en internet es bastante reducido. Por lo tanto, creemos que es muy importante fomentar la comunicación en todos los ámbitos: la comunicación en las familias, en los centros escolares a través de figuras como los orientadores o el técnico de convivencia. Sobre todo somos partidarios de la comunicación, del diálogo y de la educación.
—¿Cómo podría usted fomentar esos 3 valores que acaba de decir?
—¿Cómo fomentar? Yo creo que el diálogo sería cuestión de hablar, porque si alguien en una noticia habla de temas de menores en internet, la prensa suele ser bastante negativa y tienden a difundir lo que nosotros llamamos los pánicos morales. Tratarla con cierta objetividad, no ver hasta qué punto os puede afectar a vosotros y promover el diálogo. En esta situación, ¿qué harías tú? ¿a quién acudirías? ¿cómo lo gestionarías? Y con los padres es exactamente igual. Los padres y madres les hemos enseñado a andar en bicicleta, pero también les hemos enseñado a concienciarse ante los peligros. Pues en internet ocurre lo mismo. Esto es como si yo cojo y le digo a mi hijo: "Toma este teléfono, pero yo puedo ver todo lo que haces, ver lo que te gusta". Es una cuestión de confianza mutua y de diálogo.