LA NEVERA

LA NEVERA DE BIZKAIA

LUCES Y SOMBRAS DE UN POZO DE NIEVE

Introducción

Durante el siglo XVIII la villa navarra de Aibar contó con dos pozos donde acumular nieve y hielo para su posterior consumo. El primero de ellos, el llamado pozo del Cerco, responde a las características del típico pozo de almacenaje, mientras que el segundo, la nevera de la Bizkaia, se corresponde con el modelo de pozo de aprovisionamiento en medio del monte. A pesar de contar con estos dos depósitos, el abastecimiento de nieve a la villa de Aibar se convirtió en una tarea difícil, no sólo por motivos puramente climatológicos de escasez de nieve, sino también debido a los problemas planteados por la defectuosa construcción y el emplazamiento "erróneo" de uno de sus pozos, el de la Bizkaia.


Los vecinos han abierto un nuevo pozo

El llamado pozo de nieve o nevera de la Bizkaia se localiza a unos 4 Km. En línea recta al NW de la villa de Aibar, dentro del término comunal de la Bizkaia. Exactamente, se encuentra situado a pocos metros del corral de Longás, en un pequeño promontorio entre dos barrancos, que servirían de aliviaderos, y a unos 830 metros de altitud. La antigua caseta-cubierta que protegía el hueco ha desaparecido, quedando únicamente una profunda oquedad recubierta por un potente muro de piedra seca. No se aprecia ninguna zona acondicionada a su alrededor para las tareas de carga y descarga de la nieve.

Varias noticias certifican la construcción de la nevera de la Bizkaia en tres fases sucesivas (1723, 1724-1725 y 1727-1728).

La primera de las fases tuvo lugar en 1723. Durante el verano de este año, los vecinos de Aibar abrieron un pozo en el monte de esta villa, en un paraje comunal que llamaban de la Bizkaia, para acumular en él nieve, para abastecer a los vecinos y para vender en la medida de lo posible, a viajeros o localidades limítrofes.

Las obras en la nevera prosiguieron en los años 1724 y 1725. Fue entonces cuando un conocido maestro cantero de la villa, Juan Julián Urrutia, levantó un tejado a dos aguas sobre el pozo. Con posterioridad, se ahondaría el pozo en dos ocasiones, se abriría un desagüe y se instalaría una puerta con cerraja. No obstante, y a pesar de las denuncias de algunas inspecciones, este tejadillo cedió, dañando las paredes y el caño, además de cegar el pozo casi en su totalidad.

En 1727 los vecinos se afanaron a la hora de recomponer el pozo tras el desastre provocado por el anterior hundimiento del tejado. El 5 de febrero del mismo año, dos maestros canteros reconocían que los pilares presentaban un buen estado, pero se criticaba, por primera vez, el emplazamiento de la nevera y su falta de impermeabilidad para mantener la nieve en el interior.

Es a partir del 15 de febrero de 1728, se reestructura por completo el pozo de la Bizkaia. En esa fecha, los maestros canteros Miguel y Francisco Guallar, vecinos de la villa aragonesa de Pintano, acordaron con la villa de Aibar una actuación integral en el pozo de la Bizkaia. Según estos datos, la altura total de la nevera alcanzaría los 8,4 m -6,3 de ellos bajo tierra-, quedando un hueco interior cuya boca medía 6,3 m de diámetro, aunque algo menos por su fondo. Con estas dimensiones, el pozo de la Bizkaia podría llegar a almacenar unos 196 metros cúbicos de nieve aproximadamente. Cabe reseñar que en la época en que fue construido, estaba considerado como un pozo muy grande y de boca muy ancha.


Para el abasto de los vecinos y para vender la que se pudiera afuera

La nevera de la Bizkaia empezó a utilizarse de forma inmediata, en el mismo invierno de 1723-1724. Sin duda alguna, se hacía muy necesaria la provisión de nieve a la villa por aquel entonces, ya que parece ser que no resultaba suficiente con la nieve y el hielo guardados en el pozo del Cerco. Tanto es así que en varias ocasiones se tuvo que comprar nieve en mercados foráneos, como en el de Lumbier para el verano de 1708, con la consiguiente sobrecarga económica. Quizás también por falta de existencias en el pozo del Cerco, el encargado del abastecimiento de nieve a lavilla no pudo cumplir con su cometido en 1722, justo un año antes de la construcción del pozo de la Bizkaia. Bajo la amenaza de una fuerte sanción, las autoridades municipales le apremiaban en el reparto de nieve, por ser cossa tan necesaria del bien comun el abasto de dicha niebe o yelo. Así, los vecinos de Aibar decidieron construir una nueva nevera y asegurarse la provisión de nieve de forma más directa y barata.

La nieve se iba deshaciendo por el hecho de estar en un paraje elevado y orientado al Sur, donde le daban el Sol, desde que salía hasta que se ponía, y los vientos del sur la deshacían. La fuerza del calor del sol y del aire cálido echaba a perder sin remedio toda la nieve que allí se recogía. Por otro lado, el problema quedaba acentuado al tratarse de un pozo de boca ancha y sin las escorrederas suficientes para la salida de aguas.

Los vecinos critican insistentemente el intenso calor del Sol que entra por la puerta durante todo el día, y los vientos cálidos que inciden directamente sobre la nevera. De esta forma, resultaba imposible mantener la nieve en su interior.

Por todo ello, cabe concluir que la explotación de esta nevera en Aibar se prolongó desde 1723, fecha de su construcción, hasta el año 1798.



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